VIERNES Ť 22 Ť JUNIO Ť 2001
Ť Solicitan pobladores apoyo económico a la sociedad
Lenta reconstrucción del nuevo Guadalupe Tepeyac
Ť No aceptarán migajas ni se rendirán por miserables ayudas
HERMANN BELLINGHAUSEN ENVIADO
Guadalupe Tepeyac, Chis., 21 de junio. Amargo y dulce es el retorno del exilio. Y lento. En idas y venidas durante varias semanas, las familias tojolabales que conforman esta comunidad alternan las labores de reedificación de sus casas con el cuidado de sus pequeños cultivos en tierras prestadas de la montaña, donde siguen viviendo.
El "viejo" Guadalupe Tepeyac, que pronto se convertirá en el "nuevo" otra vez, quedó completamente destruido. "Ni una tubería quedó", lamenta doña Celina en su casa sin muros. En febrero de 1995, todas las viviendas tenían agua entubada y electricidad. En junio de 2001, la gente empieza desde un casi nada en ruinas. No sólo necesitan recuperar los predios de antes, sino que deben instalarse las 22 nuevas familias formadas durante el exilio.
"Hemos tenido suerte de que fueron más los que nacieron que los muertos", agrega la mujer, relativamente joven abuela de varios. Doña Celina y sus hijas limpian de hierba los suelos y preparan alimentos para sus maridos albañiles y carpinteros. "Hemos podido con las enfermedades, no sé cómo, y los niños crecieron un poco contentos".
Los sentimientos son encontrados, especialmente entre los jóvenes. "Aquí hay mucho ruido, mucha gente", se queja una muchacha en otra casa sin paredes. "Ya nos estábamos acostumbrando a estar solos". Volver al pie del camino (donde hay un hospital en funciones y un "centro comunitario", ya ocupando la Sedeso tierras ejidales) los saca de un retiro montañés y les impone la presencia, al otro lado de la calle, de un gobierno con el cual las comunidades en resistencia no aceptan trato alguno.
Los pobladores de Guadalupe Tepeyac dirigieron esta semana un llamado de apoyo a la sociedad civil nacional e internacional. El despojo absoluto que sufrieron durante un sexenio los volvió más pobres. Perdieron sus tierras, sus cosechas y sus posibilidades de comercio y subsistencia. En un documento firmado por las autoridades ejidales, describen su situación.
Del ejido al mundo en general
"Nosotros, los habitantes de Guadalupe el Tepeyac en exilio, hombres y mujeres, bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, hemos entendido desde un principio que nuestros problemas y de todos los mexicanos, e incluso de toda la humanidad, sólo pueden resolverse luchando por los derechos que por muchos años se nos han negado. Por eso es necesario un movimiento más amplio donde todos y todas participemos y luchemos para exigir la libertad, la justicia y la democracia para todos y todas.
"Gracias al movimiento de la sociedad civil logramos la desmilitarización de las siete posiciones que demandamos como EZLN. Dentro de ellas estaba nuestro humilde pueblo original Guadalupe el Tepeyac. Durante el tiempo que lo ocuparon como cuartel militar, destruyeron y robaron todo lo que teníamos, como es lámina, tablas de nuestras casas. Además destruyeron nuestros cafetales y muchas otras cosas. Una vez que el Ejército desocupó nuestro poblado, hemos decidido reconstruirlo para otra vez vivir con nuestras familias y allí seguir luchando contra los malos gobiernos que nos niegan los derechos que nos corresponden como indígenas y mexicanos. Somos hasta hoy el pueblo de Guadalupe en el exilio. Somos un pueblo rebelde, somos un pueblo en resistencia y lo seguiremos siendo.
"En vista de la reconstrucción de nuestro pueblo, declaramos firmemente que no aceptaremos nada del gobierno federal, estatal ni municipal, ni de ninguna dependencia institucional, aunque estén detrás de nosotros. No estamos dispuestos a recibir migajas, tampoco nos vamos a rendir por miserables ayudas, no nos vamos a vender ni dejarnos engañar, seguiremos en pie de lucha hasta que nuestras justas demandas se cumplan."
Finalmente, la asamblea de ejidatarios solicita respaldo a la sociedad civil: "necesitamos su ayuda económica y la presencia de ustedes. Lo que nos den, tengan por seguro que será útil, un horcón, un morillo, un calzonte, una tabla, una lámina donde viviremos dentro y bajo techo. Sus ayudas serán para que junto con ustedes sigamos luchando hasta conseguir todos nuestras demandas. Al mismo tiempo, les invitamos a que vengan a Guadalupe el Tepeyac zapatista, uno de los muchos pueblos que luchamos."
El pueblo que el zedillismo volvió basurero y fantasma recupera la vitalidad con que sorprendió al mundo en 1994. Los tepeyaqueros fueron las primeras bases de apoyo zapatistas que dieron la cara, a pesar de sus paliacates y pasamontañas. Aquí aparecía en público la comandancia general del EZLN antes de la ofensiva de febrero. Aquí se construyó el primer Aguascalientes zapatista y aquí conoció la sociedad civil a los civiles zapatistas.
Todavía se eleva un asta gigante en el viejo Aguascalientes con una de las banderas que con tanto ahínco repartió Ernesto Zedillo en plazas y cuarteles mientras la nación se le achicaba en las manos. El cerro Tepeyac, homónimo del de la villa pero mucho más alto, sugiere un barco, un dromedario, un gigantesco tiburón. "Una mula con carga", propone, más realista, un niño de diez años que escucha mis intentos de comparación.
Para ocupar nuevamente las tierras al pie del cerro, los campesinos deberán edificar el poblado. No es la primera vez. Y niños que salieron huyendo en los brazos de sus madres en 1995, ahora participan en los trabajos de sus mayores. Son un ejemplo de lo que el Congreso Nacional Indígena ha llamado "la reconstitución integral de nuestros pueblos".