VIERNES Ť 22 Ť JUNIO Ť 2001

Ť Culminó temporada de Máscara contra cabellera, de Víctor Hugo Rascón Banda

Y en el Blanquita brilló una pavesa de esa antigua llamarada en extinción, la carpa

Ť El fabuloso mundo de la lucha libre a dos de tres caídas sin límite de albur

Ť Dirigido por Benjamín Cann, el montaje emprende gira por provincia

PABLO ESPINOSA

Res-petá-ble públicoo:

šPeleaaaráaa-an-ados-detres-caídasin-límitee-de-tiempoo.....!

En esta esquinaaa, de pocos kilos por la consabida dieta del mexicano, el Respetable. En esta otra con mucho peso ganado en la pantalla, los hoy favoritos de la tele que antes lo eran de la carpa y de la arena.

Y la lucha se vuelve pantomima, porque estamos en el teatro Blanquita, es noche de domingo y una congregación de fieles se apersona en el vestíbulo de manera fervorosa y similar a como los parroquianos se persignan en los atrios.

Puertas adentro está por sucederse la fiesta del albur, el jolgorio de la conflagración verbal, el rito dominguero de los fuegos de artificio en forma de cómicos y canciones. Con un añadido vital: el fantástico, fantasioso y fabuloso mundo de la lucha libre.

El domingo 17 culminó la breve temporada en el Blanquita de un espectáculo popular que asume como premisa la obra teatral Máscara contra cabellera, un hito en la dramaturgia mexicana, escrita por Víctor Hugo Rascón Banda. El rendimiento artístico de este montaje fue puesto ya en su dimensión cabal por la crítica de teatro de La Jornada, Olga Harmony, el jueves 14.

Tiempos idos... y no volverán

Máscara... emprende ahora una gira por varias ciudades de la República. La última función en el Blanquita, por lo pronto, volvió a atizar las pavesas de esa vieja llamarada que se extingue, la carpa. Y sus fervorosos, los señores, las señoras, los jóvenes y las señoritas, las jóvenes señoras con bebés en brazos que participan en el espectáculo con sonrisas francas, para que el cómico en uso de la voz reviva el viejo parlamento:

-šSeñora, ya dele su leche al niño para que deje de llorar!

Mientras la madre desterníllase en su asiento de la risa y su vecina de butaca se golpea con fe los muslos, dos rayitas sus ojos de tan apretados a fuer de carcajadas, batientes sus talones en el piso, y el señor de junto muestra el brillo chimuelo de su dominical contento. La carpa, ay, la carpa. Qué tiempos aquellos. Se fueron, fuéronse. ƑVolverán? Sólo que fueran oscuras golondrinas, y eso ya sería el primer albur.

''ƑYa sabe usté lo que es el IVA? Sí, medio metro y sin saliva. Este miembro se les va por su recto proceder. Entre melón y melames... ora sí que nos la quieren dejar Irapuato."

Intercambian deportivamente golpes de sombra los cómicos en el proscenio, disparan sus balas de salva. Ponen en escena la vieja, sicalíptica, ardorosa fascinación -dirían los clásicos- del mexicano por el albur, el calambur, la trivia en loscurito. ''A ver, Ƒcuál es el ave que orina las placas de los coches? El pájaro mea placas. ƑY el ave que incendia los maizales? El pájaro quema máis".

Todo transcurre en calma, las rutinas se suceden con rutina, escasean los verdaderos juegos de ingenio, la artesanía verbal sin ofensa, misoginia o vulgata minuta, cosa de por sí rara que no abunde. Ninguno de los cómicos parece alcanzar la musa que espera la masa en las butacas para soltar las toneladas de las risas, hasta que el señor Sergio Ramos, El Comanche, eleva el nivel hasta la categoría de El Siglo de Oro de los Pobres, suelta una retahíla que sabrá dios de qué baúl habrá extraído. Uno se imagina el papel amarillento con la métrica convulsa, las sílabas medidas, el ingenio a flor de pueblo. Una suerte de guiño pirotécnico, un ejemplar que recuerda, a lo breve, al maestro que llevó el albur al Palacio de Bellas Artes, don Renato Leduc en sus famosas paráfrasis de los versos de Amado Nervo (no es albur). Salpicaduras de Francisco de Quevedo, esquina con Peralvillo.

