MIERCOLES Ť 20 Ť JUNIO Ť 2001
Ť Decían que el anterior estaba abandonado, ahora lo critican por moderno, dice su hijo
Inconformidad y polémica entre habitantes y familiares rodean el mausoleo del guanajuatense
Ť Colocarán una nueva estatua en Dolores Hidalgo, la actual disgusta porque "se ve pequeña y desproporcionada" Ť Quieren hacer de la casa donde nació un museo vivo
MARIANA NORANDI ESPECIAL
Dolores Hidalgo, Gto. Dolores Hidalgo es una ciudad con historia y conocida por diversas razones. Una, por ser la cuna de la Independencia nacional, allí la noche del 15 de septiembre de 1810 el cura Miguel Hidalgo y Costilla daría el famoso grito libertador. Dos: por su cerámica de Talavera, técnica criolla que el mismo cura Hidalgo introdujo en la población dolorense a finales del siglo XVIII. Tres: sus famosas nieves, cuyos sabores son tan sabrosos como exóticos: aguacate, queso, chicharrón, mole, nopales con camarón o pulque con cerveza, entre muchos otros. Cuatro: el orgullo de haber parido al gran compositor José Alfredo Jiménez, hijo predilecto de esta ciudad colonial.
El queretano Agustín Jiménez, químico bacteriológico, era propietario de la única farmacia de Dolores. Muy joven quedó viudo y con cuatro hijos. Al poco tiempo contrajo segundas nupcias con Carmen Sandoval, con quien tuvo otros cuatro vástagos. El tercero, nacido el 19 de enero de 1926, fue bautizado con el nombre de José Alfredo. Desde muy temprana edad se percibe en este muchacho una sensibilidad especial para componer canciones. Hacía melodías a sus animales y a la gente del pueblo. En 1936 murió el boticario y la farmacia quebró. Fue entonces cuando doña Carmen se trasladó a la ciudad de México, donde puso una tienda de abarrotes. Al poco tiempo este negocio también fracasó y todos los miembros de la familia tuvieron que trabajar.
José Alfredo comenzó vendiendo zapatos, actividad que sustituyó por la de mesero en una fonda de antojitos yucatecos en San Cosme, llamada La Sirena. Mantuvo gran amistad con el hijo del dueño, Jorge Ponce, con quien compartió el mismo sueño: la música. Cada noche después de cerrar el restaurante se reunían con dos hermanos guitarristas, Enrique y Valentín Ferrusca, y formaron el cuarteto Los Rebeldes.
Yo, el principio del camino a la fama
Una noche de 1950, llegó a cenar a La Sirena un grupo veracruzano conocido como Andrés Huesca y sus Costeños, que luego de escuchar la canción Yo, de José Alfredo, pidió autorización para cantarla. Al oírla, en la RCA Víctor, sello en el que se grabaría el tema, el director artístico Mariano Rivera Conde, quien fuera esposo de Consuelo Velázquez, pidió conocer al autor.
Huesca llevó a José Alfredo ante Mariano y éste le pidió interpretar alguna canción al piano. José Alfredo, con la timidez que lo caracterizaba en aquel entonces, le dijo que no sabía tocar el piano. "Entonces toca la guitarra", le propuso Rivera. El compositor, sumido en un aprieto, le expresó que tampoco sabía tocar la guitarra. Sorprendido Mariano le preguntó: "ƑEntonces cómo diablos compones?" "Pues de silbidito, señor", le contestó. Acompañado por la guitarra de uno de los músicos presentes José Alfredo interpretó algunas canciones que dejaron a Mariano maravillado. "šNo puede ser que compongas así de silbidito!", le señaló. " A mí me vienen la música y la letra al mismo tiempo", explicó José Alfredo. Inmediatamente, Mariano Rivera Conde lo envió con Miguel Aceves Mejía para que grabara sus canciones. A partir de entonces las composiciones de José Alfredo Jiménez fueron interpretadas por Jorge Negrete, Pedro Infante, Pedro Vargas, Miguel Aceves Mejía y por todos los grandes artistas de la época. Desde ese momento y hasta el 23 de noviembre de 1973, cuando una cirrosis hepática acabó con su vida, no dejó de cosechar éxitos, tanto en los escenarios como en el cine.
Quiso quedarse en el panteón dolorense
Poco antes de su muerte, durante un homenaje celebrado en su natal Dolores Hidalgo con motivo de sus 25 años de compositor, el cantautor pidió públicamente que cuando muriera no se le enterrará en la Rotonda de los Hombres Ilustres, sino en el panteón dolorense. Cuando llegó el momento el entonces presidente de la República, Luis Echeverría, ofreció la Rotonda para José Alfredo, pero los dolorenses, apoyados en una grabación de aquel homenaje, lograron que se respetara el deseo del compositor. Su madre, Carmen Sandoval, mandó construir la tumba. En un espacio de 20 metros de largo por 5 de ancho se levantó el mausoleo con una pequeña y sobria capilla de cristal estilo grecolatino, que con el correr del tiempo se fue deteriorando.
