SABADO Ť 16 Ť JUNIO Ť 2001
Ť Carlos Marichal
ƑImpuestos para qué?
El secretario de Hacienda, Francisco Gil, declara que el déficit fiscal ha alcanzado niveles insostenibles. Es necesario llevar a cabo una amplia reforma fiscal, intensificando la recaudación impositiva y combatiendo la evasión. Hay que terminar con los subsidios fiscales a los municipios y a los gobiernos de los estados y consolidar la deuda interna y externa del gobierno federal.
Los dueños de Banamex, el mayor banco del país, concuerdan con el secretario ya que la reforma fiscal no les afectará: se trata, en efecto, de aumentar los impuestos al consumo y en particular a ciertas industrias como el tabaco y la cerveza que tienen una amplia demanda popular. También aprueban estas medidas los dueños de los bancos y grupos financieros regionales: en Nuevo León, los Zambrano, Armendaiz, Madero; en Chihuahua, los Creel; en Veracruz, los Zaldo. Todos están de acuerdo en que el gobierno requiere más recursos y que es necesario aumentar el universo de contribuyentes, sobre todo de los sectores populares. Por supuesto, sería un error gravar las transacciones financieras ya que ello espantaría a los inversores extranjeros.
El año es 1893 y el flamante secretario de Hacienda, José Yves Limantour, quien pronto se convertiría en verdadero zar de las finanzas mexicanas en el Porfiriato. ƑCuál era la prioridad de las autoridades hacendarias en ese fin de siglo? A todas luces, el problema de fondo -que venía de muy atrás- había sido la insuficiencia de los ingresos fiscales y las repetidas crisis de la deuda pública. En 1888 se había logrado una conversión de la deuda, lo que permitió que México fuera aceptado de buen grado por los mercados internacionales de capitales. Pero para asegurar que los flujos de fondos siguieran, Limantour insistía en que había que lograr un superávit fiscal, lo cual mandaría la señal a Londres, Berlín, París y Nueva York de que México seguiría siendo un fiel pagador de sus acreedores internacionales. El secretario logró aumentar la recaudación de manera sistemática desde 1895 en adelante, pero a la larga su gestión no sería exitosa.
La obsesión de Limantour con el pago de la deuda lo llevó a descuidar otras funciones esenciales del Estado que eran fundamentales para asegurar el consenso político y la tranquilidad social. De acuerdo con un documentado libro reciente del profesor Marcello Carmagnani titulado Estado y MercadoŤ, que analiza las finanzas mexicanas en el porfiriato antes del estallido de la Revolución en 1910, el gobierno mexicano descuidó la provisión de bienes públicos fundamentales. Mantuvo deprimida la inversión en educación, salud y justicia y, por consiguiente, fue perdiendo legitimidad. Al final, el régimen cayó por el profundo descontento social que estas políticas habían contribuido a generar.
El punto clave que debe tenerse en cuenta es que los impuestos que cobra el gobierno deben servir, en primera instancia, para proporcionar una serie de bienes públicos, entre los cuales la educación, la salud y la justicia son quizá los prioritarios. Como bien señala Carmagnani: "el Estado encuentra su fundamento y su continuación en el tiempo en el deseo de los individuos de satisfacer una parte de sus exigencias en forma colectiva". Esta es la base del acuerdo fiscal que da sustento al pacto político que proporciona legitimidad a cualquier gobierno.
Para nuestros días, las lecciones de la historia son claras. Si un gobierno moderno desea conservar el apoyo popular no puede dedicarse a constreñir el gasto social al tiempo que garantiza el pago de todas las deudas legítimas o ilegítimas que reclaman banqueros nacionales y extranjeros o que solicitan aquellas empresas privadas que desean disfrutar de rescates financiados con dineros públicos. Sin duda, el gobierno tiene que asegurar su solvencia a través del régimen fiscal y tiene que pagar sus deudas legítimas. Pero no por ello debe sacrificar la provisión de bienes públicos colectivos que benefician a todos los ciudadanos y, especialmente, a aquellos de ingresos más bajos. Un tipo de estrategia financiera similar a la de Limantour lleva a la larga o, a la corta, a la ruptura del pacto político.
ŤMarcello Carmagnani, Estado y mercado, 1850-1911, Fondo de Cultura Económica/El Colegio de México, 1994.