MIERCOLES Ť20 Ť JUNIO Ť 2001

TEATRO

Raúl Díaz

Frankenstein

LEYENDA QUE, PUEDE decirse, cobra realidad plena (sólo que debidamente corregida) a casi dos siglos de su aparición, Frankenstein es antecedente de la oveja Dolly y, como ésta, coloca sobre el tapete cuestiones de ética, cuestiones que, se supone, son fundamentales en la condición humana.

POPULARMENTE CONOCIDO COMO un monstruo deforme y horrendo cuyas acciones correspondían a ese aspecto exterior, el personaje creado por Mary Shelley ha dejado muy atrás las páginas de la novela que lo dio a luz y, congruente con su condición de producto de la ciencia, no ha despreciado los avances de ésta ni de la más moderna tecnología, por lo que ha incursionado en otros medios de comunicación ya conocidos en sus tiempos, pero también en algunos que ni siquiera existían cuando él campeaba por este planeta. Así, la criatura concebida y formada, de acuerdo con la novela, en el laboratorio estudio del doctor Víctor Frankenstein, se salió del libro, pasó al teatro y luego llegó al cine y la televisión, y alcanzó una difusión que de tan grande puede considerarse verdaderamente "monstruosa". Revistas y "cuentos" (como aquí le llamamos a ese tipo de publicaciones) también han contribuido en buena forma a esa difusión.

NATURALMENTE, LA CRIATURA no ha llegado a estos nuevos medios intacta y tal como fue concebida por doña María Shelley, sino que ha sufrido muchos y notables cambios y cada quien ha dado de ella (la criatura, no doña María), la versión que se le ha dado la gana, aunque su condición de monstruo siempre ha estado presente.

SIN EMBARGO, EN una famosa y divertida serie televisiva, Los Monsters, que posiblemente usted recuerde, la condición de monstruo no quedaba sino en el aspecto exterior ya que, en el interior, la criatura era de una inocencia y candidez verdaderamente angelical es, y se puede decir de ella que era lo que las abuelitas llamaban una auténtica "alma de Dios".

Hasta en caricatura


EL POBRE FRANKENSTEIN, pues, ha sufrido toda clase de suertes a manos de sus manejadores, algunos de los cuales hasta lo han convertido en caricatura. Todo esto, sin embargo, no le quita la esencia que le confirió la señora Shelley, y la problemática ética de fondo sigue estando no sólo presente, sino que hoy por hoy se exacerba, dados los adelantos de la ciencia que, como en el citado caso de la oveja británica, permiten aseverar que la creación de vida en el laboratorio ya no es para nada un sueño sino, según se vea, una espantosa o maravillosa realidad.

POR ELLO SE HIZO por demás oportuna la presentación de la absolutamente elogiable versión teatral Frankenstein o el moderno Prometeo, que crearon y presentaron Clarissa Malheiros y Juliana Faesler -esta última también responsable de la dirección y la escenografía-, que nos ofrece una visión distinta, cercana y actual de la criatura que, más allá de sus aciertos escénicos -que son muchos y entre los que no son menores la música de Liliana Felipe, el diseño de la criatura de Javier Marín y el trabajo actoral de la propia Malheiros, Liliana Flores y Jenldy Bosch entre otros factores- ofrece igualmente la posibilidad de reflexión de algo que atañe directamente a la condición humana. Frankenstein o el moderno Prometeo se presentó en el remodelado y técnicamente acondicionado Teatro Santa Catarina de Coyoacán.