sabado Ť 30 Ť junio Ť 2001
Marcos Kaplan
Mito y realidad de la globalización
La globalización en sus diferentes modos de génesis y desarrollo como constelación de fenómenos y procesos, de conceptos y usos, emerge y se difunde desde 1980.
Como principales factores y aspectos, polos y vectores se da, ante todo, la conjunción y el entrelazamiento de un nuevo orden internacional de alta concentración de poder a escala mundial: la tercera revolución industrial y científico tecnológica, la trasnacionalización, una nueva división mundial del trabajo y un proyecto político de globalización que se corresponde en lo interno con un nuevo modelo de crecimiento neocapitalista. Fuerzas y procesos abarcan la mayor parte del planeta u operan mundialmente. Se multiplican los nexos e interacciones entre Estados y sociedades, y de acontecimientos, decisiones y actividades en una parte del mundo con consecuencias muy significativas para individuos y comunidades en distantes espacios del planeta. Se avanza hacia la unificación de la población mundial. El mundo es estructurado concretamente y concientizado como una totalidad continuamente construida.
Corporaciones trasnacionales adquieren primacía mundial planetaria y mundializan sus estrategias y políticas. La economía de mercado se extiende hacia un solo sistema económico mundial. Se liberan los flujos financieros y movimientos de capital. Surgen y avanzan un capitalismo financiero internacional y especulativo, y un mercado financiero mundial tecnológicamente integrado. Una división mundial del trabajo científico acentúa la desigualdad en el intercambio y la brecha diferencial entre potencias, países desarrollados y en desarrollo. No se liberan los movimientos internacionales de mano de obra y de migrantes. Un sistema mundial de información y comunicaciones (telemática) se vuelve factor fundamental de transformación y supervivencia; el mundo se cubre de redes que tratan en tiempo real las transacciones comerciales y financieras entre diferentes puntos del planeta.
Por otra parte, se multiplican las organizaciones e instituciones mundiales: económico financieras, políticas, estratégico militares. La cultura tiende a globalizarse. Avanza una conciencia universalizante, vehiculada por organizaciones e instituciones trasnacionales en ideología y práctica. Se extiende el concepto de derechos humanos, los movimientos de ciudadanos planetarios, las demandas de justicia penal internacional para delitos contra la humanidad. Apunta la necesidad de regulación y gobernabilidad globales. Una conjunción de factores y procesos restrictivos comienza a poner en tela de juicio la existencia y soberanía del Estado nacional.
El término globalización es usado de modo exagerado y errático en los diversos léxicos y es portador de una fuerte carga política e ideológica; la globalización se establece en muy diversos campos. Su difusión y uso, sin embargo, se acompañan de una gran variedad de formulaciones, contenidos y significados, de imprecisiones y contradicciones. Se carece hasta el presente de una definición sustantiva y rigurosa, de un modelo teórico comúnmente aceptado de lo que se presenta como nueva economía global con el cual confrontar las diferentes manifestaciones e interpretaciones.
Para una de las posturas polarizadas, que ha predominado hasta la crisis asiática de 1997 y sus secuelas, la globalización se está realizando o ya llegó para quedarse. Este tipo de globalización aceptada como inevitable e irreversible, constituiría e impondría una economía totalmente trasnacionalizada o mundializada. En ella se daría la actuación incontrolada del mercado y de la "mano invisible" de grandes corporaciones sin lealtad a ningún Estado, movidas según las ventajas del mercado global. Las economías nacionales serían subsumidas y rearticuladas en el sistema mundial por procesos y actividades trasnacionales.
Mercados y corporaciones, organismos internacionales y Estados de potencias y países desarrollados serían las principales agencias condicionantes o determinantes de la organización y el funcionamiento de la economía, de la sociedad y del sistema político de las naciones. Desde ya se afirma la necesidad y conveniencia, la fatalidad e irreversibilidad del eclipse, el debilitamiento o la extinción de todo lo que es nacional.
La libre movilidad del comercio y los capitales aumentaría los flujos de recursos a los países del Tercer Mundo. Se requeriría de ellos el cumplimiento de requisitos para su plena integración en la globalización y para el logro de un tipo dado de un crecimiento neocapitalista periférico, insuficiente y desigual, centrado en la prioridad a las exportaciones y al financiamiento externo, con ignorancia y desdén de las necesidades humanas y sociales de las mayorías.
Aunque los esfuerzos de clasificación y valoración, y los debates al respecto, están lejos de haber terminado con el triunfo de una de las posturas o tendencias, puede sostenerse fundadamente que la globalización plena no se ha realizado ni está cerca de realizarse de modo total y definitivo, y mucho menos como un "fin de la Historia".
Lo que hoy se pretende denominar globalización se refiere a un conjunto de fuerzas y procesos de naturaleza trasnacional y mundializante, de enorme importancia y trascendencia indiscutibles, pero no es un fenómeno nuevo. En una historia de milenios han existido fases precedentes con altos niveles de apertura, integración e interdependencia internacionales de las naciones, que, sin embargo, no desembocaron en una globalización. Lo que hoy se suele ubicar bajo la rúbrica de globalización no ha cumplido sus pretensiones y promesas en cuanto a un desarrollo más o menos integrado-integrador, general e igualitario de las economías, las sociedades, las culturas, las regiones, naciones y Estados del planeta. No existe, ni parece en el momento presente que llegue a existir, un destino compartido entre unas y otros, y sí un agravamiento de las desigualdades, desequilibrios y conflictos.
El propio avance de las fuerzas y procesos de trasnacionalización y mundialización desgasta o destruye actores y tejidos sociales, bases socioculturales y políticas, que son necesarias para la misma existencia de la eventual globalización y para su reproducción ampliada y su triunfo definitivo. Ello converge en la crisis del sistema económico financiero mundial, del sistema político interestatal y del modelo de crecimiento neocapitalista tardío o periférico que se ha intentado e intenta aplicar en las últimas décadas. La globalización en sentido estricto es un escenario posible, pero no probable.
Si no se ha llegado a la globalización, parece estarse hoy en el tránsito de la mera internacionalización, en avance desde un pasado remoto, pero que se proyecta cada vez más hacia el futuro, hacia nuevas formas de trasnacionalización y de mundialización, a la constitución de un espacio mundial de intercambios generalizados. Con referencia a ello, y a falta de una mejor alternativa, parece lícito usar el término globalización, que así abarca e integra la vieja y la nueva internacionalización, la trasnacionalización y la mundialización.