LUNES Ť 18 Ť JUNIO Ť 2001

Ť Alberto Dallal

Imágenes de una narración alrevesada

En cierta forma, la coreografía de Rossana Filomarino Celebraciones. Canto al milenio, está alrevesada: su estructura comienza por donde debería terminar para realmente lograr un efecto dramático-dancístico. Y me refiero a los efectos en el ánimo del público y no al "gusto" del crítico. La bellísima y eficiente música original de Ana Lara apoya, luce a través de la obra entera. Es el "Descenso" la parte más fuerte y la más lograda visual y dancísticamente. La imposición del plano inclinado y un vestuario que conlleva la transición del Butoh a lo épico, concentra el fundamento de la coreografía.

La segunda y la tercera partes, Purificación y Celebración, resultan endebles, suaves, irónicas. Se hallan, además, "suspendidas" por el tedioso "cambio de ropa". En tanto "concepto" los movimientos estatuarios, gestuales, "amanerados" expresan (sobre todo para una época de violencia y transfiguración ideológica y militante) formas cuya sofisticación "desdramatiza" la singularidad histórica de los primeros años del siglo XXI.

La primera parte ha "puesto en drama" una singular y atractiva danza que desata elementos propiciatorios: la situación espacial del plano oblicuo impone la verificación de una fuerza de atracción surgida del piso; el vestuario (gris y grueso) produce movimientos, situaciones, desplazamientos efectivos e irregulares; la obligada vista de los bailarines hacia adelante expresa la presencia de un elementos amenazante, ineludible; pueden valorarse cada movimiento, cada actitud, cada detalle: brazos encogidos, torsos y cuellos doblados, dedos crispados, manos en lucha de supervivencia.

Los seres aquellos, sin embargo, se desvisten para ser entes. ƑNo debería ocurrir lo contrario? Del plano-atracción al plano-agua sobreviene un cambio ambiental que jamás es aprovechado: del vigor seco a la debilidad de los brillos y fosforescencias del agua. Los dioses se debilitan hasta llegar a una estatuaria llena de reducidos espacios y posibilidades dancísticas: la especie transita hacia los regodeos grupales (entre Graham y Duncan), esbozos de danza.

Visual y conceptualmente el haz de ropajes es asimismo una estatua: su inmovilidad compite con los seres humanos. ƑEl pasado primigenio? Pero mientras en el sector del plano inclinado el público era el futuro, la Celebración (Ƒel ser humano redivivo?) termina en lo endeble: somos cómplices de finuras y figuras neorrománticas que "despiden" la obra.

La sabiduría de Filomarino para esbozar los orígenes dramáticos del arte de la coreografía (el movimiento de los coros), se reduce, al final, a meras sensaciones que evocan juegos infantiles o regodeos de las vestales. Mientras que la primera parte de la obra es una solución coreográfica impecable, las dos últimas indican recursos extra dancísticos que, si bien tienen imágenes y "visiones" atractivas, no conducen a un desenlace, un final. La humedad de las vestimentas debería tener influencia en los movimientos de cada cuerpo, mojado y lánguido, cuidadoso... Los pocos momentos de convulsión se producen en cuerpos aislados, subidos en pedestales, tan separados que roban la atención de unos sobre los otros. Formalismo... La historia está "contada" al revés: en realidad, brotamos del agua. El comienzo del milenio indica que a lo largo de la historia nos hemos preparado para vestirnos y ser fuertes, seres agobiados y terriblemente contrahechos, llenos de vigor físico y de una fascinación por el futuro, culpables de una distorsión de los procedimientos que paradojicamente habrá de salvarnos.

Inversión de objetivos; imágenes de más o menos; cuento o mito narrado al revés; debilitamiento del entusiasmo visual. ƑEran estas las metas de Filomarino en sus desconcertantes Celebraciones? Hay que volver a ver la obra.