jueves Ť 21 Ť junio Ť 2001

Octavio Rodríguez Araujo

Relección, Ƒpara qué?

ƑCuánto tiempo necesita un presidente municipal para llevar a cabo sus proyectos de gobierno (cuando los tiene)? Si tres años no son suficientes, Ƒcuatro lo serán? ƑPor qué cuatro años y no cinco o, ya encarrerados, mejor seis, igual que los gobernadores? Y una vez que los presidentes municipales gobiernen por más de tres años, con relección o ampliando los periodos, Ƒqué nos garantiza que los gobernadores no presionarán por la relección inmediata para tener más tiempo para realizar sus proyectos? Lo mismo tendría que decirse para la Presidencia de la República: en seis años es imposible afianzar los cambios que nos hemos propuesto, diría Fox; se necesita más tiempo. ƑOcho, con relección, como en Estados Unidos o, todavía mejor, seis y seis o siete y siete como en Francia?

Por lo que se refiere a los diputados y los senadores pienso que se trata de lo mismo, con la diferencia de que los miembros del Poder Legislativo no son ejecutores. Si esto es cierto, aunque algunos especialistas en el Congreso de la Unión mencionan su papel como gestores (Rudolph de la Garza, por ejemplo), Ƒentonces para qué la relección? ƑNecesitan tiempo? ƑPara qué?

El Partido Popular Socialista (PPS) -en realidad Vicente Lombardo Toledano- planteó en 1964 la posibilidad de relección de diputados y senadores. El argumento central era que de esta manera tanto unos como otros ganarían en experiencia y profesionalismo, pero también se sugería que era una forma de evitar la manipulación de los legisladores por parte del Poder Ejecutivo en un país como era entonces: dominado por un solo partido y por un presidente nacional que tenía (tiene) demasiado poder y sin suficientes contrapesos.

Algo había de cierto en los argumentos para proponer la relección de los diputados y los senadores. Como el PRI era un partido en apoyo al presidente en turno y éste era su jefe nato e indiscutible, entonces tenía la posibilidad de palomear a los candidatos al Congreso de la Unión, de tal forma que no sólo asegurase su apoyo, sino un cierto equilibrio entre las diversas fuerzas en el interior del partido único y así darle por su lado a sus posibles adversarios de adentro (los de oposición no eran considerados, con razón, adversarios). Pero, además, con este mecanismo de no relección el presidente de la República se evitaba que en el Poder Legislativo se formaran camarillas que pudieran adquirir suficiente fuerza como para disputarle el poder o para servir de contrapeso de las decisiones y la discrecionalidad del mismo Ejecutivo. Por si no fuera suficiente, la no relección de los legisladores también fue pensada para que, según la tradición heredada del grupo Sonora, el presidente entrante pudiera controlar el brazo legislativo del Estado. Recuérdese que Obregón se encontró con este problema en la primera mitad de su mandato, ante los carrancistas.

Si bien lo anterior se entendía como una necesidad o conveniencia del sistema, no menos cierto es que la intención de Lombardo era su permanencia en el Congreso, como fue al frente de su partido hasta su muerte. Era también intención de Lombardo que los diputados de partido, que apenas se inauguraban en la ley, pudieran relegirse para asegurarle al PPS puestos de elección popular y poder ofrecer así una carrera profesional en el Congreso, como en otros países, argumentó.

El problema ahora, sin embargo, no es igual que en 1964. El actual Presidente no controla siquiera a su propio partido, menos a la oposición. Por lo mismo, no está en condiciones de palomear a nadie ni de avasallar al Congreso de la Unión, pues el partido anteriormente todopoderoso es ahora de oposición y el PAN no ve en Fox a su jefe nato e indiscutible, pues en realidad no lo es.

En otros países, por otro lado, la relección y la supuesta profesionalización de los congresistas sólo ha servido para perpetuarse en el poder y desde éste garantizar los intereses de sus representados que, contra lo que se piensa comúnmente, no son los de los ciudadanos, sino de quienes los llevaron al Congreso gracias a su influencia y a su poder económico, como es el caso de Estados Unidos.

Finalmente, Ƒpara qué necesitamos diputados y senadores con experiencia parlamentaria? Si así son prepotentes e inalcanzables para sus mismos electores... Que se conformen con tener asesores que, dicho sea de paso, también pagamos los contribuyentes.