VIERNES Ť 15 Ť JUNIO Ť 2001
Ť Incluye 120 estampas y planchas de metal con las calacas del grabador
El Museo Mural Diego Rivera se suma a las escasas muestras acerca de la obra de José Guadalupe Posada
MERRY MAC MASTERS
La calavera Catrina es una de las imágenes más identificables, no sólo en la plástica mexicana, sino en la cultura en general. Creada hace más o menos un siglo por José Guadalupe Posada (1852-1913), sigue tan vigente como su autor, especialmente ''en estos momentos en los que pareciera que la identidad nacional no tiene muchos asideros, por decirlo de alguna manera", afirma Américo Sánchez, director del Museo Mural Diego Rivera.
Insuficientes publicaciones
Ese recinto alberga Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, mural que en 1947 Rivera dedicara a Posada, y cuyo personaje central es la Calavera Catrina. De hecho, la elocuente calaca aparece del brazo del maestro grabador, por un lado y tomando la mano del niño Diego, por el otro, con Frida Kahlo atrás.
Este hecho es razón suficiente para organizarle una exposición al grabador hidrocálido. También pesa la circunstancia de que ''no hay suficientes publicaciones ni muestras en torno a la figura de Posada", como sostiene Sánchez. No obstante que en 1996 el Museo Nacional de Arte montó la muestra Posada y la prensa ilustrada: signos de modernización y resistencias, para el director del Museo Mural ''de una manera inexplicable el artista ha corrido la suerte de no ser lo suficientemente valorado". Fue hasta 1925, cuando Jean Charlot publicó en Revista de Revistas un texto que revalora su importancia como grabador, que se le empezó a conocer. En la ciudad de México, no obstante, fuera del Munal hay pocos lugares para ver la obra de Posada. En la actualidad, se exhibe medio centenar de sus piezas en el Museo Nacional de la Estampa.
Por eso, a partir de hoy el Museo Mural Diego Rivera (Balderas y Colón, Centro Histórico) abre al público Posada. Estampa: grabados en metal, muestra integrada por cerca de 120 estampas y planchas originales, en las que se aprecian personajes como Zapata y Madero, escenas históricas como los ''fusilamientos" y el trabajo realizado en torno de Jesús Negrete el Tigre de Santa Julia y, claro, las conocidas calaveras. Las obras provienen del acervo del Instituto Nacional de Bellas Artes y de la colección de la familia de Antonio Vanegas Arroyo, editor con quien trabajó Posada.
Figura entrañable para el muralista
Posada era una figura entrañable para Rivera. De niño el muralista solía verlo trabajar rumbo a sus clases en la Academia de San Carlos, ya que el taller de Vanegas Arroyo estaba apenas a una cuadra de distancia, sobre la calle de Moneda. En su momento, Rivera comparó a Posada con Goya y Callot. Del creador de más de 15 mil estampas, el pintor llegó a escribir que Posada ''producía como un manantial de agua hirviente".
''Posada fue tan grande, que quizá un día se olvide de su nombre", afirmó Rivera.
Con la muerte del grabador, la caricatura política, la reseña del ancontecer diario, las estampas religiosas, las ilustraciones para cuentos infantiles, los cancioneros, corridos populares y sus calaveras, que durante años surgieron de sus planchas, pasaron a formar parte del legado artístico del pueblo.