lunes Ť 18 Ť junio Ť 2001
Víctor M. Quintana S.
El destino nos alcanza
La CIA no será santo de mi devoción, pero de que sabe, sabe, y de que busca los medios lícitos o ilícitos para saber, los busca. En el informe del 18 de diciembre pasado, elaborado por esta agencia y reproducido en parte por La Jornada, señala: "la comunidad de la inteligencia estadunidense concluye que temas como la falta de agua y de alimento, los cambios demográficos, la proliferación de información y enfermedades constituirán amenazas para Estados Unidos en el ámbito internacional".
Menos de medio año después, en el norte del país se viven situaciones que prefiguran ya el pronóstico de la CIA. Muy diversos sectores de la sociedad chihuahuense, incluyendo al gobernador Patricio Martínez y a los grupos parlamentarios de Acción Nacional y de la Revolución Democrática, se oponen con denuedo a que la entidad pague a Estados Unidos el adeudo de más de mil 800 millones de metros cúbicos de agua. Deuda que viene de no pagar la cuota anual que estipula el Tratado Internacional de Aguas de 1944. Y civiles, policías y militares se ponen a montar guardia en las desangradas presas, luego que se sabe que Conagua estaría abriendo los vertederos por la noche para hacer llegar al Bravo la citada cuota. Atiza la hoguera la ignorancia del gerente de la dependencia, quien declara que "el agua es de la Federación" y, por lo tanto, los chihuahuenses no pueden disponer de ella.
La Junta Central de Aguas informa que de Chihuahua parten cada año 7 mil millones de metros cúbicos del líquido a otras entidades; más de 5 mil millones a Sinaloa; poco más de uno a Sonora, y el resto a Estados Unidos y Tamaulipas por el Bravo. Esto es, cuando llueve la cantidad promedio de estas resecas tierras es de 360 milímetros anuales. Diez años de lluvias de 400 milímetros en promedio se requieren para recargar los agotados acuíferos luego de nueve años de sequía.
Mientras tanto, las ciudades chihuahuenses se mueren de sed. Racionan rigurosamente el abatecimiento doméstico hasta cinco y dos horas diarias. A los agricultores les doblan las tarifas eléctricas para el riego de bombeo.Y las zonas productoras de los miles de millones de metros cúbicos de agua, las áreas montañosas de la Tarahumara se cuentan entre las 250 microrregiones en extrema pobreza cuando surten a las áreas agrícolas más ricas de los valles Yaqui y Mayo. Por otra parte, Chihuahua entrega a Estados Unidos por el Conchos una cuota de agua para que éste a su vez entregue a Sonora y Baja California el agua del Colorado. La sed sofoca los más místicos discursos de solidaridad y de cohesión nacional. Tratándose del vital líquido hasta el más globalizado se hace furibundo regionalista.
Aquí urgen ya las acciones. Más cuando el Informe Global sobre Cambio Climático prevé más sequías y más calor para el norte mexicano. Urge que la gubernamental Cruzada por el Bosque y por el Agua abandone el terreno declarativo y se ponga a planificar con las comunidades acciones concretas para recargar mantos, construir obras de retención de aguas, castigar el tráfico de pinos y encinos, poner un alto a la depredación de bosques a compañías como la International Paper Company de Georgia.
Es necesario también cambiar de óptica. No puede seguirse permitiendo los indignantes contrastes entre la riqueza de los agroempresarios consumidores de agua y la miseria de los indígenas en cuyas tierras se produce el líquido. Es necesario establecer consejos de cuenca que, desde una visión integral, contemplen acciones redistributivas e incentivos para los pueblos de las montañas.
Muy importante es revisar al detalle el Tratado Internacional de Límites y Aguas que data de 1944. Mucho han cambiado las cosas desde entonces. La población de los estados fronterizos, sobre todo de las ciudades se ha multiplicado varias veces y las hectáreas bajo regadío, también. En el marco del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, los flujos de agua deben recibir un tratamiento diferente. Y ojalá que en este punto el presidente Fox no muestre la facilidad para ofrecer nuestros recursos al extranjero, como hace con los energéticos.
El destino nos está alcanzando y le da parte de la razón a la CIA. Porque la disputa por el agua en el norte de México no sólo representa una amenaza para Estados Unidos, puede convertirse también --ojalá nos equivoquemos-- en el detonador de cruentos choques entre los nuestros.