SABADO Ť 16 Ť JUNIO Ť 2001

ƑLA FIESTA EN PAZ?

Leonardo Páez

Mexicanos en Madrid

PARECE QUE EL mexicano, salvo honrosas excepciones, en cuanto sale al extranjero exacerba todos sus demonios y, lo peor, alardea de ellos, como si de lucidez, profesionalismo y percepción aguda se tratara.

LA PENOSA REALIDAD es que la presencia de estos espontáneos embajadores aztecas por el mundo no parece aumentar ni la buena imagen, ni las propuestas provechosas ni los términos de negociación, y menos convencer en las plazas donde algunos diestros nacionales todavía son contratados.

EN LA RECIEN concluida feria de San Isidro, en Madrid, y como para hacerle a la reciprocidad globalifílica, la empresa del coso de Las Ventas incluyó en tres de los 30 carteles de que constó el serial a toreros de México: el novillero Leopoldo Casasola y los matadores Miguel Espinosa y Eulalio López.

CONTRASTE NOTABLE CON los 13 diestros españoles que la empresa que promueve la Plaza México incluyó en la pasada temporada grande en sólo 21 corridas, y cuyos despistados criterios de contratación de extranjeros van en aumento, por lo menos en los últimos nueve años. Pero está visto que entre los neoempresarios a mayor dependencia mayor globalización y mayores beneficios para unos cuantos, a costa, claro, de quienes lo permiten.

LEOPOLDO CASASOLA, YA con muchas novilladas toreadas en todo el orbe taurino, recibió una cornada de su primer novillo de La Quinta, lo que le impidió continuar en el ruedo. Su actuación fue calificada de discreta por la crítica.

MIGUEL ESPINOSA, luego de 12 actuaciones en esa plaza a lo largo de su carrera y en las que no consiguió ni una salida al tercio, en su corrida de despedida de Las Ventas no iba a salir con sorpresas, y fue abucheado en sus dos toros, lo que no impidió que el diestro superara su elevado nivel de autocomplacencia al declarar: "A final de cuentas no soy un mexicano más (sic), soy Armillita y vengo a despedirme de los aficionados españoles". No, Armillita fue otro, al que en 1936 las autoridades españolas deportaron por ser el torero más poderoso que ha habido, y el más sencillo.

EL ZOTOLUCO OLVIDA, sobre todo en España, que no es figura y que por sí solo nunca será un coleta taquillero, y se dio el lujo de fallar en un momento decisivo. Pudiendo haber cortado la oreja de su segundo, de Celestino Cuadri, malogró con la espada una inteligente y valerosa faena.

POR SU EMPRESARIAL parte, Rafael Herrerías, además de ir a contratar a la docena de españoles para la próxima temporada, tuvo a bien declarar a Luis Martínez del diario El País: "Yo soy enemigo de la prensa y de las autoridades... La mayoría es la que tiene que decidir, no una minoría de aficionados o críticos taurinos... Desde hace años faltan en México figuras. Es más, las figuras de allá son las mismas de acá: El Juli, Hermoso y Ponce... Hay mucha corrupción en la prensa de mi país... dentro de un mismo periódico las opiniones son diferentes", etcétera.

Y NO CONTENTO CON eso, al día siguiente el enemigo de la prensa y las autoridades protagonizaría en el lobby del Hotel Victoria un conato de bronca al insultar al Glison, delante de los más importantes taurinos de España. No, hombre, de lujo.