VIERNES Ť 15 Ť JUNIO Ť 2001
Ť El aborto, "principal crimen" contra la vida, afirma en la homilía de Jueves de Corpus
Convoca Rivera a renunciar a la cultura de la muerte
Ť El feto, fruto intocable, aunque provenga de violación Ť La sociedad vive en un hoyo hedonista; los anticonceptivos exacerban el placer, según el arzobispo primado de México
JOSE ANTONIO ROMAN
En una severa crítica a la "cultura de la muerte", donde el aborto es el "principal crimen" contra la vida, el cardenal Norberto Rivera Carrera señaló que en México se "saborea el gusto de matar".
Ante los feligreses que asistieron a la misa de Jueves de Corpus, el arzobispo primado de México hizo un llamado al pueblo: "ya no más secuestros, ya no más muertes, ya no más abortos, ya no más drogas fatales, ya no más asesinatos, ya no más desnutridos y muertos de hambre por nuestras calles; somos un pueblo de vida".
Desde un altar colocado en el atrio de la Catedral metropolitana, acompañado por varios de sus obispos auxiliares y miembros de su presbiterio, el cardenal dijo que por sus acciones, "pareciera que la humanidad ha enloquecido y que el hombre nació para matar".
En su homilía, previa a la peregrinación de feligreses -cinco mil, según los organizadores- alrededor de la Plaza de la Constitución, el prelado dijo que en el mundo y en México "sopla un viento huracanado de muerte por todos los rumbos cardinales".
Fruto intocable, aunque indeseable
En tono enérgico, apuntó que el principal crimen contra la vida, el más extendido, es el aborto. Expulsar por motivos triviales y argumentos egoístas, y de una manera cruel y repugnante, la nueva vida que Dios puso en la madre. El niño en el seno materno es intocable, no importando cómo llegó ahí.
Ciertamente, señaló el cardenal, nos horroriza la violación y nos duele el ataque brutal a la mujer, pero si viene un fruto de tan perversa acción, ese fruto también es intocable. Nuestra sociedad vive en un hoyo profundamente hedonista, con tantos medios anticonceptivos se ha exacerbado el placer, y cuando viene un fruto indeseado, se le arranca la rama.
A los feligreses que escucharon la misa, algunos pocos en el interior del atrio, y la mayoría en parte de la plancha del Zócalo, Rivera hizo referencia a varias citas del papa Juan Pablo II, contenidas en la encíclica Evangelio de la vida.
Dijo que la decisión deliberada de privar a un ser inocente de su vida es siempre mala desde el punto de vista moral y nunca puede ser lícita ni como fin ni como medio para un fin bueno.
En este mismo sentido, señaló que nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser inocente, sea feto o embrión; ninguna autoridad puede legítimamente imponerlo ni permitirlo. En eso no hay excepciones ni privilegios para nadie, pues se trata de un homicidio.
"El embrión, el feto, el niño, no es ningún enemigo de la madre, como suele decirse, ni un injusto agresor. Es un don de la vida", señaló.
Rivera Carrera mencionó también la práctica de la eutanasia, la cual consiste en decidir el momento de terminar con la vida de una manera dulce y agradable. Y al igual que en el aborto, señaló que nada ni nadie puede justificar y permitir estas "aberraciones", como lo han hecho recientemente algunos gobiernos. "Lo repito nuevamente: la vida no nos pertenece''.
Destacó lo contradictorio que resulta el que en un mundo donde la ciencia ha avanzado para mitigar el dolor, las legislaciones se inclinan por la muerte.