VIERNES Ť 22 Ť JUNIO Ť 2001
Ť Fox, obligado a defender el interés nacional: Loaeza
Traición, si México no apoyara a la disidencia cubana: Montaner
Ť Debaten en el CIDE el futuro de la relación bilateral
Ť 'ƑCuál extremismo morirá antes: en EU o en La Habana?'
BLANCHE PETRICH
El disidente cubano Carlos Alberto Montaner reclama del gobierno de Vicente Fox una política de apoyo "sin dudas, sin vacilaciones", a lo que llamó "los demócratas" de Cuba. Si no lo hace, "si cayera en la tentación de utilizar a Cuba para demostrar su independencia en relación con Estados Unidos sería inmoral, sería corrupción y sería una traición". Confió en que no será así, ya que -dijo- el canciller Jorge Castañeda, "ya curado de todas las rubéolas políticas de la juventud", es "nuestro amigo natural".
En respuesta, Soledad Loaeza, académica del área de estudios internacionales de El Colegio de México, le recordó la necesidad que tiene México de no convertirse frente a Cuba "en un instrumento de la política estadunidense", ni de perder de vista que en el Caribe, como en cualquier otra región, el gobierno de Fox "tiene la obligación de defender el interés nacional, y no los intereses de George Bush en el área".
Considerado en círculos conservadores como un "moderado" de la oposición cubana del exterior, Montaner participó ayer junto con otros compatriotas migrantes en un debate con académicos mexicanos sobre el futuro de la relación entre México y el gobierno de La Habana.
Marifeli Pérez Stuart, investigadora de la Universidad de Florida; Jesús Díaz, director de la revista Encuentro -editada en España-, y el propio Montaner coincidieron en una visión sobre la coyuntura isleña. Los tres hablaron de estar esperando "el gran velorio" (la muerte de Fidel Castro) para, en palabras del autor del Manual del perfecto idiota, "descubrir al final de la obra una hermosa urna" en la vida política de la isla.
Y a insistencia de Montaner, el gobierno de México deberá contribuir a ese gran final. Este "ya está demasiado embarcado en la modernidad para seguir apoyando a una dictadura estalinista. Si lo hace, la nueva democracia en Cuba será saludada con mariachis". Por cierto que, en entrevista posterior, Montaner aseguró que "al menos en este viaje", no intentaría entrevistarse con el presidente Vicente Fox, con el canciller Jorge Castañeda ni con dirigentes del PAN.
Un cuarto disidente, Elizardo Sánchez, invitado al debate del CIDE, declinó asistir, así como ha declinado ser entrevistado por este diario.
Desencuentros y desacuerdos
No todo fue coincidencia entre los tres cubanos. Y mucho menos con los mexicanos. Por momentos el debate subió de tono, y el escritor mexicano Luis Medina reclamó a Montaner y a Díaz "no entender el sistema mexicano". En respuesta los mexicanos fueron tildados de ingenuos.
Guadalupe González, investigadora del CIDE, rebatió la opinión de Pérez Stuart en el sentido de que para pretender una normalización de la relación con Estados Unidos Cuba antes tendría que "flexibilizar" su sistema político. "ƑPor qué no al revés?". Y al demandar un diálogo entre "las dos Cubas" también preguntó: "ƑCuál de los dos extremismos morirá primero: el de La Habana o el de Miami?".
Obtuvo de Jesús Díaz una réplica visceral: "šno hay diálogo porque Fidel Castro es un hijo de puta de cojones y no quiere diálogo con nadie!".
Sobrevivir los noventa:un logro que puede agotarse
Estos son fragmentos de las intervenciones en el CIDE:
Marifeli Pérez Stuart, de la Universidad de Florida, autora de La revolución cubana, origen y legado, obra editada recientemente en Madrid, tomó distancia de sus dos compatriotas. Ella se pronunció firmemente en contra de la ley Helms-Burton y señaló que "el liderazgo de la nueva Cuba está dentro del país, hoy, y no afuera".
Reconoció que el sistema de la revolución cubana ha desarrollado una nueva generación de cuadros y una expansión de representación de las provincias en el Partido Comunista. Crítica del llamado "exilio de Miami", destacó también que entre los cubanoestadunidenses hay un cambio generacional, jóvenes que están en contra del bloqueo, pero que no se ven reflejados en los diversos grupos existentes. "Lo mismo que pasa dentro de Cuba, donde hay una gran diversidad de puntos de vista muy divergentes, desde los que apoyan al régimen, que son muchos, hasta los que no. Pero salvo los primeros, que son los únicos que tienen espacios de expresión, todos los demás no tienen una correlación con las organizaciones".
