JUEVES Ť 21 Ť JUNIO Ť 2001

Ť Hora y media de frenesí con el bailaor que "revolucionó el flamenco"

Joaquín Cortés derrochó arte y lascivia, en el teatro Metropólitan

Ť Sus movimientos sensuales cautivaron a hombres, mujeres y gays

JORGE CABALLERO

apunte 4 cortesLos gritos femeninos que iban desde el discreto "papito" a la franca expresión proveniente del alma "¡estás rebuenote!" se hicieron escuchar en los intervalos del espectáculo Gitano del sui generis bailaor español Joaquín Cortés, la noche del martes en el teatro Metropólitan. No fue para menos ya que el andaluz con un baile y coreografías solventes/lascivas logró captar/mantener la atención y dejó boquiabierto al público en general: hombres, mujeres y gays.

A la salida la sensación que dejó el espectáculo fue de amplia satisfacción; a los espectadores se les dibujó ese singular brillo en los ojos cuando las noches son lluviosas; eso y el recuerdo inmediato de las danzas de Cortés provocaron que las parejas abandonaran el inmueble juntando sus cuerpos un poco más de lo normal.

Catalina Cervantes, bailarina de 23 años, comentó al concluir la presentación del otrora Aguila Flamenca: "Me fascinó; Cortés revolucionó el baile flamenco, que estaba estancado; lo llenó de una dinámica diferente y está creando una escuela. Yo soy su fan".

Comienza explosión sonora

Gitano empezó con dos cantaores en medio de una trémula luz blanca, acompañados de músicos con instrumentos de cuerdas, percusiones y clarinete; después de esa explosión sonora apareció el duende de Joaquín Cortés, y a partir de ese momento el público no separó las pupilas del escenario. Los de la parte de arriba inclinaban la espalda y alargaban el cuello para ver cómo el zapateado del bailaor llenaba/recorría el tableado del Metropólitan; las palmas y gritos al final de cada número eran incesantes.

No sé nada de flamenco, pero de Joaquín sí, dice un asistente

Por su parte Alberto Monroy, que se definió como "esteta de la confección", comentó: "Yo no sé nada de flamenco, pero de Joaquín Cortés sí; fue modelo de Armani, fue el primero que se descubrió el torso para bailar y fue amante de Noami Campbell; vine a verlo a él, no porque me sienta atraído por la cultura flamenca".

El escenario se tornó a media luz y apareció Joaquín Cortés con el torso desnudo y una falda negra de la que se desplegó una larga cola de cuatro metros; con su baile y coreografías comenzó a crear cuadros vivos claroscuros; una extraña lascivia negra inundó el inmueble; la gente contenía la respiración y no salía de su asombro por los gráciles/estilizados/elegantes movimientos de Cortés.

Dolores Batel, traductora de 35 años que como pasatiempo baila flamenco, opinó: "Desde niña mis padres me inculcaron el amor por el flamenco; yo sé que es un gusto elitista y me agradó ver la variedad de público que vino. La presentación de Joaquín Cortés me impresionó mucho, además me gusta mucho su baile, como él, creo que es de los mejores espectáculos que he visto en México; ¡no quería que terminara!"

El espectáculo continúa

Aparecen tres cantaoras y sueltan: Dame, dame de tu boca/ que es la fuente del deseo/ que me está volviendo loca; la copla animó a algunas féminas del público quienes lanzaron gritos moderados: "¡Ole!, ¡mucho, Joaquín!, ¡así se hace!" El bailarín salió con traje negro y zapatos blancos para ejecutar con movimientos equilibrados su danza que deambuló entre lo frenético y lo calmado, prolongando el taconeo a placer. Al acabar el número, Joaquín interpeló al público, ofreció su oído pidiendo que subiera de tono la ovación; luego, con un gesto manual de indiferencia, se retiró del escenario.

¡Es para volver loca a cualquiera!

La pedagoga Adela Martínez, de 28 años, comentó alegremente: "Me vuelve loca, te lo imaginas en tu recámara haciendo todos esos movimientos que acabamos de ver, ¡es para volver loca a cualquiera!"

Después, el bailaor apareció con traje rojo y luego con gabardina, de la que se despojó en el escenario. El gesto ocasionó el más sonoro alarido del público.

Por último, Joaquín Cortés agradeció a sus músicos y sólo la pertinaz lluvia se midió/comparó con el excelente espectáculo de una hora y media que ofreció el bailaor.