VIERNES Ť 15 Ť JUNIO Ť 2001

Leonardo García Tsao

Autopsia del poder

Después de dirigir Kino, un ambicioso proyecto afligido por desafortunadas vicisitudes de producción, Felipe Cazals anunció su retiro del cine en 1992. Sin embargo, la voluntad cinematográfica fue más fuerte que el hartazgo con una industria demasiado incierta. El año pasado el realizador volvió a lo suyo con Su Alteza Serenísima, un drama histórico sobre los últimos días en la vida de Antonio López de Santa Anna, una de las figuras más complejas y contradictorias de nuestra historia.

La acción se sitúa en 1876 cuando un agónico Santa Anna (Alejandro Parodi) aún alberga esperanzas de recuperar el poder. En su mansión recibe la visita de ex colaboradores caídos en desgracia o amistades con intereses ocultos, así como la del padre Anfosi (Rodolfo Arias), que trata en vano de confesar a quien ocupara tres veces la Presidencia de México. Al mismo tiempo, su esposa Dolores (Ana Bertha Espín) contrata a mendigos de la calle para organizar lastimosos actos de adhesión.

Vanidoso al grado de poseer una docena de prótesis diferentes para su pierna amputada, Santa Anna se ve a sí mismo como un gallo de pelea -metáfora que Cazals ilustra con malicia a lo largo de la película- cuando en realidad se niega a aceptar su condición de dinosaurio en vías de extinción. Tirano de la servidumbre, aún coqueto con las visitantes guapas y rencoroso con el pueblo que lo ofende, el protagonista es una figura patética en su inconsciencia.

Ťparodi-alteza-serenisima-jUna constante en la obra de Cazals es la recreación del pasado de México para explicar el presente. Dentro del acostumbrado interés del cineasta por mostrar a los próceres con la guardia baja, Su Alteza Serenísima describe la agonía de un poder político que, rebasado por la historia, se aferra a sus viejas glorias aun cuando el pueblo, harto de la demagogia y la deshonestidad, le manifiesta su desprecio. La analogía con los tiempos que corren no podría ser más oportuna o elocuente.

Si bien la película guarda una concepción teatral -todo, salvo un flashback, transcurre en el mismo escenario, hay una simetría de tres actos y sendos juegos de visitantes- se evita la noción de teatro filmado gracias al gran sentido cinematográfico de Cazals. Como se vio en sus anteriores Familiaridades (1968) y Bajo la metralla (1982), el realizador sabe cómo aprovechar el potencial dramático de los espacios cerrados, creando una sofocante atmósfera de encierro y decadencia. Apoyado por la precisa cámara de Angel Goded, Cazals acentúa la tensión entre las diversas posiciones sociales e ideológicas de sus personajes por la forma como los encuadra, dentro de una puesta en escena que tiende a aislar a Santa Anna.

La verosimilitud de la película descansa sobre otro notable acierto: el desempeño de un reparto uniformemente cumplidor. En una actuación virtuosa, Parodi captura el rabioso desconcierto de un moribundo que se creía inmortal; mientras Ana Bertha Espín -una sensible intérprete desperdiciada por el cine mexicano- encarna la fuerza moral de una aliada fiel, que trata de mantener un ritual hueco de adulación. (Aquí Pedro Armendáriz pinta con trazos exactos la pesadumbre de un andrajoso coronel, reducido a servir de cómplice nostálgico de Santa Anna a cambio de unas monedas).

Por supuesto, Su Alteza Serenísima no es para el público masivo que atiborra las salas múltiples en busca de explosiones hollywoodenses (dentro del limitado saber de los pubertos que dicen güey para hacer una pausa en la conversación, Santa Anna es quizás un guitarrista ruco que el año pasado ganó muchos premios Grammy). La cinta de Cazals es una reflexión política, dialogada a la usanza del siglo xix y sin uno solo de los elementos complacientes que abundan en Pearl Harbor. La recompensa será sólo para el cinéfilo riguroso que sepa apreciarla.

Su Altesa Serenísima

D y G: Felipe Cazals/ F. en C: Angel Goded/ M: Zbigniew Paleta/ Ed: Javier Bourges, Carlos Puente/I: Alejandro Parodi, Ana Bertha Espín, Rodolfo Arias, Pedro Armendáriz, Blanca Guerra, Ana Ofelia Murguía/ P: Imcine, Foprocine, Serenisima Films. México, 2000.

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