DOMINGO Ť 17 Ť JUNIO Ť 2001
José Antonio Rojas Nieto
Crisis eléctrica en Brasil
Por favor revise su recibo de luz. Si consume más de 200 kilovatios hora al mes pagará una multa. Debe lograr un ahorro de 20 por ciento de junio a octubre en relación a su consumo del año pasado. Cuidese. Si puede, desconecte sus aparatos, menos el refrigerador por sus alimentos. No encienda tantas luces. Deje de usar rasuradoras y secadoras de cabello eléctricas. Vea menos televisión y escuche menos radio. Reúnase con sus vecinos a ver las telenovelas, sobre todo entre las 18 y las 21 horas. No planche ropa a esa hora; hágalo muy de mañana. Es prioridad nacional ahorrar energía y evitar que en las horas pico -justamente de 18 a 21 horas- se incremente el consumo. No hay suficiente agua para abastecer las necesidades usuales de electricidad. Por favor ayúdenos y ayúdese. El proceso de privatización sigue, y sigue bien. Sólo hay que esperar que llueva.
"Así podemos imaginarnos algunos de los mensajes comunes en el Brasil de hoy, el Brasil grande y hermoso de 180 millones de habitantes; de la novena economía del mundo y que apenas consume 1.5 por ciento de la energía primaria global, pese a tener 11 por ciento de los recursos hidroeléctricos totales. Es el Brasil de 60 mil megavatios hidroeléctricos (87 por ciento de su capacidad), suma de las centrales de las cuencas del Amazonas, del San Francisco, del Paranaiba, del Iguazú y del Paraná, donde sobresale ese enorme complejo compartido con Paraguay, que permite tener la central hidroeléctrica más grande del mundo, la de Itaupú, con 12 mil 600 megavatios, la tercera parte de la capacidad instalada del México de hoy.
Bueno pues en ese país tan vinculado a nosotros por la fresca presencia que durante años tuvieron muchos brasileños en nuestra vida personal y académica, el día primero de este mes de junio, comenzó un severo programa de ahorro de energía eléctrica, orientado a reducir demanda, y consumo en no menos de 20 por ciento. Y es que este año hizo verdadera crisis la limitación de recursos hidroeléctricos, y ha generado continuos y prolongados cortes de suministro en todas las regiones del país. Por eso, el programa multará a los usuarios domésticos que sobrepasen los 200 kilovatios hora en su consumo mensual. Y aunque en Brasil el promedio mensual es un poco inferior a ese monto, hay muchas quejas, sobre todo de los consumidores urbanos, la mayoría de los cuales tiene un consumo superior ese límite.
Lo cierto es que allá -como aquí- continúa el intenso debate en torno al origen de la crisis: ora se atribuye el proceso de privatización, ora sólo se reconoce a la menor precipitación pluvial la única responsabilidad de la crisis. Y, sin embargo, no deja de ser pertinente la pregunta de múltiples analistas brasileños: Ƒcómo es que un país en pleno desarrollo, con una enorme población socialmente excluida, con inmensos espacios geográficos en absoluto abandono, con desempleo crónico y con una industria sometida a una severa lucha por ocupar el lugar en el mercado mundial; cómo es que este país se lanzó aceleradamente a la aventura de crear un mercado de energía en el sector eléctrico?
La crisis de las lluvias sólo pone en evidencia una problemática eléctrica sin precedentes que, entre otras cosas, se generó porque el ritmo de crecimiento de la capacidad instalada ha sido menor al de la demanda. ƑPor qué -se pregunta- esta situación? Las bajas lluvias no lo explican ƑPor qué un gobierno como el de Brasil se lanzó a tratar de hacer en cinco años una reforma tan drástica que en países como el Reino Unido llevó más de 15 años, se preguntan muchos analistas del país del Amazonas? Y es que en 1995 comenzó lo que ellos llaman el despojo de Eletrobras, el consorcio estatal eléctrico cuyo desmantelamiento empezó con la venta de las distribuidoras, a la que seguiría la venta de las generadoras, sólo conservando el Estado -como tiende a justificarse hoy en muchos países del mundo- la red eléctrica.
Las preguntas no son retóricas, a pesar de que para los apologetas del mercado ésta y otras experiencias como la de California constituyan un serio cuestionamiento sobre la pertinencia de la privatización aunque, curiosamente, sólo cuatro países tienen su industria eléctrica totalmente privatizada: Reino Unido, España, Japón y Bélgica. En la mayoría de los casos aún se trata de sistemas mixtos, similares al que, podría resultar en California, luego de que el gobierno estatal impulse la instalación de nuevas centrales con fondos públicos que permitan sortear en el mediano plazo la crisis de abasto en el estado de la estrella y el oso. O similares al que, casi seguramente, podrá resultar de los cambios en México, cuyos derroteros no acaban de ser clarificados, entre otras cosas, por la compulsión con la que el anterior e incluso el gobierno, tienden a enfrentar el proceso de restructuración.