DOMINGO Ť 24 Ť JUNIO Ť 2001
Antonio Gershenson
Subsidios financieros y reforma fiscal
El dinero que se deje de pagar con la venta de Banamex al Citibank, por estar exentas de impuestos las operaciones en la bolsa, es casi el monto necesario para construir una nueva refinería de petróleo en México. Si la instalación se hace junto a la actual refinería de Salina Cruz, y aprovechando la infraestructura de la misma; y si el diseño de la refinería no se basa en copiar modelos extranjeros sino en resolver los problemas del país, eliminando la importación de combustóleo bajo en azufre y reduciendo la de otros refinados, y aprovecha nuestros propios recursos humanos y materiales, entonces el orden de magnitud de la exención citada y de la instalación de la refinería es el mismo.
Sin embargo, funcionarios de Hacienda han planteado, en discusiones sobre la reforma fiscal en las que se presentan alternativas frente a la oficial, de cobrar IVA a alimentos y demás, que los posibles ingresos derivados de eliminar las exenciones y privilegios al sector financieros son casi irrelevantes y no resolverían el problema de falta de recursos del gobierno federal.
En el ejemplo que citamos se trata de una sola operación, de las muchas que se llevan a cabo diariamente en la Bolsa Mexicana de Valores. Será la más grande, pero es una sola. Y hay otros subsidios y apoyos al sector financiero. Una de las razones para que sea tan atractiva para el comprador la adquisición de Banamex por parte de Citibank, a pesar de que en el país está declinando la producción industrial y agrícola y los niveles de crédito al público son muy bajos, es el enorme monto que le estará pagando el gobierno federal, por concepto de los pagarés del Fobaproa-IPAB.
Ahora ya tenemos un reconocimiento oficial de que el país está en recesión. Pero se dice la mitad de la verdad, apoyándose sólo en el producto interno bruto (PIB) del país, indicador para el que todo movimiento de dinero tiene el mismo valor. Pero en este indicador está oculta una realidad en la que el valor de la producción industrial y de la producción agrícola ha estado cayendo a lo largo de este año. Y el único sector en el que se mueve más dinero que antes es el llamado sector terciario, de servicios, que incluye al sector financiero y dentro del mismo, operaciones como la que ahora se anunció con la venta de Banamex.
Para algunos beneficiados no hay ni siquiera recesión, pero para la mayor parte de la población, y para los sectores productivos de la economía, no hay recesión sino crisis, y las medidas oficiales no sólo no la contrarrestan sino la profundizan. El Banco de México sigue retirando dinero de la circulación cada día. La gran medida de "aliento" fue que ahora, en vez de retirar 400 millones de pesos diarios como venía haciendo en las últimas semanas, está retirando 350 millones. En vez de tener el freno metido al 100 por ciento, lo mete sólo al 87.5 por ciento.
Si, sobre todo esto, las autoridades lograran que el Congreso apruebe el cobro de IVA a alimentos, medicinas, libros y demás, esto va a estrangular todavía más el poder adquisitivo y la demanda interna, va a profundizar todavía más la crisis. Para la tecnocracia, desde hace años ha sido pecado mortal subsidiar las tortillas, al tiempo que la máxima virtud es subsidiar a una parte de los banqueros y financieros. Los empresarios ahora en el poder han dejado que los tecnócratas sigan a cargo de las finanzas públicas y, en los hechos, del manejo de la economía nacional. Casi 80 por ciento de los votantes del 2 de julio optamos por el cambio, pero ese cambio no se ha dado en este terreno fundamental. Es la hora en que siguen cerradas numerosas fábricas que pararon sus actividades por los altísimos precios del gas natural, precios que nada tienen que ver con los costos mexicanos para producirlo, sino con la decisión de que se les fije conforme a los precios del sur o el sureste de Texas.
Para la mayoría de los mexicanos, la necesaria reforma fiscal no pasa por encarecer con el IVA alimentos o medicinas, sino por devolver la prioridad al mercado interno sobre un mercado externo ahora contraído; y por devolver la prioridad a la inversión productiva, pública y privada, devolviendo al sector financiero el papel que debe jugar: la prestación de servicios en su ámbito. Que los bancos vuelvan a vivir de lo que prestan, y que presten también para proyectos productivos.