SABADO Ť 30 Ť JUNIO Ť 2001

TIEMPO DE BLUES

Un blues por René

Ť Raúl De La Rosa

Primera llamada



HACE MUCHISIMOS AÑOS, al toparme inesperadamente con mi abuela, le dije: "qué casualidad encontrarte, venía pensando en ti". La abuela Julia sentenció: "las casualidades no existen, éstas se hicieron para que sucedieran".

HOY JUEVES 28 de junio del 2001, al empezar a escribir mi columna, busqué en uno de mis libros la historia de Leadbelly, el legendario panza de plomo, descubierto por ese gran musicólogo que fue John Lomax en la prisión de Angola, Louisiana. Lomax dejó un acervo de miles de grabaciones de la música tradicional de Estados Unidos principalmente. Estas grabaciones se encuentran en la fonoteca de la Biblioteca del Congreso de dicho país.

UNA PERDIDA MAS. Me quedé pensando que sería importante escribir un día sobre los investigadores y musicólogos que han logrado grabar, rescatar y difundir nuestra música tradicional. La historia es larga e importante. Recordaba a uno en especial, que apenas el mes pasado había presentado en el Ateneo Español la serie de ocho discos con las grabaciones que realizó en sus viajes por México y Ecuador: René Villanueva. Algunos lectores quizá lo recuerden mejor como cofundador del grupo Los Folkloristas.

"LAS CASUALIDADES NO existen''...etc. A mi lado estaba un compañero hablando por teléfono y al colgar me suelta sin más la triste noticia: "se murió René Villanueva."

Segunda llamada


¿QUE ESCRIBO? ¿QUE ya lo esperábamos? ¿que René estaba muy enfermo y en cualquier momento esto sucedería? En el fondo uno cree que algo extraordinario puede suceder y que la enfermedad un buen día desaparece. No fue así.

EN ESTOS CASOS uno busca cómo compensar esa pérdida. Con René encontré cómo espantar la muerte y el olvido: su vida, su ser y su hacer. Hombre cabal (diría el Caifán mayor). Comprometido por más de treinta años con el canto popular al lado de esos viejos chamanes-músicos integrantes del grupo Los Folkloristas. Pero René, inquieto hasta sus últimos días, pintaba y pintaba a caballo. Le afloraba lo oaxaqueño. Qué remedio, así se dan por allá. Era ingeniero químico de profesión, pintor por afición, músico por vocación, militante por pasión y escritor por necesidad.

DE VILLANUEVA SE va a hablar y escribir ampliamente, no lo dudo. Voy a escribir de la última vez que lo vi en la inauguración de las nuevas oficinas de Ediciones Pentagrama (bajo cuyo sello editó varios de sus trabajos). Esto fue apenas el 9 de mayo pasado. Se aventó un discurso con palabras precisas y justas en el reconocimiento a Modesto López, director de Pentagrama, que ha grabado y difundido la música popular de México (su país de adopción) y de Latinoamérica. Aunque hizo notar René cierta incongruencia con el nombre del director: "no puedo entender que un argentino se llame Modesto". No se percibía que René estaba en el umbral.

Tercera llamada



ES BUENO PARA el espíritu recordar lo fundamental de un hombre como René. De su autoría, Planeta publicó Cantares de la memoria, reflexiones sobre los valores de la música tradicional y del grupo Los Folkloristas.

PERO TAMBIEN TRAIGO una mezcla de coraje y tristeza. Cuando un hombre de esa hechura muere, y muere cuando no debía -apenas 68 años y un chingo por hacer-, repito lo que su Beatriz dijo de su compañero: "René se despidió de todos con la serenidad del trabajo cumplido".

LAS FLAUTAS DE carrizo y los tamborcitos de la Chontalpa lo esperan en un lugar escondido de las montañas del Sureste mexicano de donde le llegó una carta signada por un amigo. Vale y va:

A: RENE VILLANUEVA

DE: SUBCOMANDANTE INSURGENTE MARCOS

René, hermano:

Por acá nos hemos enterado de que estás enfermo. En estas tierras, cuando uno tiene un pariente (porque vos sos pariente de todos nosotros, los zapatistas) que está enfermo, es costumbre que uno le endilgue todos los remedios posibles (y los imposibles también) para que se cure. Como el estar enfermo es algo común y frecuente en estas montañas, por todos lados van y vienen recetas que abundan en jarabes, té, pociones, pastillas, vapores y, ¡horror!, inyecciones. (Lucha, hermana mayor de todos nosotros, incurre en un variado y efectivo repertorio medicinal que pondría a temblar a los monopolios farmacéuticos; de nada, Lucha, pero no olvides mocharte cuando patentes todo eso).

Como vos sos nuestro hermano, no podemos darte cualquier cosa. Mucho menos si esa "cosa" es una inyección, ese sofisticado instrumento de tortura que, a pesar de que estamos por entrar al tercer milenio, no ha sido prohibido por ninguna organización mundial de lo que sea. Acá, por ejemplo, el Olivio ha propuesto que una consigna para la marcha de mujeres zapatistas el próximo 8 de marzo sea "¡Chocolates sí, inyecciones no!'' Yo le dije que no rimaba, y él contestó que de por sí las inyecciones no riman con nada y, en cambio, "chocolates" rima con "juguetes" (se va el Olivio a tratar de convencer a la Mar para que ponga su consigna en la marcha de los zapatistas).

No señor, no te podemos dar inyecciones. Claro que tampoco chocolates. No sólo porque el Olivio ya se los zampó, también porque seguro llegan hechos atole. Así que hemos consultado en nuestro libro especial de medicina que se llama Remedios y recuartos, y encontramos algo que, aunque no te cure, es seguro que no te va a poner peor (lo que, en estos tiempos de "medicina moderna", es ya una ventaja); ¡un abrazo! El abrazo te lo mandamos todos y todas. Se puede aplicar a discreción, pero no abuses porque puede provocar adicción, y abrazos como el que te mandamos hay muy pocos.

Sale pues. No te hagas pato, tómate la medicina sin hacer caras y ya cúrate, porque tu ausencia y la de Beatriz en el Correo Ilustrado han provocado que el rating de esa sección esté por los suelos (me cai, ya hice una encuesta muuuuy científica).

Vale. Salud y no olvides que los abrazos deben ser como las miradas: amplios y limpios.

DESDE LAS MONTAÑAS DEL SURESTE MEXICANO

SUBCOMANDANTE INSURGENTE MARCOS

MEXICO, FEBRERO DEL 2000