Ť El Presidente destaca clima favorable para el diálogo
Chiapas, escenario de "un doloroso conflicto que ha provocado división"
JUAN MANUEL VENEGAS ENVIADO
San Salvador, 15 de junio. Durante siete años Chiapas ha sido escenario "de un doloroso conflicto que ha provocado división y enfrentamiento", admitió hoy aquí el presidente Vicente Fox Quesada, y tras la velada crítica a las administraciones priístas de Carlos Salinas y Ernesto Zedillo, subrayó en seguida que con su arribo al gobierno de la República "se ha propiciado un clima favorable al diálogo" y se han "instrumentado una serie de medidas, acciones y propuestas que pueden dar paso, con la voluntad de todos, a la reconciliación definitiva".
Por su parte, el embajador Gustavo Iruegas consideró que el movimiento zapatista no representa una situación de guerra para el país, sino "un reclamo social" al que se le tiene que dar ese trato. Y por supuesto, dijo, con esa definición "que para nosotros es muy clara, tiene cabida en los programas de carácter social que se contemplan para Chiapas".
En el monumento al Cristo de la Paz, levantado en homenaje a los caídos durante la guerra civil salvadoreña de la década de los 80, y donde el mandatario mexicano cumplió con su última actividad programada en esta ciudad -antes de partir a Panamá-, enfatizó: "la transición democrática (en México) proviene de un lento y difícil proceso histórico. No termina con la elección de un presidente emanado de la oposición. Todos hemos entendido que la realización del cambio es indispensable, pero queremos avanzar seguros. Por eso hemos otorgado a la paz un valor fundamental en nuestra transición".
Fox definió así su mandato y su trato al movimiento zapatista, en el lugar señalado donde rindió tributo -"en voz del pueblo de México"- a los salvadoreños cuyo "sacrificio no fue ni será en vano, que hizo fértil esta tierra y que la consagró para la paz".
Y aquí también, donde recordó el papel de México para los acuerdos de paz en El Salvador, señaló que de aquel proceso los mexicanos "aprendimos una extraordinaria lección, que nutre nuestras posiciones internacionales e incluso nuestros propios procesos internos... donde estamos obligados a fortalecer el diálogo y la tolerancia".
Hacia fuera, en tanto, "la evolución democrática de México nos conduce, inevitablemente, a proponer una política exterior sustentada en la promoción de la democracia y la protección irrestricta de los derechos humanos; una política que recoja y enriquezca el patrimonio de la cooperación, la prevención de conflictos, la concertación política y la solución pacífica de las controversias", añadió.
De aquel aprendizaje, el embajador Iruegas -participante en las negociaciones de paz entre la guerrilla y el gobierno salvadoreños que culminaron en los acuerdos de Chapultepec de 1992- señaló que México ha dado muestras de que la lección fue bien asimilada: nunca se resolverá un conflicto interno por la vía de la violencia.
Mediador en la administración pasada entre el gobierno de México y los zapatistas, se refirió también al momento que guardan las negociaciones en Chiapas: debe quedar claro, el EZLN no representa ya, en estos momentos, una "situación de guerra", sino un "movimiento, un reclamo social indígena". Este reclamo "es muy válido" y así se le está atendiendo; pero "no debemos confundirnos: no es una guerra y, por lo tanto, no se le puede dar ese tratamiento, ni en el discurso ni en los hechos", insistió el embajador Iruegas, subsecretario para América Latina de la cancillería mexicana.
Y de aquí, donde el presidente Fox expresó su interés por la "reconciliación definitiva" en Chiapas, fue despedido con música de mariachi que le llevaron un centenar de ciudadanos mexicanos residentes en San Salvador, y que hicieron del acto una auténtica miniverbena para el guanajuatense, que se dejó querer y salió entre besos, bendiciones y porras, ante la sorpresa de sus homólogos centroamericanos que asistieron a la firma del acuerdo para el Plan Puebla-Panamá.