miercoles Ť 27 Ť junio Ť 2001

José Steinsleger

De la seguridad nacional

Teóricamente, hay consenso acerca de que las agencias de inteligencia y de seguridad nacional de Estados resultan esenciales para que los gobiernos sean viables. El rompecabezas empieza cuando, tras el enunciado, hay que definir el propósito, los objetivos y la metodología que estas agencias deberían utilizar.

A partir de ahí, el consenso desaparece. ƑQué constituye una amenaza real para un Estado? ƑTodos los riesgos políticos, sociales y económicos son riesgos reales? Porque también existen aquellos riesgos que, por su dinámica, resultan tan ambiguos y difusos como la noción de "seguridad nacional".

Si, por los motivos que fuere, el Estado nacional renuncia a su condición de tal, cediendo soberanía y renunciando progresivamente a sus funciones... Ƒdónde se inserta lo "nacional" del Estado? ƑQué garantías tenemos de su rol político, encargado de representar y arbitrar lo mejor que del Estado espera la sociedad?

Es curioso observar que el fuerte cuestionamiento del mundo moderno a la noción "Estado-nación" excluye el rol que cumplen las dependencias del Estado, cuya misión consiste en "hacer inteligencia" y velar por la "seguridad nacional".

En los últimos años, la "seguridad nacional", entendida como fundamento que sostiene la base política y práctica para la existencia de agencias, dependencias y consejos de inteligencia, ha sido sujeta a la evolución y a las modificaciones del "mundo global". Por lo que si la interdependencia afecta por igual a todos los Estados... Ƒdónde se inserta la seguridad de lo nacional?

No hay dirigente político capaz de negar que vivimos en un "mundo dinámico". Por tanto, la "inteligencia de Estado" debería estar capacitada para las alertas tempranas de aquellos acontecimientos políticos, sociales, económicos y militares que son imprescindibles para la conducción del Estado moderno.

Con ello quieren decir que la estatura política de un país no sólo se mide por su potencial económico y militar sino también por la capacidad de su servicio nacional de inteligencia. La inteligencia del Estado está al servicio del país y actúa en el conjunto de naciones con independencia y con objetivos claros. De lo contrario, el estadista moderno carecerá de los datos que le permitan analizar y producir informaciones indispensables para la seguridad nacional.

Impecable bla-bla. Las decisiones que afectan nuestra vida cotidiana se toman en Washington y en las bolsas de valores del mundo financiero. El Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el gobierno de Estados Unidos, por ejemplo, entregan a los Estados nacionales "certificados" de democracia y de política económica, de combate al narcotráfico y de lucha contra la corrupción.

ƑQué rol cumplen aquí los especialistas de la seguridad nacional? Pues al paso que van las cosas aquellos poderes acabarán interviniendo en la elección de nuestras reinas de belleza para que podamos ser "sujetos de crédito".

ƑQué sentido tiene entonces seguir hablando de "seguridad nacional", término que los Estados emplean en forma recurrente como si no supieran qué hacer y qué decir de la "soberanía nacional"? ƑLa globalización incluye una cosa y excluye la otra cosa? ƑSe trata de conceptos afines o la "interdependencia" los excluye recíprocamente?

El año pasado, cuando Ecuador dolarizó totalmente su economía, el presidente Gustavo Noboa respondió a sus críticos: "ƑY quién come de la soberanía?" Pero a los movimientos sociales que en el país andino cuestionaron la medida, el gobernante les amenazó con aplicarles "las leyes de seguridad nacional"...

En tanto, los asuntos que configuran auténticos peligros para la "seguridad nacional" resultan ser, justamente, los temas que muchos políticos y funcionarios se dan el lujo de ignorar: caída del poder adquisitivo y del ingreso per cápita; expansión de la pobreza y entrega de los recursos naturales; destrucción de las economías regionales y desarrollo imparable de un monstruoso sistema financiero especulativo; recesión industrial y mano de obra esclava en la industria de la maquila; desnutrición, mortalidad materno-infantil, propagación de epidemias...

En aras de su sobrevivencia, las entidades públicas y privadas de los Estados dependen cada día más del intercambio libre y continuo de datos, información, conocimiento y de un aparato de inteligencia cuya contribución a la economía, la seguridad y el bienestar público sea concreto y cuantificable.

En la democracia moderna, "hacer inteligencia" y velar por la "seguridad nacional" para satisfacer los intereses y obsesiones de FBI, DEA, CIA, FMI, Banco Mundial, la diplomacia mercantil y los grandes grupos económicos, tiene que ver con el carácter de clase del Estado. Y no con la inteligencia y la seguridad que reclama la sociedad plural.