SABADO Ť 23 Ť JUNIO Ť 2001
SPUTNIK
El perro de la damita
Ť Juan Pablo Duch
Moscu, 22 de junio. De chejoviana inspiración, con el permiso de don Antón Pavlovich se invierte el orden de los personajes, el título de esta entrega relega a segundo plano a la publicitaria reina del tenis sin corona, Kourni, pues para hablar de piernas, con propiedad y no de simples miradas, haría falta tener a la mano el objeto de adoración.
Además, incluso matemáticos distinguidos no terminan de ponerse de acuerdo, en rigurosos cálculos a libidinoso ojo de buen cubero, herramienta tan visual como tristemente virtual, cuántos centímetros hay en-tre la cintura y el dedo gordo del pie derecho, el izquierdo también serviría, de la diosa del revés y del delante, aunque tal vez sea la primera vez que se usa el tenístico calificativo.
A falta de cinta métrica, y de dinero para comprar un boleto de avión Moscú-Miami, donde Kourni fijó su residencia, es mejor hablar de su perro. Más aún que, šcómo estarán las rusas, las otras sobre to-do!, Anna Kournikova no entra en la clasificación de las cinco deportistas locales más guapas, según reciente encuesta entre sus exigentes compatriotas del sexo opuesto pero complementario.
En cambio, su perro, seguramente, a juzgar por los ingresos de Kourni, podría ser campeón de su canina categoría, aunque entre sus virtudes no esté montar bicicleta como los canes del circo de Moscú, ya que tan escaso de estatura ejemplar no alcanzaría los pedales con las patas. Aun así, es merecedor de injustas caricias que millones de embobados admiradores, de Kourni se entiende, jamás obtendrán como premio, incluso si se esfuerzan en ladrar.
Al hablar de lo que significan los perros en este país, habría que señalar que un número incalculable de rusos está convencido de que su cuadrúpedo ídolo es el verdadero dueño y señor de la casa, de la suya y también de los vecinos. A estos, presumible la respuesta, no se les pregunta, simplemente se da por descontado que les encanta ponerse a jugar dominó, por ahí de las cuatro de la mañana, mientras el perro de al lado, de arriba o de abajo, tiene ganas de ser escuchado.
Los pragmáticos ya no compran despertador, sobra con la madrugadora sinfonía de ladridos. El método es efectivo a más no poder. Lo malo es que ni los amos ni los vecinos pueden programar la hora y todos empiezan a depender de las impredecibles necesidades fisiológicas de los perros del edificio, sin contar las propias.
Los perros no sólo traen molestias, aseguran los que tienen uno. La frase suena rara en labios de quienes, al menos aquí en Rusia, se ven obligados a sacar a pasear a su incontinente mascota a la inconveniente hora de las cinco de la mañana, con unos 20 grados bajo cero, en pleno invierno.
En verano es, desde luego, diferente y sobre todo da gusto ver que no se murieron los tres ejemplares de perro pelón mexicano que había y, en una de esas, hasta van a tener rusa descendencia. Aunque el clima no parece propiciar que les salga pelo a los xoloitzcuintles, igual se llega a crear, en un descuido durante el paseo en cualquier parque de por acá, una raza de borzoi pelón.
La verdad es que es poco probable que alguien promueva semejante cruza de modo intencional. Tendría que ser muy extravagante, pero también orate, ya que el borzoi, resultado de una cruza entre greyhound arábico con norteño perro nativo, se distingue por tener una piel abrigada para soportar el frío y se creó, en el año 1200, para cazar zorros en invierno.
Justo es reconocer que, para mantener la pureza de la mexicana raza, un entusiasta ruso acaba de inaugurar una página personal en el segmento local de la Internet, dedicado a exaltar las virtudes y horrenda belleza del xoloitzcuintle. Todavía no em-pieza a vender cachorros, pero desde ahora recomienda tener uno y, para los que todavía dudan, pone de ejemplo, en pictórica referencia histórica, a los geniales Diego Rivera y Frida Khalo, que tuvieron varios.
Es tan grande el amor del ruso por el perro que basta con salir a la calle para ver ejemplares de todas las razas, tamaños y colores, con fino collar y medallas de ex-posiciones algunos; satisfechos de su pe-rruna vida la mayoría; hambrientos los ca-llejeros, que en estos tiempos de crisis no son pocos.
Algunos hasta se hacen famosos y alcanzan las páginas de los periódicos locales, como un salchicha, Willi de apodo, que desapareció hace uno días. No es el primer perro ruso que se pierde, pero sí el único que sabe deslizarse en patín del diablo, empujando con las patas traseras su alargado cuerpo, revelaron los acongojados amos a un diario de Moscú, y pidieron publicar su foto por si alguien lo ve pasar como un bólido por la céntrica calle Gorki, hoy llamada Tverskaya.
Como colofón del canino tema, la foto de Kourni, como se le llama aquí, confirma que hay una evidente vinculación entre el perro y el deporte. Y no sólo en Rusia. En México, por ejemplo, la hipótesis se comprueba cada vez que juega la futbolera selección nacional: ya se está volviendo lamentable costumbre recibir en la cancha una goliza de perro bailarín.