SABADO Ť 30 Ť JUNIO Ť 2001
Ť Trabajan grupos antiglobalización en propuestas alternativas de desarrollo
Suman manifestantes contra el G-8 el apoyo del Vaticano y el Dalai Lama a su protesta
Ť Aceptan autoridades italianas mantener abiertas sus fronteras a contingentes extranjeros
LUIS HERNANDEZ NAVARRO ENVIADO
Roma, 29 de junio.
El maquillaje
La operación de maquillaje y embellecimiento del G-8 comenzó. Su objetivo: cambiar el rostro plutocrático y excluyente de la cumbre por una cara humana. El método: hacer crecer la reducida lista de invitados originales con nuevos asistentes provistos de incuestionables credenciales de pobreza.
Según Renato Ruggiero, antiguo director de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y actual ministro del Exterior de Italia, quien ha trabajado horas extras estos días procurando apagar el incendio que se avecina, los nuevos convidados al festejo son "personajes de indiscutible autoridad moral" y jefes de Estado de países pobres.
Entre los primeros se encuentran Nelson Mandela, Loretta King, Amartya Sen y Rigoberta Menchú. Entre los segundos están el presidente de Nigeria, Olusegum Obansaiyo, el de Sudáfrica Tabo Mbeki, el de Mali Pumur Konar y el primer ministro de Bangladesh, Sheik Hassina. La intención es que se reúnan con el presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, y con el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, para analizar los problemas de la miseria y la deuda de los países en vías de desarrollo.
Adicionalmente, el primer día del acto, el secretario general de Naciones Unidas Kofi Annan, sostendrá una reunión con los miembros del G-8 para charlar sobre la lucha contra el sida. Además, Ruggiero ha ofrecido al Genova Social Forum (GSF), la convergencia de organismos sociales y políticos que preparan las protestas, trabajar en la elaboración de un documento conjunto para presentar en la reunión.
La nueva agenda diseñada no modifica lo sustancial de la cumbre pero la embellece: los representantes de los ocho países más poderosos del mundo se reunirán al margen de cualquier mandato jurídico para discutir el futuro del planeta.
La necesidad de remozar la imagen pública del encuentro de Génova es urgente para sus patrocinadores y anfitriones, no tanto por el sello elitista que proyecta, sino por el mensaje de derrota y falta de legitimidad que lo acompaña.
En el mundo de los gobiernos gerenciales se puede parecer autoritario pero es imperdonable no triunfar. Silvio Berlusconi, el empresario de la comunicación metido a político ya lo había advertido: la percepción del G-8 en la opinión pública es la de un grupo de poderosos reunidos en una forleza, asediados por multitudes de manifestantes en su contra. Una imagen inaceptable para los que mandan.
Con olor a santidad
Y es que, hasta el Vaticano, victorioso en su cruzada anticomunista y en la conquista papal del tercer mundo, pero aislado y distante de quienes toman las decisiones que cuentan en el mundo, y arrinconado por un movimiento laico de grandes dimensiones, ha hecho eco de las críticas en contra del G-8. Cauteloso, declaró oficialmente que la movilización en curso es "una apelación a que los grandes de la tierra escuchen a estos jóvenes contestatarios".
El cardenal Diomigi Tettamanji, arzobispo de Génova, fue más lejos aún en sus señalamientos. Para él, "los ocho grandes representan sólo a algunos países". Y aseguró que "se puede poner en duda la legitimidad jurídica de la cumbre".
Por si fuera poco, el mismísimo Dalai Lama sumó su voz a la de los opositores. Entrevistado por el diario La Repubblica el 28 de junio, el líder espiritual de los tibetanos, matizó su pacifismo usual: "Nosotros tenemos que obligar a los del G-8 a hablar -afirmó- de la realidad de lo que pasa en el mundo. De preferencia con manifestaciones pacíficas. Es muy triste lo que pasó en Gotemburgo, pero eso no significa que no hay que estar en la calle. No contra el encuentro en sí mismo, sino en contra de que los ocho no hablan de las verdaderas cuestiones que hay que discutir. Tenemos que presionarlos por medios pacíficos, pero si no comprenden se requerirá un poco de violencia. Las manifestaciones son siempre en su nacimiento pacíficas (y cuando cambian) se trata de ver cómo evolucionan los hechos y de quién es la culpa si los acontecimientos se vuelven violentos..."
