DOMINGO Ť 24 Ť JUNIO Ť 2001
Marta Lamas
El escándalo del caso Paulina /y II
Con la prueba del ADN, que irrefutablemente confirma que el detenido no es el padre de Isaac, se desata el escándalo: Paulina ha mentido (se llega incluso a sugerir que ya estaba embarazada con antelación), todo es una trampa de las organizaciones feministas, el presunto violador es una pobre víctima. De esta manera se echa una cortina de humo sobre lo que está en juego, se desacredita a Paulina y el gobierno panista evade más fácilmente la obligación de reparar el daño. En ese sentido, no es una casualidad la campaña que ha montado la derecha (obispo de Tijuana y Comité Nacional Pro-Vida a la cabeza) para hablar de la supuesta manipulación del caso Paulina.
Desgraciadamente, la impartición de justicia en nuestro país no se caracteriza por ser eficaz, ni eficiente. Pero hablar de manipulación, mala fe o trampas de Paulina y su familia por la prueba de ADN me parece fuera de toda proporción. ƑPodía Paulina, amenazada, asustada, con la cabeza tapada y con el espanto de la violación a cuestas, distinguir si fue uno o fueron dos quienes la violaron? ƑPasar de una primera hipótesis a otra posterior es una actitud dolosa o tramposa? ƑNo ocurre con frecuencia con las investigaciones que en su transcurso se van afinando las hipótesis iniciales? Es cierto que a partir de la prueba del ADN se introduce la hipótesis del segundo violador, pero ello se deriva de la nueva información. šQué bueno que la prueba del ADN introduzca dudas en la investigación! Sea porque hay un inocente detenido o porque otro culpable anda libre, bienvenido todo elemento que esclarezca aún más lo que ocurrió la fatídica noche de la violación.
Pero no hay que confundirse. Lo que hoy está bajo sospecha es la culpabilidad del presunto violador, no la buena fe de Paulina y sus familiares. Es la calidad de la investigación policiaca en Baja California la que está en duda, no la exigencia de justicia de una adolescente violada a la que una autoridad médica le negó su derecho legal a abortar, aprovechándose de la vulnerabilidad social de ella y su familia. El caso Paulina es paradigmático porque encarna todas las agravantes de la vulnerabilidad social en nuestro país. Si Paulina no hubiera sido pobre, se habría cruzado a abortar a San Diego, como hacen muchísimas mexicanas. Si ella y su familia no compartieran la ignorancia que tienen muchos compatriotas respecto a sus derechos habrían podido exigir mejor el aborto legal. Si la mamá de Paulina hubiera pertenecido a otra clase social no se habría dejado atemorizar por el médico que le dijo que había muchas probabilidades de que la chica muriera durante el procedimiento de aborto y que ella, la madre, iba a ser la responsable.
Por eso es un escándalo la campaña que se quiere armar contra Paulina. Por atacar a los grupos feministas que quieren ampliar la ley de aborto, muchas personas y organizaciones de derecha atacan a Paulina. A esa mezquina campaña colaboran, tal vez sin proponérselo, quienes distorsionan la información, quienes intentan a toda costa "culpar a la víctima" y quienes le buscan tres pies al gato, como equivocar la fecha de nacimiento de Isaac (que fue abril y no marzo) para sugerir que el de Paulina no fue un embarazo a término.
Las diversas personas y organizaciones que deseamos que el gobierno de Baja California repare el daño que ocasionó un funcionario público que se dejó llevar por sus creencias religiosas en vez de cumplir la ley, también queremos que se aclare la culpabilidad o inocencia del detenido. Eso lleva a exigir una mejor investigación judicial, pero de ahí a dudar sobre los demás hechos comprobados hay un trecho muy amplio. La incertidumbre (importante, sin duda) sobre la identidad del violador no debe oscurecer el fondo de lo que está en juego: que los derechos sean respetados y que nunca más un funcionario público evada la ley que permite el aborto en casos de violación.