LA MUJER DEL CESAR
Es
conocida la frase con la que Julio César justificó el divorcio
de su mujer, que pertenecía a una familia fundamental para su carrera
política: "la mujer del César no sólo debe ser honesta,
sino además debe parecerlo".
En sentido general, esa frase podría cuadrarle
tanto al gobernador de Zacatecas, Ricardo Monreal Avila, como a sus aliados
políticos en la dirección del Partido de la Revolución
Democrática (PRD), los cuales deberían saber que la transparencia
del proceso electoral y la igualdad de oportunidades para quienes en él
se enfrentan no sólo deberían estar aseguradas, sino que
también deberían ser evidentes para todos, sin prestarse
a la menor sospecha.
El país intentó hace un año sacudirse
el régimen anterior, que se caracterizaba por el poco respeto a
los derechos de los ciudadanos y la manipulación descarada de las
elecciones y de las necesidades materiales de los votantes potenciales
más pobres.
La mayoría de los mexicanos se esforzó por
eliminar métodos y costumbres de la política que, desgraciadamente,
tienen sus raíces no sólo en largas décadas de violación
de la democracia, sino también en el caudillismo y caciquismo siempre
presentes, sobre todo en la sociedad rural, en la que el PRI y sus organizaciones
corporativas instituyeron toda una cultura difícil de desarraigar
y fueron la planta madre de la cual se desgajaron en cierto momento quienes
hoy militan en otros partidos.
Por consiguiente, es tarea fundamental, en lo que respecta
a la educación política y la participación de los
ciudadanos, evitar incluso la sospecha de repetición de los fraudes
directos e indirectos que caracterizaron en los estados el pasado reciente.
Esa tarea requiere de la eliminación, en la vida
interna de todos los partidos, de los métodos repudiables y antidemocráticos
que la oposición identificó durante tantos años con
el PRI.
Incluso, el bloque que sueñan construir el gobernador
de Zacatecas y la mayor parte de la dirección del PRD --que incluye
a una porción del PRI y otras personas y organizaciones-- no podría
erigirse tomando como aglutinante las peores tradiciones del priísmo.
Aunque este intento reuniera a políticos tradicionales, no podría
contar con las voluntades populares, y el resultado sería sólo
un ejército de ex oficiales sin tropa ni estrategia y muy poco apto
para las difíciles batallas que deben enfrentar Zacatecas y el país.
Las acusaciones de los partidos de oposición en
las elecciones que habrán de celebrarse en Zacatecas, y el bloque
conformado por ellos para defender los votos, son por ahora un claro indicio
de malestar político, ya que corresponderá a los tribunales
electorales decidir si la legalidad fue efectivamente violada y si ha habido
abuso en la utilización de los recursos públicos o del poder
estatal en favor de los candidatos del partido oficialista en ese estado
de la República.
Pero precisamente ese malestar nos lleva de nuevo a señalar
que un personaje público no sólo debe ser honesto, sino también
debe parecerlo.
O sea, a la necesidad de construir lo nuevo con métodos,
ideas y personas democráticas y no con los viejos materiales de
la política que incluye un pasado justamente criticado y repudiado.
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