MIERCOLES Ť 20 Ť JUNIO Ť 2001

Ť La injusticia, los perseguidos y la desigualdad, constantes en mi literatura, dice

Augusto Monterroso recibió el honoris causa de la Universidad Pedagógica Francisco Morazán

Ť La institución anunció una cátedra y un premio de narrativa en honor del escritor

Ť Por sus méritos, se le designó miembro de la Academia Hondureña de la Lengua

CESAR GÜEMES

Augusto Monterroso, ciertamente, es un personaje de tres culturas: la hondureña de origen, luego la guatemalteca y después la mexicana. Y justo porque nació en Tegucigalpa, el doctorado honoris causa que le confiere la Universidad Pedagógica Nacional Francisco Morazán (UPNFM), lo recibió la tarde de este lunes en la Sala Juárez de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

monterroso-tito-4-jpgLa noticia, como los países donde ha residido, es también triple: además del doctorado, se hizo el anuncio de que la UPNFM crea la Cátedra Augusto Monterroso y el Premio Nacional de Narrativa con el nombre del prosista. Y a ello es preciso sumar lo señalado en la ceremonia por el titular de la Academia Hondureña de la Lengua, Oscar Acosta, quien entregó por la mañana al escritor el acuerdo, tomado por unanimidad, en el cual por sus merecimientos se le nombra académico correspondiente con residencia en México.

Acosta, acompañado por Ramón Ulises Salgado Peña, rector de la UPNFM y en presencia de Gerardo Estrada, director de Cooperación Educativa e Intercambio Cultural de Relaciones Exteriores, entregó el doctorado en Letras a Monterroso ''como un reconocimiento unánime de esta comunidad universitaria a su talento innato, su fina creatividad literaria y a una trascendental labor en los horizontes de la cultura universal".

-¿Qué le despierta el doctorado, don Augusto?

-Estoy un tanto abrumado, la verdad, por tanto cariño y tanta atención. Este acto del doctorado me deja casi sin palabras entre la emoción y los nervios.

-En su discurso hizo alusión al movimiento social, ¿este sentimiento cívico permanece en usted?

-Sí, desde luego. Es decir, me preocupa mucho la injusticia, los perseguidos, la desigualdad enorme que hay entre unos y otros en todos nuestros países. Debo decir que empecé a ocuparme de estos asuntos desde muy joven y nunca he dejado de hacerlo. Es posible que mi literatura no lo refleje mucho, pero siempre trato de dejar constancia de esta inquietud.

''México se renueva cada año''

-¿De qué forma percibe los cambios que vive México?

-Es algo curioso: para mí México siempre ha sido nuevo. Cuando llegué, en 1944, había aquí una gran efervescencia en todos los sentidos. Lo que observo ahora es que no percibimos los cambios fácilmente porque estamos muy inmersos en el país, pero lo cierto es que se renueva año con año.

-¿Cómo va con la escritura de sus memorias?

-Continúo, voy con la segunda parte. Trabajo en eso lentamente porque así es mi ritmo, pero avanzo. Lo que pasa es que de mi literatura no puedo hablar mucho, me es muy difícil escribir, cuando puedo hacer algo lo realizo pero no se me da la posibilidad de establecer un juicio sobre la labor misma; no tengo divididos mis resultados por época, como podrían hacer otros escritores. La verdad es que siempre he estado en la lucha con el lápiz y el papel en una forma pareja, sin altibajos. Es más, creo que mi literatura es muy modesta.

-Si hiciera un balance sintético de su aceptación en el medio cultural, ¿cuál sería?

-He tenido mucha suerte, desde que comencé a escribir obtuve siempre buena respuesta. Para mí no ha sido muy difícil realizar una carrera literaria porque siempre encontré las puertas abiertas, tanto de editoriales como de universidades y colegas.

-¿No recuerda nada contrario a su trabajo, ningún tropiezo?

-No lo he percibido y casi estoy seguro de que no lo hay. Lo mismo me pasó con el mundo de la traducción: no busqué nunca que mis libros fueran traducidos, y ahí están en diversos idiomas. Esto, que podría parecer una presunción, en realidad es sinceridad: no tengo de qué quejarme. Tal vez podría decir ahora algo así como ''al fin, después de tanto trabajo, se me hace justicia", pero no tengo por qué afirmar algo semejante; al contrario, siempre me tratan bien.