viernes Ť 22 Ť junio Ť 2001
Luis Javier Garrido
La relección
La fortaleza del gobierno de Vicente Fox está determinada por la debilidad de los partidos "de oposición", que si bien pueden denunciar desde las pequeñas pillerías del gobierno, como las compras ilícitas de toallas para Los Pinos, hasta los grandes fraudes como el Fobaproa, no tienen una propuesta económica y social distinta a la del foxismo, como tampoco un proyecto político para democratizar a México, y han dejado toda la iniciativa de cambio en la sociead.
1. La propuesta del gobierno de Fox de modificar la Constitución mexicana para restablecer en ella el principio de la relección ilimitada de diputados y senadores, que desde 1933 está prohibida para el periodo inmediato conforme al artículo 59 constitucional, constituye no sólo el primer paso para reimplantar también el principio de la relección presidencial, sino que es un elemento clave dentro de un proyecto tendiente a reformar de fondo el régimen mexicano para consolidar a su frente a elites afines al proyecto neoliberal, y no ha tenido más que una abierta condescendencia de parte de los partidos.
2. El gobierno foxista parece creer una vez más que los mexicanos carecemos de memoria histórica y que una medida así puede ser impuesta de manera impune con el aval de las cúpulas partidistas, pero las cosas no le van a ser tan fáciles en caso de presentar formalmente una iniciativa para ello. La disputa entre los partidarios de la relección y los de la "no relección" ha sido constante a lo largo de nuestra historia, y la resistencia popular al enquistamiento de elites gobernantes en el poder ha marcado profundamente nuestro devenir como nación, por lo que una tentativa en ese sentido generaría un indudable conflicto en el país.
3. La Constitución de 1917 estableció el principio de la no relección absoluta del presidente tras la experiencia de la dictadura porfirista que llevó a la Revolución Mexicana, pero no por eso este principio no ha tratado de ser echado abajo, desde el fallido intento de relección de Alvaro Obregón, que hizo modificar la Constitución en 1927 para terminar siendo asesinado en 1928, hasta los casos de Alemán, de Echeverría y de Salinas, que generaron una amplia inconformidad social. Y el principio de la no relección de diputados y senadores para el periodo inmediato, establecido en 1933 a consecuencia de una iniciativa del PNR callista, tendiente a propiciar la renovación de los cuadros políticos del país, ha sido combatido de manera incesante, e incluso ha estado a punto de ser suprimido, como fue el caso de los diputados priístas, encabezados por Alfonso Martínez Domínguez, que fueron detenidos en 1965 por Carlos Madrazo, con el aval de Los Pinos, en la cuarta Asamblea Nacional del PRI.
4. La tentativa de Fox de reformar la Constitución en ese sentido no es, por lo tanto nueva, y como muchos parecen haber olvidado, Salinas buscó también en 1992, y con los mismos argumentos, eliminar el principio de la "no relección" de nuestro marco constitucional, planteando primero su iniciativa a nivel local, al pretender la relección del gobernador potosino Gonzalo Martínez Corbalá, intento que fracasó al ser detenido por una amplia movilización democrática que culminó con la Marcha por la Dignidad, encabezada en agosto de ese año por Conchita Calvillo de Nava, y que partió de San Luis Potosí a la capital con la bandera: "No relección".
5. Los periodistas y "politólogos" que están llenando las columnas de los diarios y los espacios televisivos hablando sobre el tema no parecen tener más que un argumento para respaldar la propuesta oficial, y es el de que supuestamente urge en el país una profesionalización del trabajo legislativo y que para ello es indispensable la instauración de una carrera parlamentaria, como si las leyes debieran ser redactadas por un grupo al margen de la sociedad, lo que no hace más que ignorar el trasfondo de la propuesta oficial.
6. Lo que ésta entraña no se puede ocultar y es a todas luces la pretensión de crear las condiciones para conformar grupos cerrados de legisladores, enquistados en sus cargos, y que afines en lo fundamental lo mismo al proyecto trasnacional que a las formas de hacer política que se han desarrollado en México en los últimos dos sexenios, sean capaces de negociar en privado sus diferencias con el gobierno conforme al modelo estadunidense de concertación, y sean así los mejores guardianes de los intereses que sostienen al nuevo régimen.
7. Las dirigencias de los partidos políticos se tornaron en México durante los sexenios de Salinas y de Zedillo en un puntal del proyecto de la globalización neoliberal al aceptar el papel institucional que se les confirió, en particular al írseles incrementando el monto del financiamiento público, y ahora el régimen foxista les extiende una nueva oferta que, supone, no van a desaprovechar. La relección inmediata de los legisladores sería de esta manera una medida que conduciría a homogeneizar la clase política y a abrir más la brecha entre las dirigencias y las bases de los partidos. Que buscaría, en suma, hacer de las Cámaras un coto aún más cerrado de la clase política frente a la sociedad.
8. El Congreso mexicano, de pasar este proyecto, no podría fungir ni de lejos conforme al modelo clásico, aunque de hecho no cumple ya su función constitucional, según la cual la Cámara de Diputados representa a la nación y la de Senadores a los estados de la Federación, pues ambas son hoy un espacio de los partidos. Y con las cúpulas de los partidos uncidas a los intereses de las trasnacionales serían un nuevo candado para proteger el modelo neoliberal.
9. El proyecto releccionista no es en esta ocasión un proyecto nacional sino que es, como buena parte de las iniciativas foxianas, una más de las sugerencias de los especialistas estadunidenses que asesoran al gobierno de México y que no toman en cuenta lo que aquí se piensa. Que creen que la mecánica del poder puede funcionar aquí conforme al modelo estadunidense, y en este caso con legisladores que no pretendan ser representantes "de la sociedad", sino que estén, como en Washington, fuertemente atados a los intereses de las grandes empresas y de los grupos de poder trasnacional.
10. La propuesta democrática es, en este caso, muy distinta, y si se requiere establecer en México mecanismos de democracia directa y semidirecta, también es urgente que las Cámaras legislativas estén integradas por representantes de los ciudadanos y de las comunidades, al margen de los partidos.