LUNES Ť 25 Ť JUNIO Ť 2001

ƑLA FIESTA EN PAZ?

Leonardo Paez

TAURINISMO FOXISTA

AUNQUE EL PRESIDENTE Fox, en otra de sus contradicciones alegres, aseguró que ya ''no habrá temas vedados ni asuntos que se escondan'', sobran asuntos y temas que al llamado régimen del cambio no le interesa ventilar, exhibiendo, antes que sesudas estrategias político-mercadotécnicas, sordera hacia las expectativas de sus electores.

TEMAS TAN VEDADOS como responsabilizar a los funcionarios de primer nivel involucrados en el último saqueo sexenal, en un borronycuentanuevismo que en nada ayuda a recuperar confianzas; o los verdaderos autores de los asesinatos de Posadas, Colosio y Ruiz Massieu, o la grotesca incongruencia entre los intocables contenidos televisivos comerciales y la educación de chiquillos y chiquillas de México, o el aborto, o la contaminación, o la eutanasia y, en el colmo de la fresez ideológica, la fiesta de toros.

EN RELACION CON el espectáculo taurino, o lo que de éste va quedando, el primer mandatario simple y campiranamente ha dicho que por un acuerdo con el Partido Verde Ecologista -Ƒo en un descuido con el presidente Bush?-, no puede tocar ni con el pétalo de un adjetivo tan espinoso tema, mientras en España el rey, de traje y corbata pero sin botas vaqueras ni presumir de ranchero, asiste a las corridas y acepta brindis.

ESTE MUTISMO PRESIDENCIAL pseudoecológico y proteccionista de mascotas con respecto a una expresión tradicional de la cultura mexicana, tiene por lo menos tres efectos negativos: 1) La celebración de acuerdos, con fines electoreros, de espaldas a la ciudadanía en algo de su incumbencia, puesto que la fiesta brava es patrimonio del pueblo de México y no de eventuales promotores o enemigos de aquélla; 2) La actitud de los autonombrados taurinos, amigos del poder, antes que de Fox, concretamente los empresarios y ganaderos más importantes, renuentes como nunca a observar el reglamento taurino, y 3) La comprobación de que, por lo menos en materia taurina, México seguirá igual o peor que con De la Madrid, Salinas y Zedillo, que no supieron ver ni oír las graves consecuencias políticas de dejar la fiesta de los toros en manos de un librempresismo sin sensibilidad, preparación ni espíritu de servicio.

CURANDOSE EN SALUD, un aficionado foxista se apresuró a declarar: ''Quien piense que el Presidente tiene que resolver todos los problemas, no está al día en lo que está sucediendo. La sociedad, sus organizaciones, sus empresarios, son los que tienen que hacer los cambios. La obligación del gobierno es no estorbar, estimular, pero no resolver (sic), porque eso pertenece a los hombres que quieren hacer el cambio (resic). La crisis taurina tiene que ser resuelta por los actores (sicazo) que presentan al público un espectáculo y que, obviamente, lo están haciendo muy mal''.

LO REVELADOR DE esta opinión es que fue externada por Guillermo H. Cantú, quien fuera presidente de la Comisión Taurina del Distrito Federal que actualizó el reglamento taurino vigente y, en su momento, entusiasta partidario de que la autoridad vigilara la observancia del marco jurídico correspondiente, para ahora afirmar que han de ser ''los actores'' quienes enderecen el agujereado barco taurino. Olé por el cambio.