Ť El 24 de abril de 1921 había firmado y corregido Suave Patria
Se cumplen hoy ocho décadas de la muerte del poeta zacatecano Ramón López Velarde
Ť Sus versos respetaban los claroscuros de la emociones, escribiría Antonio Castro Leal
CESAR GÜEMES
A la una de la madrugada y 20 minutos de hoy se cumplieron exactamente 80 años de que José Ramón Modesto López Velarde y Berumen dejara de respirar. La aplicación del verbo, lejos de ser una figura del lenguaje, es efectiva: la neumonía que comenzó a padecer a principios de junio de 1921, sin el avance médico para combatirla, lo derrotó o lo dejó al fin descansar luego de un penoso tránsito en el que literalmente el poeta se ahogaba.
Nació en Jerez, Zacatecas, el 15 de junio de 1888, de modo que para la fecha de su fallecimiento había cumplido 33 años y cuatro días. Poco antes, elaboró planes para viajar a Europa y apenas el 24 de abril de 1921 había firmado y corregido Suave Patria.
Escrupuloso hasta las últimas consecuencias, creyente como le correspondía ser, recibió del jesuita Pascual Díaz los santos óleos no sin antes consultarle si ya la Iglesia permitía la cremación para que su cuerpo no fuera enterrado. De modo que el 18 de junio de ese año, por la noche, ya estaba al tanto de que el desenlace era inminente.
De su casa, situada en Avenida Jalisco 71, hoy Alvaro Obregón, salió su cuerpo, precisamente por instrucciones del entonces presidente Obregón y con los oficios del rector de la Universidad, José Vasconcelos, primero rumbo al paraninfo de la casa de estudios y luego con dirección al panteón Francés. Ahí lo despidieron con las oraciones fúnebres del caso, según consigna José Luis Martínez en su estudio previo a las Obras, de Ramón López Velarde, publicado por el FCE; Enrique Fernández Ledesma, Alfonso Cravioto y Alejandro Quijano.
Lirismo conmovedor y profundo
Antonio Castro Leal, quien hace la edición y el prólogo a Poesías completas y el minutero, publicado bajo el sello de Porrúa, dice que su trabajo estaba constituido por ''poemas de un lirismo conmovido y profundo, arrebatado y a veces desconcertante. La riqueza y la complejidad de los sentimientos no habían sido, afortunadamente, sacrificadas, porque el poeta disponía de medios de expresión eficaces y apropiados, a la vez barrocos y sintéticos, que, al mismo tiempo, perseguían los perfiles y respetaban los claroscuros de las emociones".
A 80 años de su muerte, es preciso revisitar esa pieza a la vez de arquitecto y joyero realizada por Guillermo Sheridan, Un corazón adicto, la vida de Ramón López Velarde (FCE) y repasar lo que en palabras del poeta fue alguna vez un real proyecto de país: ''Yo que sólo canté de la exquisita/ partitura del íntimo decoro,/ alzo hoy la voz a la mitad del foro/ a la manera del tenor que imita/ la gutural modulación del bajo,/ para cortar a la epopeya un gajo. // Navegaré por las olas civiles/ con remos que no pesan, porque van/ como los brazos del correo chuán/ que remaba la Mancha con fusiles. // Diré con una épica sordina:/ la patria es impecable y diamantina..."