SABADO Ť 23 Ť JUNIO Ť 2001
ƑLA FIESTA EN PAZ?
Leonardo Páez
Feria y exposición
CON UN LLENO "hasta la bandera", como antaño se decía de una plaza donde no cabía un alfiler, dada la capacidad de convocatoria de los alternantes y del ganado a lidiar, el pasado martes fue inaugurada la primera Feria del Libro y las Letras Taurinas en la bella Casa Universitaria del Libro, que desde hace diez años atinada y desprejuiciadamente dirige María Dolores Davó.
ESTA ORIGINAL FERIA, organizada por la Comisión Taurina del Distrito Federal, a través del entusiasta Jaime Rojas Palacios, reunió a 20 expositores, unos cuantos matadores -Gabriel España, Pepe Luis Vázquez, Ricardo Balderas, Miguel Cepeda El Breco, Miguel Reyes El Biafra, Edgar Palacios y Felipe González-, tres pintores -Reynaldo Torres, David Cárdenas y Sánchez de Icaza- y a no pocos interesados en esta literatura.
SIN EMBARGO, HA sido notoria la ausencia de editoriales y editores -salvo Noriega, Bibliófilos Taurinos y Miguel Carranza, de Torerísimo de México- y prevalecen los libreros y anticuarios -Pepe Rodríguez, Diego Carmona, Paco Domínguez, entre otros-, quienes exponen lo mismo libros de actualidad que obras de colección, grabados preciosos, revistas inconseguibles o videos.
SIN EMBARGO, LO que se quiso feria, en el sentido de reunir a productores y compradores para exhibir e impulsar novedades y agilizar transacciones -en este caso, editores, autores y promotores- se quedó en modesto tianguis librero, donde un mismo título es vendido por la Casa de Arte Torerías en 160 pesos, mientras enfrente Gandhi lo tiene a 90, o alguien ofrece la maravillosa Tauromaquia de Ruano Llopis en 12 mil pesos, y tres puestos más adelante piden 16 mil. Seguramente en próximas ferias las cosas podrán tener otro nivel.
POR CIERTO, NO acudieron ni verdes ecologistas ni Super Animal ni protectores de mascotas, que por lo menos hubieran adquirido algunos títulos con los cuales informarse y poder impugnar, con conocimiento de causa, la abismal diferencia entre los cánones tauromáquicos y la subdesarrollada realidad taurina que padecemos. Por ello tampoco asistieron empresarios, ganaderos, autoridades ni crítica especializada, sabedores de que a menos cultura, más anarquía.
LA ORIGINAL EXPOSICION Arte fotográfico y fiesta brava, de la fotógrafa Rosa Elmira Pérez, continúa hasta fin de mes en la Galería Reverso, de Vicente Suárez No. 38-A, colonia Condesa.
COMO OCURRE SIEMPRE que alguien no especializado, pero sensible y desprejuiciado, se aproxima al espectáculo taurino, en 18 imágenes en blanco y negro, muy bien trabajadas en papel de fibra, la autora ofrece una visión diferente, novedosa y fresca, precisamente porque Rosa Elmira repara en lo que los conocedores omiten, consideran irrelevante o no logran captar: la textura de la piel del castoreño o sombrero ancho del picador, unas manos delicadas y tensas que lían el capote de paseo, la patada dramática que rompe el fémur de Mari Paz Vega, o un receloso toro olfateando el cerrojo que lo liberará hacia el ruedo. Vale la pena aproximarse a tan insólitas visiones.