LUNES Ť 25 Ť JUNIO Ť 2001
TOROS

Ť Cuando niño, toreaba por las noches en los potreros del campo bravo neoleonés

Desde 1984, semana a semana, Fidel Hernández anuncia las corridas de toros en Monterrey

Ť Nunca tuvo un promotor que lo impulsara Ť Ahora se viste de charlot en festivales

LUMBRERA CHICO ENVIADO

Monterrey, NL, 24 de junio. Es alto, espigado, moreno, tímido. Usa el pelo largo para hacerse la coleta sin echar mano de añadidos. Tiene 45 años, pero hace 30, cuando era apenas un niño, se iba por las noches a los campos bravos de estos desiertos del noreste mexicano, y se metía en los potreros para cuajarle un quite por verónicas a un pavo que a veces era de La Playa, a veces de El Cerrito y a veces de Las Golondrinas, que son las tres ganaderías de mayor renombre en la árida periferia de Monterrey.

dibujo TOROSSe llama Fidel Hernández y cuando se le pregunta por los bichos que fueron lidiados la semana pasada o una década atrás, tanto en la Monumental Lorenzo Garza de esta ciudad, como en Cadereyta o en Guadalupe, el hombre extiende los brazos, muestra los puños cerrados y despliega el dedo meñique de cada mano para evocar los diamantes del pitón de aquellos toros o novillos que ocupan la zona central de su anécdota.

-Estaban así -dice-, bien puestos los condenados.

Es que Fidel Hernández cuando va a los toros no abre la boca, sea para comer, que no come; sea para beber, que no bebe; sea para gritar, que no grita, porque él mejor que nadie sabe lo que está ocurriendo en el ruedo, lo que están padeciendo sus compañeros allá abajo y, en consecuencia, me cuenta, ''suda''.

-Yo sudo como si estuviera toreando, y me angustio tanto, que después de la corrida salgo completamente agotado y me tengo que ir a dormir.

Un hombre del toro

Pero Fidel Hernández, a quien le sobra la afición y la derrocha, nunca tuvo un padrino que anduviera metido en el cuento, bien parado con las figuras y los ganaderos, para conseguirle contratos, invertir unos pesos en comprarle avíos y ropa de torear, y publicarle fotos en los periódicos. Algo tarde, al ver que ninguna puerta se le abría, un domingo se lanzó de espontáneo en la plaza de Cadereyta. Y le fue bien. El público lo arropó, magnánimo, y el empresario le dio oportunidad colocándolo en el cartel a los ocho días. No pasó la cosa de allí. Pero se agenció valiosos contactos que le permitieron aparecer como subalterno de las incipientes figuras locales del momento. Y de esta forma labró el discreto prestigio de su eficacia como banderillero.

Desde entonces -y son 20 los años que a la sazón han transcurrido?, Fidel Hernández ha sido llamado muchas veces como sustituto de algún diestro en alguna desconocida feria de pueblo. La semana pasada, ''precisamente'', subraya, ''me contrataron como torero bufo para hacer charlotadas en una exposición industrial que hubo aquí, en Cintermex''. Y redondea la faena:

 -Yo soy torero y hago lo que sea con tal de seguir en el baile. Porque sí, pues qué le vamos a hacer, si esto es lo mío ?y repite?, yo soy torero...

Pega 700 carteles por semana

En premio a su tenacidad, Fidel Hernández ha conquistado un sitial único en el mundillo de la fiesta brava de Monterrey. Desde hace 17 años, cuando era empresario el recién fallecido Arturo Tamez, que regenteó con altibajos la Monumental Lorenzo Garza, Fidel Hernández obtuvo un nombramiento que a estas alturas considera vitalicio. Es él, y nadie más, quien semana a semana recorre bares, cafés, restaurantes y centros turísticos y culturales con el encargo de fijar, en algún lugar bien visible, los carteles que anuncian la corrida del siguiente domingo.

 ''Cada semana pego como 700 carteles por toda la ciudad -explica-, pero eso no es lo mío. Yo soy torero''.

 Hoy, bajo la férula de los señores Alfredo Sahagún y Luis Durán, los nuevos empresarios de la Lorenzo Garza, que representan en estas tierras los intereses del emporio de Alberto Bailleres, Fidel Hernández se detiene a charlar para contar su vida a este cronista en un rincón del Café Nuevo Brasil, donde por cierto, dice, no suelen reunirse los taurinos.

Y de este modo se van las horas, hablando de los tres regiomontanos que han marcado la pauta en esta ciudad, Garza, Martínez y Cavazos, y de los jóvenes que no se ve que despunten por ningún lado.

-¿Y cuándo te vuelves a vestir de luces, Fidel?

-Inmediatamente, gachó -responde-, nomás que me llamen.