MARTES Ť 26 Ť JUNIO Ť 2001

Ť Ugo Pipitone

Fidel y Colombia

Cuando vi los titulares con la noticia del desfallecimiento de Fidel quedé atónito y no supe qué sentir. Confieso que no puedo (probablemente por un instinto de audefensa) desear la muerte de nadie. Así que frente a las noticias del padecimiento del Jefe supremo no supe qué sentir. Y creo que vale la pena reflexionar un momento sobre las razones de esta indefinición que, tal vez, no sea sólo personal.

Por un lado, Fidel es uno de los grandes responsables de las derrotas de la izquierda latinoamericana en el curso de las últimas décadas. Su marxismo de sacristía, su reducción de un país entero a una especie de parroquia de virtud compulsiva, su inagotable retórica en que las razones de la Causa privilegian la lectura de la historia, su intolerancia y estrechez mental, son hechos que han retardado la renovación cultural de amplios sectores de izquierda en América Latina. Fidel se ha convertido hace tiempo en un pesado lastre de una izquierda regional que no encuentra las claves para ser componente mayoritario de una transformación radical de estas partes del mundo. Retórica revolucionaria, demagogia nacionalista y un marxismo reducido a una indigerible jaculatoria: esta es la herencia que Fidel nos deja. Una visión maximalista en que los mitos revolucionarios van de la mano con un realismo autoritario en que La Habana se siente cerebro revolucionario regional. Lo que sería patético, si no fuera dramático.

Y sin embargo, por otro lado, no puedo olvidar que Fidel fue una de las cabezas más notables del rechazo juvenil de una generación hacia Batista, su policía, sus asesinatos sistemáticos de opositores y sus vínculos humillantes con Estados Unidos. Y es esto lo que me impide tener sensaciones definidas sobre el posible anuncio del deterioro físico del líder. ƑCómo hacer convivir en una sola cabeza una imagen del hombre que encarnó la dignidad de un pueblo con la imagen actual de un patriarca autoritario, intolerante y megalómano?

Pero es suficiente obligarse a la racionalidad, para saber que Fidel deja un desastre adentro y afuera de su país. Un desastre económico social en Cuba y un terrible atraso cultural y político en la izquierda latinoamericana. Y donde la terquedad inoxidable de un líder incapaz de vivir dentro de la historia ha surtido los efectos más desastrosos ha sido en Colombia. Las FARC y el ELN hace décadas se han convertido en este país en factores de un dramático retroceso civil: expresiones de una obstinada iluminación revolucionaria similar a la del líder isleño. La guerrilla colombiana ha asesinado jueces, periodistas, políticos locales, sin mencionar las ejecuciones sumarias de soldados heridos, el reclutamiento de niños como combatientes, los abusos de los derechos humanos en las zonas desmilitarizadas, los innumerables secuestros y los nexos con el narcotráfico.

Inútil señalar que entre lo que se acaba de mencionar y la corrupción de los gobiernos, el propio narcotráfico y los paramilitares (protegidos por el ejército), Colombia se ha convertido en el máximo ejemplo mundial de una sociedad en disgregación. Un lugar donde asesinatos y secuestros hacen parte de la vida cotidiana. El balance de Amnistía Internacional para el año 2000 es el siguiente: 4 mil asesinatos políticos, 300 "desaparecidos", mil 500 secuestros, 300 mil desplazados internos.

Un par de amigos de regreso de Colombia, me describen Cali como una ciudad sitiada en que los habitantes no se atreven a salir del perímetro urbano por los puestos de bloque en que guerrilleros disfrazados de soldados secuestran a los transeúntes en una cotidiana barbarie que el tropicalismo guerrillero denomina "pesca milagrosa". Una ciudad, como casi todas las mayores ciudades de Colombia, donde los habitantes se convierten en prisioneros de un delirio en que los únicos protagonistas que quedan son la guerrilla, los paramilitares, los narcos y un ejército corrupto, torturador e ineficaz. Los ciudadanos han muerto. ƑQueda alguna razón de sorpresa al descubrir que probablemente es Colombia el único país del mundo en que la mayoría de la población se iría, si pudiera?

Esto es parte del legado que nos deja Fidel: un desastre económico interno y un delirio político externo que, en Colombia, adquiere dimensiones inimaginables.