DOMINGO Ť 1o. Ť JULIO Ť 2001

Ť Planteamiento de especialistas en foro organizado por La Jornada y Casa Lamm

Chocan intereses de México y EU sobre energía

Ť Existen obstáculos para la pretendida integración de América del Norte en ese rubro

JUAN ANTONIO ZUÑIGA M.

Frente al agotamiento de las reservas de crudo y gas natural de Estados Unidos, México se convierte en una opción estratégica para su abastecimiento, pero el estado de deterioro de la infraestructura petrolera y la declinación propia de las reservas mexicanas se erigen en un obstáculo para una in-tegración energética de América del Norte, gestada hace varias décadas como parte de la seguridad nacional estadunidense.

Las reservas de petróleo y gas natural de Estados Unidos tienen una perspectiva, en función del consumo y la producción en ese país, de sólo siete años, pero las de México abarcan 14 en el caso del crudo y aproximadamente 10 en el del gas, lo cual puso en el centro del debate la efectividad de una integración energética, que para unos parece inevitable y para otros una posibilidad no muy cercana a la realidad, en el debate sostenido por especialistas en la materia en el foro "México después del 2 de julio y el mundo actual", organizado por La Jornada y Casa Lamm.

Miguel Angel García Reyes, investigador de El Colegio de México, presentó una imbricación de acontecimientos de carácter internacional y nacional surgidos a partir de la crisis petrolera de 1973, que llevaron a las grandes empresas petroleras trasnacionales y al gobierno de Estados Unidos a desarrollar estrategias para garantizar su abastecimiento energético.

Desde la ofensiva de la "nueva derecha" a principios de los ochenta, que promovió con éxito la privatización del sector público, al consenso de Washington, que impulsó la apertura de las economías locales -en particular el sector energético-, al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, hasta el año 2001 en que el actual presidente de Estados Unidos insiste en conformar un bloque energético regional con México y Canadá, "el proceso de integración en el continente americano parece inevitable", sostuvo García Reyes.

A esta conclusión se aproximó el ex presidente de la Comisión de Energéticos de la 57 Legislatura, Sergio Benito Osorio, quien afirmó que la integración energética de América del Norte "es un asunto que tenemos encima" y sigue un proceso igual al que tuvo el TLC, para el cual se preparó el terreno interno a través de la modificación de leyes, ordenamientos y formas de conducción del gobierno.

El efecto puede ser similar, indicó. En 1994 el intercambio comercial de México y Estados Unidos era de 87 mil millones de dólares, hoy es de 260 mil millones, lo que implica un incremento de casi 200 por ciento, es decir, se triplicó.

"Esto -precisó- es una inercia que hace inescapable la integración mexicana en la estadunidense. Si la economía operó así, la energía también lo hará. Estados Unidos y Canadá sólo tienen reservas para unos cuantos años y obviamente las protegerán".

Las exportaciones petroleras de México hacia Estados Unidos, puntualizó, han tenido un crecimiento anual de 4.8 por ciento, y es probable que la producción nacional de crudo alcance los 5 millones de barriles diarios en los próximos siete años y el país se ubique entre el tercero y el cuarto lugar como exportador de petróleo.

Benito Osorio aseguró que este año "Fox intentará modificar la legislación en electricidad y en gas", y expresó que es pertinente mantener una actitud crítica ante las presiones para modificar la Constitución, pero advirtió que no basta con crear redes opositoras, sino que es necesario plantear propuestas de política para que sean consideradas por el gobierno mexicano.

El especialista Antonio Gershenson, ex diputado federal y director general de Alumbrado Público en el Gobierno del Distrito Federal, planteó el intento de crear una asociación energética de América del Norte desde dos perspectivas, "el problema mexicano" y "el problema de Estados Unidos".

Dedicada a la exportación de crudo, la industria petrolera nacional ha descuidado su propio desarrollo y se abandonó la exploración de nuevas áreas, desde Jorge Díaz Serrano, "en que se incrementaron las reservas sin hacer un solo hoyo" y se estimaba su duración para 36 años. A los ritmos de producción del año pasado, indicó, "solo hay reservas para 14 años".

En gas natural, abundó Gershenson, hay una situación similar a la petrolera y las reservas se estiman para 10 años de la producción del 2000. Esto presenta un contrasentido: se garantiza gas natural a las empresas concesionarias por 25 años cuando sólo hay reservas para 10.

Por el lado de los petrolíferos, la caída de las inversiones en las refinerías ha ocasionado una importación ascendente de gasolinas. En 1987, apuntó, las importaciones de petrolíferos absorbían 5 por ciento de los ingresos por exportación de crudo, el año pasado esa proporción se había elevado a 30 por ciento, y en los cuatro primeros meses de 2001 fue de 40 por ciento.

Por el lado de "el problema de Estados Unidos", Antonio Gershenson explicó que las reservas petroleras de ese país alcanzan para siete años, mientras las de gas natural para ocho, por la orientación hacia el automóvil que ha seguido esta sociedad, a diferencia de Europa, que ha optado por los trenes como medio de transporte.

Sin considerar Alaska, la producción de crudo en Estados Unidos pasó de 3.5 miles de millones de barriles a 1.8 en el 2000, y se estima que para el 2002 será de solamente mil millones, aunque hay que considerar que de su consumo total de crudo 60 por ciento es importado y 40 por ciento se extrae internamente.

Pero para una integración regional, subrayó, hay que considerar que la infraestructura energética mexicana está tan deteriorada que no es posible que le sirva en el corto plazo a Estados Unidos.

En cuanto al sector eléctrico, el ex funcionario de CFE y ahora empresario José M. Muñoz Villalobos señaló que es muy poco lo que se puede hacer en materia de integración en este sector. "Hay más circo que realidad", México tiene una infraestructura eléctrica que tiene 100 años de estarse construyendo y es "muy, muy buena", pero Ernesto Zedillo dejó de cumplir con la obligación que le marca la ley de conservarla y hacerla crecer.

Propuso mantener la capacidad de planeación, ejecución de esa planeación y operación de la CFE; exigir que se cumpla la ley y mayores niveles de eficiencia tanto a la CFE como a la Compañía de Luz, reducir sus costos y mejorar el servicio.