LUNES Ť 25 Ť JUNIO Ť 2001

José Cueli

El vacío torero

Como cantaba Miguel Hernández a Joselito El Gallo su toreo curvo, no lineal -como se acostumbra actualmente- en el que juzgan la presencia y la ausencia, el estar y no estar y la vida muerte que invocan lamentos, oles, y voluptuosidad en la tarde de toros: Lento, muy lento, muy lento/como el trapo colorado/como corazón planchado/entró José en su elemento.

Tercio con natural de lujo/donde envidio el juego expuesto/avanzo el alto testuz/de aquella noche lunera/casi escarbando la vera/casi el centro de la luz.

Sin alterar la postura/sobre el mármol de su pie/más que torear José/formaba una escultura.

Sólo giraba aquella mano/ante aquella muerte fuerte/cuyos intentos de muerte/siempre resultaran vanos.

Fuerza musical -ritmo, armonía, pausa- que le atrapaba y difería. Miguel, identificado con José El Gallo, buscaba la muerte para saber de qué estaba hecha. Al igual que algunos toreros, algunas tardes, en algunos lances. Al igual que los aficionados ''cabales'' identificados con algunos toreros, algunas tardes, buscamos de qué está hecha la muerte. La muerte representada por ese Berrendo en negro lucero/que salió cornilargo espanto/bragao pero no tanto/no tanto como el torero.

Ese berrendo representante de la presencia y la ausencia, de la vida y la muerte, del barro que encierra el vacío, del ruedo y sus tablas que cubren a su vez otro vacío. ƑPor qué privilegian el lance y no el vacío que dejan al torero y al aficionado en el desamparo?

En la misma forma que al toro/debió quedar el toril/triste apagado vacío/como sin caudal un río/después del parto cerril...