Pero he aquí que la velocidad de metralleta del albur escasea. A los esfuerzos de -en su nombre artístico lleva el pecado, la penitencia y el autoalbur- Maribel Fernández La Pelangocha, Roberto Flaco Guzmán, Sergio Ramos El Comanche, se sucede un nuevo esfuerzo por respetar al Respetable: una sección entera de lucha libre.

Es entonces cuando vuelven las sonrisas a los rostros, los brillos oblicuos a los ojos, el big close-up de la imaginería popular depositada, a falta de héroes en la vida real, en los héroes del ring, herederos del fervor que la gente guardó a los abuelos Cavernario Galindo, Blue Demon y El Santo.

He aquí el aggiornamiento en el Blanquita: luego de una introducción, bueno: introito pues, para que nadie se sienta albureado, con música de fondo de ese compositor de música clásica, figura señera del siglo XX que fue Dámaso Pérez Prado, y en lugar del tradicional desfile de bailarinas del Blanqumascara-cabellera6ita, el Respetable se solaza con uno a cargo de los héroes actuales del cuadrilátero:

Cada uno con su ''rúbrica musical" encamina sus atuendos desde las butacas hacia el ring, como en la mismísima Coliseo (tampoco es albur). Aparece, con música de Kiss, El Picudo, maquillado a la manera de Gene Simmons, obviamente el caballero es ''cabellera". Enseguida, a ritmo de Los Tigrísimos del Norte, hace entrada triunfal El Solitario sin melodrama pero con máscara. El turno es de El Pirata Morgan, quien toma de chambelán un fragmento de John Williams y sus Star Wars en versión de Zubin Mehta con la Filarmónica de Nueva York, faltaba más. Vaya música para un ''rudo". Y si se trata de ponerse muy acá, muy conocedor el asunto en eso de tener los melones en la mano, la melomanía de Máscara Sagrada -así se llama el luchador, técnico, por supuesto- recurre al consabido fragmentito techno-retro-easy listening-cultoso de Enigma y su canto gregoriano tan gregario y sin gorgorito. El contraste idóneo para el speed death metal de ''el amo de la noche, el rey del martinete, Abiissmo-ó negro-oo para culminar con el alarido de las niñas, púberes y maduras canéforas que pueblan el butaquerío, cuando hace su aparición el Latin Lover, ubicado pantanosamente entre el ring y el table dance para señoras.

Ay, la carpa, tan cerca de hoy y tan lejos del ayer, tiempos idos y que no volverán. Hoy sólo dicen majaderías, se queja un asiduo sesentón en la butaca de atrasito. Pero tal parece que mientras más palabrotas y menos ingenio, palabrazas e ingenito, ingenuo, más parece disfrutar el Respetable, que ya desde el domingo se frota las manos porque ahí viene, al mismísimo Blanquita, el leperazo leperazo leperazo de Polo Polo. ƑY la estafeta de relevo, los nuevos artesanos de la conflagración verbal, el fino albur, la bella tradición del jugar con las palabras, hacerlas plastilina, disfrutar y hacer disfrutar con la belleza y elasticidad de nuestro idioma? ƑEs que ya no quedan cómicos que ocupen los tronos que dejaron Palillo, Natera y Anexas (no es albur)?

Las increpaciones de Palillo

Y pensar que no hace tanto tiempo el Siglo de Oro de los Pobres lucía de maneras como ésta: Carpa México, 17 de febrero de 1987, Palillo increpa, aporrea, vierte su sabrosa crítica social contra el gobierno, que nos deja ir el IVA, pero antes sostiene duelo verbal con Tilín, El fotógrafo de la voz:

-Señor, vendo huevos.

-ƑY pa'qué los quiero vendados?

-ƑCómo se dice diarrea en japonés?

-Kawasagua.

-ƑSeñora?

-Tao Sao.

-ƑViuda en chino?

-Chinchuguey?

-ƑNáufrago?

-Chinchulancha.

-ƑNáufragos?

-Chinchulanchón.

-ƑMingitorio en portugués?

-Ondimeo.

Y cerraba Palillo, a ritmo de metralla, sus saludos a esos cómicos -hoy modernizados en simples vendedores, empresarios según ellos, ogmandinos--que reciben el nombre genérico de ''gobernantes":

-Méndigos-estafilococos-hijosdesupepínchamaco-mentecatos-jijosdesumachupichu-sanjuadeletranescos-esdrújulos-catetos-archipiélagos-capiaspironómicos...špitufos!

Pero ese era Palillo. Ay, la carpa. Chiiiingá.