sabado Ť 23 Ť junio Ť 2001

 Marta Lamas

El escándalo del caso Paulina /I

HOY SE SABE CON certeza, por la prueba de ADN, que el hombre detenido en relación con la violación de Paulina no la inseminó. Para GIRE, la duda que introduce la prueba del ADN no es respecto al hecho de la violación, ni al derecho a abortar que le fue conculcado a Paulina, ni a la ilegalidad de la conducta del director del hospital público en Mexicali, ni a las acciones intimidatorias de los integrantes de Pro Vida, ni a la incomprensible resistencia del gobierno panista a cumplir la recomendación de la Comisión Nacional de Derechos Humanos. La duda que tenemos en GIRE es respecto a si el detenido es o no culpable: existe tanto la posibilidad de que Paulina se haya confundido al reconocer a su violador, y que ese sujeto sea absolutamente inocente, como de que él haya estado esa noche de violencia y esté cubriendo a su cómplice.

El relato que hace Paulina a la autoridad judicial la madrugada de la violación, tal y como consta en la averiguación previa, cuenta que se despierta porque siente que le pican el cuello, a la vez que oye una voz de hombre que decía: "Levántense hijas de su pinchi madre". El sujeto traía cubierto el rostro y les dice que se tapen (para que no lo vean) pues si no va a "matar a uno de los chamacos" (los hijos de Janet, la hermana). Paulina relata que el tipo trata de meter "su parte en la mía", y para que abra más las piernas la pica con una navaja, ocasionándole una herida en el muslo (misma que queda registrada durante la revisión médica y aparece en la declaración). El sujeto se vuelve a parar buscando dinero, sale de la casa y ella alcanza a oír su voz diciendo: "¡Ey güey, no encuentro nada!". Paulina dice que después de unos instantes vuelve a entrar, y otra vez se le echa encima y vuelve a introducir su pene en su vagina, y en ese momento siente humedad, "pero resultó ser mi sangre, ya que este sujeto me lastimó demasiado". Después se quita de encima de ella, sigue "revoloteando" por el cuarto y continúa amenazándolas diciéndoles que las va a matar, y las obliga a que se tapen con las sábanas.

Despertada en la madrugada, amenazada de muerte si lo miraba, obligada a taparse la cabeza y con el horror de la violación encima, es difícil que Paulina pudiera distinguir si la violaron uno o dos individuos. Lo que relató y quedó consignado en la averiguación previa fueron dos momentos de la violación, el segundo con dolor y con mojadura, separados por la salida del tipo y por la frase -"¡Ey güey, no encuentro nada!"-, que implica la presencia de un cómplice.

Ahora bien, hasta donde dan mis luces, el hecho de que el presunto violador no sea el padre de Isaac sólo puede ser por dos razones: porque en verdad él no estuvo en el lugar del crimen y está detenido injustamente, o porque aunque estuvo y atacó a Paulina, no logró eyacular, o tal vez ni siquiera pudo penetrarla (hay que recordar que ella siente dolor sólo la segunda vez). Existe la posibilidad de que al no hablarse durante el proceso de un posible segundo violador, el detenido haya callado y encubierto a su cómplice. Y al estar seguro de no haber penetrado ni eyaculado, aceptó gustoso hacerse la prueba del ADN. Lo cual no quiere decir que no haya participado en esa noche de horror, y que esté encubriendo al que sí eyaculó en Paulina. Pero también existe la posibilidad de que Paulina se haya confundido y el hombre sea inocente. Esos son asuntos graves que corresponde a la justicia aclarar.

Por el relato de la averiguación previa, en GIRE pensamos que fueron dos tipos los que asaltaron esa noche. Pero es irrelevante lo que pensemos en GIRE. Lo que es relevante es que se haga justicia. Y eso tiene no sólo la vertiente de aclarar la culpabilidad o no del detenido, sino también la de efectuar la reparación del daño que la Comisión Nacional de Derechos Humanos recomendó al gobernador panista de Baja California. De ahí la utilidad del escándalo. Continuaré.