El diálogo
Las conversaciones entre el GSF y el gobierno italiano son uno de los principales puntos de la agenda política italiana de estos días. En contra de la imagen de los globalifóbicos como un circo transnacional errante que viaja por el mundo de protesta en protesta, la movilización en contra de la Cumbre es un punto de definición de fuerzas italianas acompañadas de socios en otros países.
Este 28 de junio se reunieron durante cerca de dos horas en el Palazzo Urigi una comisión de siete personas del GSF y los ministros del Interior y del Exterior de Italia para dialogar sobre los puntos conflictivos de las protestas en Génova.
Al terminar el encuentro, el médico de 43 años Vittorio Agnoletto, un antiguo boy scout, católico activo participante en las luchas del 68 y fundador de la Liga Italiana de Lucha contra el Sida, anunció: "se trata de una victoria", el gobierno ha tenido que reconocernos como interlocutor. Luego añadió que se trataba de dos victorias pues se habían dado garantías para poder manifestarse en las calles de Génova y el gobierno había desmentido la utilización del Ejército.
Cautelosos, los dos ministros que representaron al gobierno en la reunión dijeron: "ha sido un encuentro útil". Apenas un día antes, el viceprimer ministro, Gianfranco Fini, un postfascista del partido Alianza Nacional que cambió su camisa negra por una reluciente camisa blanca con corbata, había asegurado que el Ejército resguardaría el orden en Génova. Cuatro mil 500 hombres patrullarían las calles del puerto mediterráneo durante la reunión del G-8. Sin embargo, 24 horas después, el ministro del Interior, Claudio Scajola, desmintió a su compañero de gobierno. Según el funcionario, en la vía pública sólo habrán policías y carabineros, que, de acuerdo con el Ministro, no usarán armas de fuego. El Ejército resguardará exclusivamente puertos y aeropuertos.
En la reunión el gobierno garantizó la realización de las manifestaciones del 19 y del 21 de julio, y no expresó ninguna intención de cerrar las fronteras a contingentes extranjeros, como el del Tren de la Anarquía, organizado por la asociación inglesa Globalise Resistance, que trasladará a Italia a 500 manifestantes. No aceptó, sin embargo, facilitar un estadio de futbol en Génova para alojar a los contestatarios.
Los siete
Los siete miembros de la comisión de diálogo del GSF son expresiones de la vitalidad y complejidad de la sociedad civil italiana que rechaza la globalización neoliberal. Son todos parte de una importante franja político-social, formada sobre todo por jóvenes, muchos de ellos "invisibles" que no encuentra espacio en la política partidaria tradicional, y que está preocupada por la construcción de alternativas, y activa tanto en la lucha internacional como en los espacios de poder local.
Más que por los recorridos individuales de los líderes que forman el movimiento, la nueva convergencia presente en el GSF se caracteriza por la ausencia de representantes únicos y permanentes. Su composición es heterogénea, un verdadero arcoiris programático y organizativo.
La influencia del zapatismo y del Foro Social Mundial de Porto Alegre y su lema de que "otro mundo es posible" en sus filas es notable. A diferencia de la construcción de identidad a partir de un lenguaje de rechazo predominante durante muchos años en la tradición de la izquierda, resalta la insistencia en el debate sobre las propuestas alternativas. Ello pudo verse con toda claridad en la concurrida asamblea de fundación de ATTAC Italia el pasado domingo en Bolonia.
Además de Agnoletto, el único autorizado para hablar en la reunión con el gobierno, integran la comisión cuatro hombres y dos mujeres con un promedio de poco más de 30 años de edad. Chiara Cassurino, estudiante de ciencias políticas, representa a los Monos Blancos y al grupo Ya Basta! Anna Pizzo es una periodista asociada con la red Cantera Social y con el semanario político Carta, dirigido por Pierluigi Sulo. Massimiliano Morettini, de 30 años, es presidente de la influyente asociación Arci . Fabio Luchesi representa a la red Lilliput, formada por agrupamientos de inspiración católica, por la paz y por un comercio alternativo. Peppe De Cristofaro, de 30 años, es dirigente de Refundación Comunista, y Luciano Mulhbauer, es portavoz de un sindicato autónomo.
El magnetismo del movimiento antiglobalización ha atraído, además, a otro tipo de figuras de la sociedad italiana un poco más heterodoxas. Este 30 de junio en la ciudad de Verona, las actrices porno Valentie Demi, Rosana Doll y Jessica Gaide, en lugar de quitarse la ropa como usualmente hacen, se vestirán con un mono blanco para protestar contra la globalización.