VIERNES Ť 22 Ť JUNIO Ť 2001
Ť Presentan libro de Melba Pría y Cristina Henríquez
La autonomía indígena no amenaza la seguridad nacional
VICTOR BALLINAS
Los indígenas "no son, ni nunca lo han sido, una amenaza para la nación", aseveró ayer Melba Pría, ex directora del Instituto Nacional Indigenista. Subrayó que para la seguridad nacional, la diversidad étnica y cultural como temas de preocupación no deben agotarse en "los planteamientos autonómicos que puedan amenazar la integridad del territorio o cuestionar la soberanía del Estado", y dijo que la autonomía como riesgo es efecto, y no causa.
La causa, agregó la directora general de enlace federal y estatal en la cancillería, es la desigualdad y la subordinación política en la que subsisten las poblaciones étnicamente diferenciadas, que han vivido procesos de colonización y construcción de identidades nacionales homogeneizadoras.
Pría expuso lo anterior durante la presentación del libro Regiones indígenas tradicionales. Un enfoque geopolítico para la seguridad nacional, del que es coautora con Cristina Henríquez.
Pría y Henríquez señalan en la obra que la exclusión, la segregación y la desigualdad en que ha vivido la población indígena de México determinan que las regiones étnicas tradicionales sean las porciones del territorio nacional con los más altos niveles de pobreza y marginación.
Para ilustrar los rezagos, indican que 10 millones de indígenas viven en condiciones de pobreza y exclusión; 77 por ciento de las tierras de 803 municipios son propiedad de ejidos y comunidades; 44 por ciento de los niños menores de 5 años son de talla baja a causa de la desnutrición, y las mujeres tienen de 3 a 5 hijos más que las no indígenas.
Las investigadoras exponen que entre los más graves efectos de esta precariedad están la descomposición del tejido social; el acelerado crecimiento demográfico; el aumento de la migración por motivos económicos; la desprotección del patrimonio cultural, y la proliferación de la violencia.
Advierten que "México no puede esperar para conjurar el desequilibrio entre las demandas sociales y la capacidad de respuesta gubernamental en las regiones indígenas, pues en ellas se concentra la población más vulnerable a los riesgos sociales, económicos y de salud".
Precisan que en las sociedades democráticas, las desigualdades de género, étnicas y culturales no sólo son más visibles sino más hirientes, y "el mayor e imperioso desafío que hoy enfrenta la democracia mexicana es alcanzar la legitimidad social; calidad que sólo se obtiene cuando los ciudadanos de un país, sin distinción de pertenencia étnica, atribuyen al gobierno la virtud de percibir sus necesidades y resolver sus problemas. La igualdad y la diversidad son, sin duda, las grandes tareas de la democracia".
Pría y Henríquez urgen a definir una nueva conceptualización de seguridad nacional, pues ya no debe ser la tradicional visión que la concebía como "la garantía que en grado variable era proporcionada a la nación principalmente por el Estado, a través de acciones políticas, económicas, sicológicas, sociales y militares".
El nuevo concepto de seguridad nacional debe significar algo más contundente que cualquier amenaza o problema. "En muchos países ese concepto se amplía y genera un nuevo ambiente internacional que da cabida a conceptos como seguridad de las personas, de los bienes, alimentaria, ecológica y democrática, y México no ha sido la excepción".
Señalan que en el país "hoy se perciben como amenazas a la estabilidad social y a la seguridad nacional aspectos de índole social, ambiental, sanitario y demográfico, por citar algunos".
Y explican que algunos asuntos que forman la nueva agenda de inteligencia para la seguridad nacional del país son: narcotráfico, grupos subversivos y organizaciones afines, crimen organizado, inseguridad pública, corrupción, terrorismo internacional, armamentismo, ingobernabilidad, estabilidad económica, desigualdad social, inestabilidad regional, demografía, energía, ecología, salud, desarrollo equilibrado, alimentación, educación y recursos naturales.
Puntualizan e ilustran con mapas que "algunas regiones indígenas tradicionales se han convertido en zonas atractivas para la producción de estupefacientes a causa de la pobreza, la incomunicación y el aislamiento. "Los mecanismos a través de los cuales penetra este fenómeno van desde la amenaza y la coerción hasta el ofrecimiento de grandes utilidades económicas a poblaciones en extrema pobreza".
Los riesgos y la violencia que estas actividades generan en las regiones indígenas exacerban aún más las difíciles condiciones de vida en las regiones. "Es necesario señalar que por lo que respecta a este fenómeno, los usos y costumbres de la población indígena nada tienen que ver con la producción y consumo de drogas en la lógica del crimen organizado".