jueves Ť 14 Ť junio Ť 2001

Adolfo Sánchez Rebolledo

Vendedores viajeros

La gira oriental del presidente Fox nos puso ante la nítida realidad que a muchos aún nos cuesta asimilar: el gobierno del cambio es por voluntad propia un mandadero de los empresarios. Las declaraciones en Corea y Japón, tan comentadas en la prensa, no dejan lugar a dudas en cuanto a cuáles son los resortes que mueven al Ejecutivo. El es un vendedor nato y como tal se comporta. Sólo que pone en venta algo que no es suyo: el país.

Fox está reditando la ilusión recurrente de creer que México tiene una especie de destino manifiesto en el concierto internacional. Ya pasó otras veces que los presidentes en turno salían a viajar con grandes comitivas para recoger aplausos y cortesías, portadas mil en las revistas del mundo, como si no les bastara la saturación publicitaria de su imagen en su propio país. Todo se hacía, por supuesto, para afirmar la posición mexicana --una potencia media-- en un mundo polarizado en bloques excluyentes.

La globalización nos trajo el sentido de la competencia, la discutible idea de que México no tiene amigos, sino socios comerciales y aliados financieros. En consecuencia, su misión en la Tierra es ofrecer oportunidades al inversionista y aprovechar las ventajas comerciales, exactamente como si se tratara de una empresa cotizando en Nueva York. Así, el viejo lenguaje de la diplomacia mexicana, siempre austero y cuidadoso, se trueca por el del bolsista o el changarrero, dispuesto a vender la camisa al mejor postor.

No es de extrañar que en esa línea el Presidente mexicano se convierte, por convicción y circunstancias, en el "amigo" dilecto del presidente Bush, socio mayor y jefe de la máxima potencia mundial, lo cual puede ser positivo tomando en cuenta que Estados Unidos es, por razones obvias, la "prioridad" mexicana por excelencia. Lo grave es que Fox se ha tomado con tanto empeño ese papel que ya comienza a aparecer ante el resto de América Latina como un gestor de los intereses estadunidenses en la región. Se dirá que ésa es una visión exagerada y hasta falsa, pero no deja de ser preocupante que muchos, dentro y fuera de México, lo crean a pie juntillas. El Presidente no puede dejar de impulsar una política proempresarial y una buena relación con los países del TLC, lo que en cambio parece en extremo inadmisible es que toda su postura sea exclusivamente proempresarial y proestadunidense.

En esas condiciones México quiere ser miembro del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, a lo cual sin duda tiene derecho. Lo que ya no está muy claro es qué busca la cancillería, como no sea multiplicar los altavoces desde los que el presidente Fox se dirige al mundo. Si el interés de la Presidencia es fortalecer la posición nacional sin autoexcluirse, lo cual es loable, entonces parece indispensable precisar la postura mexicana ante las realidades del mundo moderno, sin ir a la cola de Estados Unidos en los asuntos internacionales. No puede ser, por ejemplo, que el Presidente de México ignore la situación que impide la unificación de "las dos Coreas" y se ofrezca para cabildear ante ciertos congresistas estadunidenses. Imagino el estupor de los políticos coreanos al escuchar esas palabras, ellos que han vivido y convivido con las fuerzas armadas estadunidenses en su territorio desde el armisticio que puso un alto a las hostilidades y saben de qué color pinta el verde.

Por lo pronto comienza a expresarse el hormigueo del descontento por los continuos periplos presidenciales. ƑNo querrá gobernar el país como hizo en Guanajuato: con sus presidentes municipales y a control remoto?

Alguien dijo hace muchos años: "Señores, México no es un negocio". Buena lección olvidada.