PRECEDENTE DE DIGNIDAD
Los
partidos representados en la Comisión Permanente del Congreso de
la Unión decidieron ayer, por unanimidad, presentar ante la Suprema
Corte de Justicia de la Nación (SCJN) una controversia constitucional
contra el presidente Vicente Fox por las modificaciones que el Ejecutivo
federal realizó, por decreto, al reglamento de la Ley del Servicio
Público de Energía Eléctrica.
Desde el punto de vista de los legisladores, tales modificaciones,
que liberalizan y desregulan los términos en los cuales los particulares
pueden vender sus excedentes de energía a la Comisión Federal
de Electricidad (CFE), rebasan los términos de la referida ley y
se contraponen al espíritu de los lineamientos constitucionales
en la materia, por lo que constituirían una extralimitación
del Ejecutivo federal, el cual estaría, de esa forma, invadiendo
funciones que corresponden al Legislativo.
La determinación de los legisladores es un hecho
sin precedentes en la historia moderna de México, toda vez que el
Congreso de la Unión nunca había acudido a la SCJN para deslindar
sus funciones de las del poder presidencial. Siete décadas de sometimiento
de las mayorías parlamentarias priístas al mandatario en
turno generaron una lógica de sometimiento del Legislativo al Ejecutivo
en la cual la controversia de constitucionalidad habría sido inconcebible.
En contraste con aquella sumisión, ayer los representantes de Acción
Nacional, el partido del Presidente, optaron por alinearse con el resto
de las bancadas para respaldar el recurso legal.
El suceso no debe verse como una expresión de ingobernabilidad,
ni mucho menos, sino como un procedimiento que resulta usual, si no es
que rutinario, en los regímenes democráticos consolidados.
El que los panistas hayan respaldado la medida podría leerse como
consecuencia de la conocida rivalidad y animadversión entre el coordinador
de los senadores panistas, Diego Fernández de Cevallos, y el presidente
Fox; pero puede ser interpretado también como muestra de un saludable
espíritu republicano y de una convicción, arraigada en las
filas blanquiazules, acerca de la división de poderes.
Por otra parte, el diferendo no sólo dignifica
al Congreso de la Unión y a las fracciones partidarias que lo integran
en sus dos cámaras, sino también a la SCJN, la cual tendrá
que habituarse, en los tiempos por venir, a desempeñarse con frecuencia
como tribunal constitucional. El episodio dignifica también a la
propia Presidencia, institución que, en los nuevos contextos y alineamientos
políticos, debe convivir en pie de respeto y soberanía con
los otros poderes.
Finalmente, por lo que hace al fondo del desacuerdo, resulta
alentador que los representantes populares hayan salido al paso de una
modificación reglamentaria que parece inscribirse en la tendencia
transexenal de privatización de la industria eléctrica, empeño
que seguirá enfrentando el rechazo y la negativa de importantes
sectores de la sociedad.
|