SABADO Ť 30 Ť JUNIO Ť 2001
Ť La Grande y el Diablo recrea personajes entrañables
Payán: la novela de Unzueta ''fluye como un río de aguas apasionadas''
RENATO RAVELO
El libro La Grande y el Diablo, de Gerardo Unzueta, ''fluye como un río de aguas apasionadas" para Carlos Payán, en tanto para Gerardo de la Torre es una novela que ''vibra bajo los golpes de la vida".
La presentación del volumen del político de tradición periodística, militante de izquierda, fundador del Partido Comunista, organizador de sindicatos y preso político en 1968, fue acompañada por un texto que envió Rosario Ibarra de Piedra, los comentarios de Enrique Calderón Alzati y al final el canto de Margarita Vega y la guitarra de Alejandro Martínez Gil.
En la Casa de la Cultura Reyes Heroles, Ibarra de Piedra mandó decir a Gerardo Unzueta, acerca de los diablos y de Lucifer, que para ella los revolucionarios no llegan a ser demonios sino ''seres depositarios de bienaventuranzas" a quienes Luzbel se niega a dañar, quizá en recuerdo de que alguna vez fue el ángel Lucifer, el que lleva la luz y que en asuntos de escritura ''mi entrañable mefistofélico amigo", Unzueta resultó ''el diablo y medio".
La reunión, que convocó a un considerable y variado público, fue abierta por los comentarios de Calderón Alzati, quien en su papel de moderador no resistió comentar que ''presentar episodios de la vida política, cosas de las que hemos oído hablar pero con una perspectiva distinta", es un gran acierto.
Asedio para explorar zonas oscuras del alma
La ventaja de los comienzos tardíos, comentó De la Torre en relación con esta primera novela de Unzueta -que abarca un siglo desde la intervención francesa hasta los años ochenta- ''es que se llega al género con conocimientos y claridad".
Parodiando a Marx y Engels, De la Torre bromeó: ''Los autores tardíos lo más que tienen que perder es la tranquilidad".
La novela de Unzueta, sostuvo el escritor, ''sobrepasa por mucho el decoro. Concilia los impulsos del cronista y cumple con ese objetivo de la novela que es cercar, perseguir, asediar a un personaje o grupo de personajes para explorar las zonas oscuras de su alma".
Si bien se basa en hechos históricos, de alguna manera autobiográficos, destacó De la Torre, el libro ''mantiene una autonomía literaria, pues incluso hay un Gerardo Unzueta narrador y otro como personaje".
Destacó, además, que el autor haga un manejo de los tiempos, ya que en su calidad de maestro de la Sogem ha constatado que los jóvenes escriben en presente porque es la forma más fácil. Particularmente le resultaron entrañables a De la Torre las 60 páginas en las que se narra el asunto petrolero y encontró que la novela pudiera seguir por algunos periodos que Unzueta omite.
Carlos Payán, confeso lector asiduo, encontró que muchas de las definiciones que Unzueta da de la novela no se corresponden, ya que ''no es una novela sobre cualquier persona, como dice el autor, sino de gente que vive en pos de una idea, de una causa. Son las biografías noveladas de varios personajes entrañables".
Payán, quien conoció a Unzueta en 1958, cuando ingresó al Partido Comunista, consideró que La Grande... es ''de lo mejor que ha hecho en su vida. Primero, debo confesar, noté cierta dosis de ingenuidad en la lectura".
Conforme avanza la trama, reconoció Payán, ocurren dos cosas: o bien ha desaparecido esa dosis de ingenuidad o bien uno ya no lo nota porque la novela ''fluye como un río de aguas apasionadas. El autor logra atrapar al lector".
Al concluir la lectura de la novela, sostuvo Payán, le pasó lo que Unzueta narra en uno de los episodios con un líder cuyos agremiados no querían que terminara su discurso: ''Quise decirle a Gerardo, no, no, síguele, síguele".
Unzueta, por su parte, dijo ser aprendiz de escritor y aseguró que los huecos detectados en su obra en realidad son promesas de otras novelas que realizará. Reconoció que su método es constante y se define con la palabra ingenuidad, pues ''no dejo de hacer un esfuerzo por ganarme al interlocutor, ganarme su confianza".