Pérez Stuart basa su tesis en que en esta etapa de posguerra no habrá normalización de relaciones Cuba-Estados Unidos si La Habana no cambia su sistema "de fondo". Sostiene que en la década de los 90 la dirigencia cubana pudo haber optado por una apertura pero, por el contrario, dio "un viraje conservador" y se inclinó por reforzar al Partido Comunista (un dato revelador es que 51 por ciento de la militancia actual del PCC se incorporó precisamente en esa década) y por poner el acento en la política movilizativa y de exaltación del nacionalismo. Reconoció como un logro el haber sobrevivido, contra todo pronóstico, la crisis de los 90. Pero señaló que hay "una crisis latente" que persiste y es alimentada porque "la omnipresencia de Fidel Castro como líder indiscutible es incompatible con la institucionalización revolucionaria."
Ese logro, dijo, "no está preparando a la elite para la normalización política, que debe comprender, como en todo el mundo, la concertación y la concreción de nuevos pactos sociales".
Cuba, como un "manicomio", según Montaner
Carlos Alberto Montaner, de la Unión Liberal Cubana afincada en España, considerado en círculos conservadores como "moderado", autor, entre otras obras, de Manual del perfecto idiota y Viaje al corazón de Cuba, describió a su país, de entrada, como "un manicomio caribeño que tantas dificultades suele crear en el ámbito latinoamericano". Dijo que el gobierno cubano percibe a México como su "hermano mayor", como su "guardaespaldas, protector contra nosotros, los demócratas", y que hasta la fecha ha seguido en esa línea "porque le representa réditos políticos". Pero ahora "Cuba no tiene con qué pagarle a México el que siga jugando ese papel de godfather".
Se lanzó contra el empresariado mexicano que sigue invirtiendo en Cuba, porque es "una casta que no cree en las leyes del mercado, sino en la complicidad con el gobierno en turno". Citando una encuesta de Miguel Basáñez y un dato de Andrés Oppenheimer (autor de La hora final de Castro, escrita hace más de 10 años) afirmó que la mexicana es una sociedad anticastrista. Y dejó ver su decepción: "De México esperábamos un cambio más claro en relación con Cuba, en virtud de las antiguas ligas del PAN con la Democracia Cristiana cubana y la ayuda que Carlos Castillo Peraza siempre nos brindó".
A su vez, Jesús Díaz, director de la revista Encuentro, que se edita en Madrid, escritor, fundador en los años 70 de la revista cultural El caimán barbudo, editor de Pensamiento crítico, autor de las novelas Dime algo sobre Cuba y Siberiana, hizo una acre crítica a lo que consideró una traición a las promesas anticastristas del presidente español José María Aznar esgrimidas durante su campaña: "cedió a las presiones de la izquierda, la prensa, los empresarios y los turistas sexuales", se lamentó. Remató: "en la medida en que México abandona la dictadura perfecta del PRI, como la calificara Vargas Llosa, tiene que dejar su oportunismo respecto a Cuba. ƑQué tendrá más peso en la nueva política mexicana, el pragmatismo o los principios?".
La réplica mexicana
De parte de los académicos mexicanos, Soledad Loaeza, investigadora de El Colegio de México, reconoció que en este país el tema de Cuba es "divisivo", porque "en la opinión pública hay una fractura ideológica". Recordó que el PAN siempre tuvo hacia Cuba una política anticastrista, sin el más mínimo devaneo con la revolución, "lo que actualmente no ayuda para una política de consenso".
Destacó que Fox y el canciller Castañeda han tenido un equívoco en su acercamiento al gobierno de George Bush "al actuar con confianza total, con plena disposición a la colaboración, como si México estuviera en un plano de igualdad con Estados Unidos, sin reconocer la asimetría y la dependencia existentes".
Ana Covarrubias, quien tiene una tesis en curso sobre las relaciones México-Cuba, en El Colegio de México, señaló que pese a las contradicciones que denota la nueva cancillería en sus definiciones ante la isla, "hay indicios" de que la tradicional política de apoyo a la revolución cubana -según ella, "herencia de la vieja escuela diplomática de retórica procastrista"- va a cambiar.
Entre las "contradicciones" señaló al nuevo embajador designado, Ricardo Pascoe, hablando de "limar asperezas", los recientes acuerdos comerciales bilaterales y el apoyo de Fidel Castro a la candidatura mexicana para el Consejo de Seguridad de la ONU. Entre los "indicios de cambio" recordó el voto de la cancillería en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, el discurso de Castañeda en Ginebra y la presencia del consejero de Seguridad Nacional, Adolfo Aguilar Zinser, en el gabinete. Recordó que fue él quien, como diputado sin partido, promovió el sexenio pasado una reunión de la ex canciller Rosario Green y el disidente Elizardo Sánchez, en La Habana. Concluyó: "en la transición, Cuba no va a servir a México para hacer patente su independencia de Estados Unidos, sino para otro fin: va a servir para subrayar su naturaleza de un gobierno de cambio".