martes Ť 19 Ť junio Ť 2001

Sergio Valls Hernández

ƑEs necesaria una nueva Constitución?

ƑSe necesita una nueva Constitución? Sin caer en academicismos, lo primero que se me ocurre es acudir a uno de los clásicos del tema, Carl Schmitt, quien en el primer capítulo de su Teoría de la Constitución nos advierte que el concepto Constitución puede tener diversas acepciones, desde la unidad política de un pueblo hasta un sistema cerrado de normas o incluso, como diría Lasalle, una mera hoja de papel.

Esto me permite enunciar una premisa: resolver la pregunta planteada no es tarea sencilla y mucho menos un trabajo de estudiosos en su torre de marfil o de facciones o banderías. Esta afirmación, aunque parece un argumento de perogrullo, por su evidencia, es el punto de partida de cualquier debate serio sobre la materia. Entre otras interrogantes destaco aquéllas que el momento político que vivimos hace oportunas.

ƑDesde cuándo ha sido necesario un nuevo régimen constitucional? Todos tenemos una fecha indicada por un acontecimiento histórico, como podría ser el movimiento estudiantil de 1968, la crisis de los ochenta o el 2 de julio del 2000, que nos ha inducido a pensar en la necesidad de un cambio constitucional, que no necesariamente en una nueva Constitución.

La discusión sobre la necesidad de una nueva Constitución, si bien es añeja entre la comunidad jurídica, actualmente con motivo de la reciente convocatoria presidencial, alcanzó una connotación relevante. Entonces, vale la pena reformular la pregunta: Ƒpor qué ahora es procedente la expedición de una nueva Constitución? ƑCuáles son las causas de este planteamiento? Las respuestas pueden ser múltiples y variadas, en lo que hay consenso es en que la sociedad mexicana ha sufrido un cambio muy profundo en las dos últimas décadas, que se hizo evidente con la alternancia en el poder.

ƑEl modelo constitucional mexicano ha reflejado la realidad política, económica y social? Esta pregunta, que pudiera exigir una afirmación o negación categórica, pierde sentido si consideramos que la Constitución no contiene sólo realidades, sino aspiraciones. Incluso es una guía de comportamiento político; es decir, la Constitución modifica la realidad y viceversa. Ello explica las constantes reformas constitucionales. Baste revisar la historia del artículo 3Ŷ (educación liberal 1917-1934; educación socialista 1934-1946 y educación laica 1946-2001). Lo que no hay que perder de vista es que siempre hay una discusión ideológica atrás de cada reforma y grupos sociales que se benefician o se perjudican.

ƑEstán dadas las condiciones políticas para una nueva Constitución? La viabilidad de una nueva Constitución está determinada por la coincidencia entre la oportunidad política y la jurídica; recuérdese el fracaso de la Constitución de Weimar, 1919. Ahora bien, no se puede negar que hay un ambiente propicio para "el cambio". Esta circunstancia ha originado la intuición de que es el momento idóneo para renovar el pacto social y se ha dado por identificar a una nueva Constitución con una vía para el fortalecimiento de la unidad política del pueblo mexicano.

Esta, considero, sería la única razón válida para otra Constitución y requiere de un trabajo político intenso y un análisis minucioso, que exige conocimiento técnico, pero también sensibilidad política y creatividad.

El riesgo es que en estos "hados" de cambio se aproveche la idea de la necesidad de una nueva Constitución para romper el principio del equilibrio de poderes o sirva de excusa para desaparecer instituciones que han demostrado su utilidad social, como ejemplo: la Comisión Nacional de Derechos Humanos, el Instituto Mexicano del Seguro Social, la calidad de entidades de interés público, de los partidos políticos. Lo anterior me hace llegar a una última interrogante: ƑCuál debe ser el contenido de una nueva Constitución? En ésta me detengo. Pues mucho discutiremos los mexicanos sobre el particular y, posiblemente, antes de decidir si es necesaria una nueva Constitución primero tengamos que ponernos de acuerdo en qué queremos incluir en este nuevo pacto social al que nos ha convocado el presidente Fox.

Una verdad compartida es que la democracia que hemos logrado es una realidad inacabada y que todavía no estamos satisfechos con lo que hemos conseguido como sociedad y, por eso, el tema de la nueva Constitución ha motivado, paradójicamente, que al mismo tiempo haya una reflexión técnica constitucional y un debate patriótico apasionado.

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