Lunes en la Ciencia, 25 de junio del 2001



 

En Nueva York se ofrece una exposición con lo último respecto a este tema

El abc del genoma

Pablo Meyer Rojas

Nueva York, especial para La Jornada. El Natural Museum of American History (Museo Americano de Historia Natural) es una joya cultural de esta ciudad. Se puede incluir entre los museos "clásicos" como el MoMa, el Guggenheim, el Met, o el Museo del Barrio. No sólo porque bordea Central Park, sino por la calidad y magnitud de sus exposiciones.

Mi recuerdo de los museos de historia natural es de enormes y viejas galerías llenas de intrigantes esqueletos polvorientos y en las que los dinosaurios son las piezas centrales.

En Nueva York la historia es otra: también un gigantesco brontosaurio resguarda la entrada del museo, pero su inmenso cuello ondulante borra lapastedGraphic2bn sensación de inmovilidad polvosa. La enorme esfera del planetario en el Rose Center le da un toque futurístico y las mantas que cubren las columnas de la fachada anuncian la última novedad: la más grande exposición realizada sobre el genoma.

La idea principal del curador de la exposición Rob de Salle es llevar la genética al nivel del ciudadano común, hacernos interactuar. Es fácil que la reconstrucción de un gigantesco T-Rex impresione, Ƒpero cómo lograr el mismo efecto con una diminuta molécula de ADN? Se realizó un enorme trabajo visual, técnico y de puesta en escena para lograrlo.

La "revolución genómica", título de la exposición, no pudo haberse realizado sin la revolución tecnológica de los 90. Aquí me refiero tanto a los gadgets digitales utilizados en la exposición, como a las técnicas ultra-modernas utilizadas para la secuenciación, almacenamiento de información y el ensamblaje de todas las piezas del genoma humano. Nada de polvo tiene esta exposición que utiliza pequeñas pantallas digitales, pantallas interactivas, hologramas, proyecciones, encuestas en línea y esculturas para que interactúe el mundo moderno con la prehistórica molécula de ADN.

A la entrada de la exposición se puede ver girando un pequeño frasco transparente que contiene ADN. En realidad es un holograma y el frasco desaparece al intentar sujetarlo. La interacción entre un humano y una molécula no puede ser más que virtual o comparativa. Tres pilas de 40 directorios telefónicos de Manhattan (poco menos voluminosos que los del DF) que van girando para formar una hélice, nos dan una idea de la cantidad de papel que se necesitaría para transcribir las 3.2 mil millones de letras (cada una representa las bases A,T,C y G) que forman nuestro genoma.

En una pantalla aparecen sucesivamente las imágenes de los organismos cuyo genoma ha sido secuenciado y se mide su similitud: el humano es genéticamente similar al ratón en 90 por ciento, 21 por ciento a un gusano y 7 por ciento a una bacteria.

La exposición pasa de lo virtual y comparativo a lo tápastedGraphicbnctil vía un laboratorio en donde los visitantes pueden darse cuenta de lo sencillas que son las técnicas para aislar y secuenciar ADN. Una doble hélice metálica a escala humana es la versión artística de otra doble hélice plástica cuyos escalones, de cuatro diferentes colores, representan las cuatro bases del ADN. Al ser girados estos escalones cambian de color, es decir la base "muta" (por ejemplo de A a G) y ocasionalmente las mutaciones crean cambios en la imagen proyectada de una mosca. Nada más didáctico para un niño que jugar a crear mutaciones y al girar las bases ver como aparecen moscas con alas chatas, con ojos blancos, con patas en la boca. Una mutación se relaciona generalmente con algo horrorífico impactante (el pescado con tres ojos de los Simpson) o con enfermedades (diabetes, cáncer). Lo cierto es que los organismos genéticamente modificados no son distinguibles a simple vista y en Estados Unidos dos tercios de los alimentos vendidos contienen organismos genéticamente modificados (tendencia que poco a poco se concreta en México).

La historia de la familia X cuya hija nació con deformaciones y un defecto en la medula parece cuento de hadas. Al tener su segundo hijo los padres decidieron escoger al bebé que sería genéticamente compatible para donar médula a su hermana mayor. Para esto al hacer fecundación in vitro escogieron con tests genéticos el embrión compatible, transfirieron el embrión al vientre de la madre y tiraron los restantes. El bebé nació felizmente y salvó una vida al donar tejido de médula a su hermana mayor. El optimismo que rodea la "revolución genómica" es latente; hay problemas sí y dudas que resolver, pero el tren de la revolución está lanzado y sus éxitos no hacen más que encarrelarlo. La exposición termina con la proyección en una pantalla de la silueta de quien se pone enfrente. Lo curioso es que la silueta está formada por las letras A, T, C y G, metáfora de que todos los seres vivientes de esta tierra estamos compuestos de ADN. šBasta ponerse frente a una pantalla para comprobarlo!

PD: Al final de la exposición distribuyen una revista para niños con juegos para entender mejor la genética, el ADN y el genoma. Como muestra del creciente interés que hay por la comunidad hispana en NY (que incluye 250 mil mexicanos) se distribuye una versión en español.

El autor cursa su doctorado en física biológica en la Universidad Rockefeller, en Nueva York, EU

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