JUEVES Ť 14 Ť JUNIO Ť 2001

Angel Guerra Cabrera

Cuba: el escudo y la espada

La globalización neoliberal pretende recolonizar no sólo las economías de los países subdesarrollados, sino también las conciencias. Se trata de destruir las identidades nacionales mediante la difusión de un modelo uniforme de subcultura llamado a arrasar con los más nobles valores universales y a convertir en paradigmas el individualismo feroz, la banalidad y el conformismo.

El control que ejercen trasnacionales de Estados Unidos sobre la mayor parte de la producción y distribución mundial de los mensajes, refuerza la unipolaridad militar y geopolítica, fenómeno que se acentúa particularmente en el caso de los programas audiovisuales. Asistimos a la implantación planetaria de la más férrea dictadura sobre el pensamiento y la formación de actitudes que haya existido en toda la historia humana.

La necesidad de enfrentar y derrotar esta amenaza ha conducido en Cuba al reforzamiento de la política cultural como arma de resistencia, reformulada y enriquecida durante los últimos diez años en un diálogo continuo entre el movimiento intelectual y la más alta dirección revolucionaria. Del diálogo ha salido un consenso sobre un vasto programa de acción que pudiera resumirse en dos objetivos: 1) lograr la apropiación por el pueblo de una "cultura general integral masiva" que enfatice en la formación humanista de los ciudadanos y, en particular, de las nuevas generaciones; 2) convertir el movimiento cultural en protagonista principal del esfuerzo nacional por hacer irreversible la recuperación económica y por desarrollar al país.

Para plantearse una tarea tan ambiciosa, Cuba posee varias ventajas comparativas, entre ellas: las relaciones socialistas de producción, que permiten una concentración de recursos y esfuerzos, imposible de lograr en una economía capitalista dependiente; el alto nivel educacional alcanzado por su población; una numerosa y pujante fuerza intelectual, artística y científica enraizada en valores patrióticos y antimperialistas; la consolidación desde hace décadas del sistema de enseñanza artística y de la red de instituciones culturales; el hecho de que los grandes medios de comunicación estén en manos del Estado; la alta prioridad concedida por el gobierno a la educación y la cultura.

La avalancha ideológica neoconservadora permea de alguna manera sectores de la sociedad isleña y potencia los efectos del bloqueo y la subversión procedentes de Estados Unidos. Frente a este desafío, la decisión de propiciar la apropiación masiva de la cultura universal, sin exclusiones, como la "espada y el escudo" conque defenderse de esos embates, se perfila como un incuestionable acierto estratégico.

La semana pasada asistí en La Habana al segundo Congreso Internacional Cultura y Desarrollo. Escuché debates muy serios y experiencias alentadoras sobre temas como identidad y globalización, el trabajo cultural en la comunidad, el libro y las nuevas tecnologías, los medios de comunicación y el arte, el descubrimiento y promoción de los jóvenes valores. Escuché a relevantes cineastas latinoamericanos y europeos expresar la voluntad de unirse con el cine independiente estadunidense frente a las trasnacionales. Hablé con intelectuales, artistas y gestores culturales de distintos puntos de la isla y percibí la realización personal y el fervor que pese a los rigores de la vida cotidiana emana de su compromiso con el programa cultural en marcha.

Constaté la eficaz contribución del arte cubano a la ostensible expansión del turismo internacional, y podría citar otros ejemplos de inserción del trabajo cultural en la cualificación de la vida social, como es el caso de la labor realizada en algunas zonas marginales.

Es inevitable asociar también esta proyección de la cultura y del movimiento intelectual con los primeros planos de la vida social a propósito de prevenir y combatir situaciones de apatía y corrupción que se observan en la burocracia isleña.

El Estado moviliza ingentes recursos para dar esta pelea. La televisión trasmite talleres de apreciación literaria y musical o cursos de historia y geografía de Cuba impartidos por especialistas del más alto nivel. Hay novedades, como el envío de miles de computadoras para todas las escuelas primarias, secundarias y casas de cultura, que se irán enlazando a Internet; la creación de decenas de nuevas escuelas de arte y la renovación y reforzamiento pedagógico y tecnológico de las que ya existen; a lo que se suma el rescate de la industria editorial.

Enormes peligros amenazan en medio de un mar de capitalismo a una isla rebelde a los aires "modernizadores" y apegada al ideal socialista, cuando además no ha logrado aún remontar del todo los duros efectos sociales de la crisis económica posterior a la desaparición de la URSS. Pero Cuba no se rinde ni pierde la capacidad de soñar. De forjar escudo y espada conque defender sus ideas.

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