VIERNES Ť 29 Ť JUNIO Ť 2001
Nora Patricia Jara López
El encuentro Fox-López Obrador
La próxima semana se reunirán por vez primera en seis meses de gestión el Presidente de la República y el jefe de Gobierno del Distrito Federal. Al fin sus agendas se encontraron y decidieron pactar una reunión, luego de que Andrés Manuel López Obrador pidiera ser recibido por el Ejecutivo federal.
El encuentro ocurre en un momento en que los escándalos de corrupción se ventilan en los tribunales de la ciudad de México y las compras de la casa presidencial salen a relucir en los medios de comunicación. Tanto el presidente Vicente Fox como López Obrador se ven sorprendidos por una serie de críticas que aluden a la falta de control de sus gobiernos; uno, el jefe del gobierno capitalino en el caso PAN-DF versus Rosario Robles, y el Presidente en el toallagate.
Incluso, entre los temas planteados por el gobernante capitalino está la tregua ofrecida a Fox para no seguir socavando la figura presidencial, dañada por los anuncios de bajo crecimiento de la economía y la revelación de las mismas prácticas fraudulentas de antaño, en la adquisición de bienes y servicios de la actual administración, como el menaje de las cabañas de Los Pinos. A esto el jefe de Gobierno del DF añadirá en la agenda del encuentro los casos Fobaproa y la venta de Banamex, ambos denunciados constantemente por él mismo, y respecto al primero, tema de campaña política del tabasqueño.
En cada uno de los temas del esperado encuentro, además del Centro Histórico de la ciudad, pretexto de la reunión, se sugieren corrupción o malos manejos administrativos de las partes. A la vez, en este contexto se encuentra el arribo del presidente de España, José María Aznar, quien se entrevistará con Fox, y viene a cuento en este relato porque una de sus principales consignas para ganar la presidencia española por vez primera, fue decir que iba a demostrar que se puede gobernar con la ley en la mano y sin llevarse el dinero público.
Uno de los principales argumentos de la derecha en España para quitar a los socialistas del poder, fue abanderar una de las principales causas de la izquierda europea: el ejercicio de la ética pública, con una campaña anticorrupción ante los escándalos públicos de los miembros gobernantes del PSOE vinculados con banqueros, empresarios y hasta grupos antiterroristas ilegales, que llevaron al hartazgo a los ciudadanos de ese país. Ello culminó con el triunfo del Partido Popular, que postulaba a Aznar, y limpiaron la casa. Guardando distancia, la transición política de España sirve de referencia en medio del cambio democrático que vivimos.
En algún momento, en el Congreso de los Diputados españoles se llegó a comparar al PSOE con el PRI, y ahora que oímos de treguas y acuerdos políticos entre las principales fuerzas democráticas nacionales, es urgente que se integren a estos pactos medidas que vayan más allá de campañas efímeras en contra de las corruptelas del instante, para ejecutar políticas de Estado que promuevan una cultura anticorrupción en toda la sociedad. Esto quiere decir que no vale pagar las toallas presidenciales para acallar la indignación popular, o vivir en la medianía mientras el junior sale a pasear; también hay que cambiar de raíz las viejas prácticas que se benefician ilegalmente del erario público y erosionan la confianza en las instituciones.
La honestidad valiente y la transparencia gubernamental deben dejar de ser slogan y convertirse en una práctica cotidiana; esa fue una de las exigencias ciudadanas el pasado 2 de julio que recién vamos a conmemorar, por lo que el ejercicio de la honestidad y la transparencia con eficacia son el gran capital por alcanzar por parte de nuestros políticos y gobernantes. Ese es el cambio por el que la gente votó y que está dispuesta siempre a recordar. Esperamos que tanto Fox como López Obrador lo tomen en cuenta en su conversación.