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México, D.F. domingo 1 de julio de 2001
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Editorial
 

LA MUJER DEL CESAR

SOLEs conocida la frase con la que Julio César justificó el divorcio de su mujer, que pertenecía a una familia fundamental para su carrera política: "la mujer del César no sólo debe ser honesta, sino además debe parecerlo".

En sentido general, esa frase podría cuadrarle tanto al gobernador de Zacatecas, Ricardo Monreal Avila, como a sus aliados políticos en la dirección del Partido de la Revolución Democrática (PRD), los cuales deberían saber que la transparencia del proceso electoral y la igualdad de oportunidades para quienes en él se enfrentan no sólo deberían estar aseguradas, sino que también deberían ser evidentes para todos, sin prestarse a la menor sospecha. 

El país intentó hace un año sacudirse el régimen anterior, que se caracterizaba por el poco respeto a los derechos de los ciudadanos y la manipulación descarada de las elecciones y de las necesidades materiales de los votantes potenciales más pobres. 

La mayoría de los mexicanos se esforzó por eliminar métodos y costumbres de la política que, desgraciadamente, tienen sus raíces no sólo en largas décadas de violación de la democracia, sino también en el caudillismo y caciquismo siempre presentes, sobre todo en la sociedad rural, en la que el PRI y sus organizaciones corporativas instituyeron toda una cultura difícil de desarraigar y fueron la planta madre de la cual se desgajaron en cierto momento quienes hoy militan en otros partidos. 

Por consiguiente, es tarea fundamental, en lo que respecta a la educación política y la participación de los ciudadanos, evitar incluso la sospecha de repetición de los fraudes directos e indirectos que caracterizaron en los estados el pasado reciente. 

Esa tarea requiere de la eliminación, en la vida interna de todos los partidos, de los métodos repudiables y antidemocráticos que la oposición identificó durante tantos años con el PRI. 

Incluso, el bloque que sueñan construir el gobernador de Zacatecas y la mayor parte de la dirección del PRD --que incluye a una porción del PRI y otras personas y organizaciones-- no podría erigirse tomando como aglutinante las peores tradiciones del priísmo. Aunque este intento reuniera a políticos tradicionales, no podría contar con las voluntades populares, y el resultado sería sólo un ejército de ex oficiales sin tropa ni estrategia y muy poco apto para las difíciles batallas que deben enfrentar Zacatecas y el país. 

Las acusaciones de los partidos de oposición en las elecciones que habrán de celebrarse en Zacatecas, y el bloque conformado por ellos para defender los votos, son por ahora un claro indicio de malestar político, ya que corresponderá a los tribunales electorales decidir si la legalidad fue efectivamente violada y si ha habido abuso en la utilización de los recursos públicos o del poder estatal en favor de los candidatos del partido oficialista en ese estado de la República. 

Pero precisamente ese malestar nos lleva de nuevo a señalar que un personaje público no sólo debe ser honesto, sino también debe parecerlo. 

O sea, a la necesidad de construir lo nuevo con métodos, ideas y personas democráticas y no con los viejos materiales de la política que incluye un pasado justamente criticado y repudiado.
 

 

La Jornada, Coordinación de Sistemas Francisco Petrarca 118, Col. Chapultepec Morales, delegación Miguel Hidalgo México D.F. C.P. 11570 Teléfono (525) 262-43-00, FAX (525) 262-43-56 y 262-43-54