SABADO Ť 23 Ť MAYO Ť 2001
COSAS DE FUTBOL
Josetxo Zaldúa
Nadie en su sano juicio puede envidiar a Javier el Vasco Aguirre. Asumir ahora el timón de la selección nacional es un acto casi heroico. Hombre de hablar directo y recio, Aguirre tiene en realidad poco que perder. La afición y los expertos dan por sentada la eliminación del Tri, luego casi nadie crucificará a Aguirre si no logra colocar al combinado nacional en el Mundial coreano-japonés.
Pero si los jugadores, inspirados por las musas, ganan los 15 puntos que quedan por disputarse y los equipos que ahora van arriba son afectados por la pájara que actualmente invade a nuestros futbolistas, y todo eso deviene en la clasificación mexicana, pues entonces el Vasco será elevado al Olimpo de los dioses futboleros y su hazaña será recordada para siempre.
Este último es el teatro de los sueños para los directivos de las patadas nacionales. El milagro Aguirre será su milagro. Dirán entonces que gracias a que ellos ficharon al mister es que México consiguió la clasificación. Y entonces, como todos seremos felices, los perdonaremos, olvidaremos que su nefasta actividad no tiene que ver con la mala suerte, sino con la incapacidad y con unos intereses que son más particulares que colectivos.
El futbol nacional es una suerte de mafia legalizada. Hacen y deshacen a su antojo, se rigen por leyes y reglamentos que ellos elaboran. Si un jugador (el caso Mora es elocuente) tiene las agallas de defender sus derechos, estos señores de pantalón largo e ideas futboleras cortas sacan a pasear todo su arsenal de amenazas y, sin empacho, declaran que el rebelde será echado del balompié nacional.
Y los derechos humanos, y la Constitución... bien gracias.
Un mundo de fantasía
Está por verse ahora si Aguirre tiene el carácter que aparenta. Tal vez la piedra de toque para medirlo estribe en la manera que va a conducirse a la hora de llamar a los seleccionados.
Y es que es medio obvia la relación existente entre el valor de la ficha de un jugador y si es o no seleccionado. Claro, eso sirve nada más para el futbol nacional, para encarecerlo vía inflación.
Porque a efectos de que sean fichados por un club europeo, la verdad poco importa eso. Las fichas de nuestros jugadores son muy caras, de ahí que en casos como los de Torrado y Blanco (Tenerife y Valladolid, respectivamente) esos clubes insistan en negociarlos en calidad de préstamo.
Si se trata de grandes estrellas no se daría ese tipo de situaciones y ahí están los casos de los recientes fichajes del Barcelona (el portero italiano Toldo y el creador argentino Riquelme), por quienes el club catalán deberá desembolsar casi 50 milones de dólares.
Da la impresión de que nuestro futbol vive en un mundo de fantasía, ajeno a la realidad nacional. Hay en la nación futbolera la creencia en dirigentes y súbditos de que tienen el derecho a gobernarse con otras leyes y claves. Y pues, la verdad es que también ellos deben dar cuentas y deben regirse por las mismas leyes que el resto de los mortales.
Pero, Ƒy quién le pondrá el cascabel al gato?