Al cumplirse 20 años de la muerte del compositor, una cadena de televisión le realizó un homenaje y en entrevista Lola Beltrán comentó que había visitado la tumba de José Alfredo y que había sentido mucha tristeza al verla tan sola y abandonada. Tales comentarios preocuparon a la familia del compositor e intentaron arreglar el sepulcro. Lo limpiaron y colocaron un busto, además de poner pasto sintético, pero el problema no se solucionaba, ya que en el panteón nadie se responsabilizaba del mantenimiento.
Polémica por el mausoleo
Posteriormente se le encargó al arquitecto Javier Senosiain, esposo de Paloma Jiménez, hija del compositor, que realizara un diseño para el sepulcro. La obra de Senosiain, de marcado estilo gaudiano, es tan original como impactante. Un enorme sombrero inclinado de ocho metros de diámetro y un sarape de colores sobresalen en el grisáceo y desolado panteón. El sarape, elaborado con azulejo de Dolores, tiene escritas en sus franjas algunas letras de las canciones de José Alfredo. El sombrero posee cuatro abolladuras con incrustaciones de vitral azulado en forma de cruz, que a principios de otoño filtra la luz del sol sobre el epitafio que dice: "La vida no vale nada".
El proyecto de Senosiain incluía un aspecto musical como homenaje al maestro que no llegó a fraguar. La idea del arquitecto era que la tumba tuviera un sensor que, cuando los visitantes se acercaran, hiciera sonar una canción de José Alfredo. La falta de electricidad del panteón, sumada a los desacuerdos familiares frenó la idea. Paloma Jiménez piensa que "eso sería una falta de respeto. El lugar no deja de ser un mausoleo y el hecho de que entres y suene Caminos de Guanajuato me suena a Disneylandia".
Quienes no están muy convencidos con la sofisticada tumba son algunos habitantes de Dolores. Malena Asanza, sobrina del compositor y presidenta del Comité José Alfredo Jiménez en Dolores, opina: "la tumba anterior estaba bien, el único inconveniente era que el pasto sintético se acababa. La decisión de cambiarla la tomaron las personas con regalías, especialmente los hijos, pero sin tener en cuenta la opinión del pueblo".
Respecto a estos desacuerdos Paloma opina que "cualquier diseño hubiese sido polémico y no podíamos hacer un plebiscito para ver cómo querían la tumba, porque entonces nunca íbamos a acabar de definirla". A lo que su hermano añade: "Nos criticaban la tumba anterior porque estaba abandonada y ahora nos critican ésta porque es muy moderna, pero desde que la cambiamos ha aumentado el turismo". Y es que el turismo que acude a Dolores tras las huellas de José Alfredo es mucho. Para fortuna de estos admiradores, en un futuro próximo, además de conocer el mausoleo van a poder recorrer la casa donde nació, pues se abrirá al público como museo.
La casa donde nació el prolífico cantautor
Hace tres años, Paloma Jiménez adquirió la casa donde nació su padre, ubicada en avenida Guanajuato número 13. Después de varios intentos por parte del compositor y posteriormente del Comité José Alfredo Jiménez por recuperar este inmueble, la casa vuelve a ser propiedad de un Jiménez. Es grande y céntrica, situada frente al colegio donde José Alfredo cursó sus estudios primarios. En su fachada, color anaranjado, destaca un laborioso trabajo de herrería en balcones y ventanas que la viste de un aire colonial. En su interior se despliegan varias recámaras y un hermoso patio rodeado de simétricas arcadas.
Actualmente se trabaja en su remodelación, ya que se encuentra deteriorada; una vez acabada la idea de Paloma es hacer una casa museo. "Quiero un museo vivo. Me gustaría que se ofrezcan clases de música, exposiciones, actuaciones musicales y que tuviese una cafetería."
Para acabar con el recorrido de José Alfredo en Dolores, a finales de este año, esta ciudad tendrá una nueva estatua conmemorativa que sustituirá a la que se encuentra en la glorieta de la avenida José Alfredo Jiménez. La actual escultura fue encargada por el gobernador de Guanajuato, Enrique Velasco Ibarra, con motivo del décimo aniversario luctuoso. La estatua, de dos metros 30 centímetros, está asentada sobre una base muy elevada, por lo que se ve muy pequeña y desproporcionada. Estas medidas disgustan a familiares, dolorenses y visitantes, así que se trasladará al Parque de los Compositores y en su lugar se pondrá una nueva, de unos cinco metros de altura, que ya se le ha encomendado al artista Ariel de la Peña.
Así como sus canciones cada vez despiertan mayor interés entre los músicos, la figura del compositor cobra mayor presencia entre las calles en esta pequeña ciudad. Para sus habitantes, José Alfredo sigue siendo tan querido y admirado como cuando en vida visitaba y disfrutaba su "pueblo adorado".