LUNES Ť 18 Ť JUNIO Ť 2001

BALANCE DE LA JORNADA

Ť El tri ha perdido con equiposde todas partes

Ť Meza, un hombre gentil, sin mando en la selección

Ť Los jugadores, entre grillas, vacaciones, cirugías y lunas de miel

Ť Cruz Azul pudo sin Cardozo y contra el árbitro

Enrique Meza y su enferma selección ya pasó a la historia: perdió la imbatibilidad en el estadio Azteca en eliminatorias mundialistas, y el boleto a Corea-Japón 2002 pende de un hilo. Ni en los peores momentos de Bora Milutinovic, Miguel Mejía Barón y Manuel Lapuente la selección había estado tan mediocre, por decir lo menos.

A Meza le ha tocado perder con equipos de todos lados: Inglaterra y Francia (Europa), Australia (Oceanía), Corea (Asia), Costa Rica y Estados Unidos (ex Concacaf), y Argentina (Sudamérica). Y lo peor, aún no define a su oncena base.

El último intento ante los ticos fue una mezcla de hombres de experiencia y jóvenes que no solucionaron nada. Sólo se confirmó que Luis Hernández anda mal, que Joaquín del Olmo no aporta y, el colmo, que jugadores de la regularidad de Claudio Suárez se contagian de esa especie de depresión que mantiene en sopor al equipo.

mex_c.rica10Lo único que Meza ha conseguido es unificar a la afición y en poco tiempo cumplió ya con la frase lapidaria de Mejía Barón: "Los técnicos nacionales pasan de bienamados a malqueridos".

El hombre gentil y bonachón que es Meza perdió el mando desde su llegada al Tri. O mejor dicho, nunca lo tuvo. El grupo al que su antecesor convenció de que se veía obligado a renunciar por grillas de Rafael Lebrija -encabezado por Luis Hernández, Jorge Campos y compañía-, de inmediato tomó la palabra al Ojitos cuando éste se dedicó a pregonar en cada conferencia que es un tipo "de bajo perfil".

Tanto lo dijo, que ellos optaron por asumir el mando de manera equivocada, porque lo hicieron fuera de la cancha, con situaciones extra futbol (como el veto a la prensa para acallar sus escándalos privados) mientras su nivel futbolístico declinó sin freno.

Enseguida vinieron las indisciplinas de Jesús Arellano, las salidas con permiso de Jorge Campos, las vacaciones por matrimonio para el mismo Arellano y Rafael Márquez, a Zepeda para realizarse cirugías estéticas... luego las derrotas y la presión que pocos se han atrevido a compartir con el criticado entrenador.

El correctivo, aplicado sólo al Cabrito, parece injusto y tardío.

De los directivos, ni hablar. Poco han hecho tras los fracasos en las selecciones menores y buscan curarse en salud al pasar la papa caliente a las divisiones inferiores: que la Primera A, la segunda y tercera división se encarguen de foguear jugadores de 23, 20 y 18 años -según decidieron en Acapulco-, mientras ellos siguen emocionados con sus comercializados torneos cortos y todavía aplauden la deflación lograda en el último draft.

Pero ante los fracasos de la selección, México cuenta con un consuelo que ni siquiera tiene Brasil, también hundido en una crisis. Hay fiesta azul. La Máquina es el modelo a seguir y ha demostrado que cuando una directiva trabaja bien, las consecuencias son lógicas. Los cementeros han llegado a la final de la Copa Libertadores con la motivación por las nubes, con la combinación perfecta entre juveniles jugadores, producto de sus fuerzas básicas, y hombres de experiencia y entrega, como sus extranjeros.

El ambiente es perfecto, ninguno -titular o de banca- desentona en la cancha y Cruz Azul no será un flan para el laureado Boca Juniors que llegó a México, directo a Cancún, con todos sus blasones y etiquetas de favorito.

Nada de esto contará ante una Máquina que ya dio cuenta del otro mito argentino, el River Plate, y del marrullero Rosario Central.

Se había dicho que gran parte del éxito celeste dependía del refuerzo Cardozo, quien con sus goles y experiencia era el baluarte del conjunto. Sin embargo, el paraguayo la pasó en los vestidores del Gigante de Arroyito, mientras sus nuevos compañeros daban otra muestra de personalidad, de jugar sin miedo en cancha ajena.

Y si de temores se trata, habría que recordar al América de Alfredo Tena, cuando de último momento decidió no incluir a Cuauhtémoc Blanco para iniciar ante Boca y unas Aguilas temblorosas fueron goleadas por 4-1.

Después, en el Azteca, lograron un 3-0 momentáneo que los ubicaba cerca de los penales y de la final, pero el defensa Walter Samuel marcó el 3-1 y los eliminó con todo y sus miedos como visitantes.

Y si el mérito es de todo el conjunto cementero, comandado por un sorprendente estratega José Luis Trejo -al que por cierto la afición cementera rechazó de inicio-, mención aparte merece el gol de Francisco Palencia, que con su toque mágico para el 3-3 demostró que no sólo es todo entrega, sino que tiene la clase de un auténtico crack, por cierto muy desperdiciado en la selección.

En caso que el duelo Cruz Azul-Boca Juniors se mantenga para el miércoles, los aficionados de plano ni se molestarán por la suerte que sufra el Tri en su peligrosa visita a San Pedro Sula.