jueves Ť 14 Ť junio Ť 2001

Sergio Zermeño

ƑYa todo es mentira?

Al cumplirse seis meses de gobierno foxista una conclusión se está abriendo paso en la opinión política retroalimentando el decir y el sentir popular: no hay coherencia en el nuevo gobierno; no tiene sentido poner atención en los discursos, porque no están respaldados por los actos de esta administración.

ƑQué tiene que ver la preocupación por elevar el nivel educativo con el congelamiento salarial a los profesores? ƑCómo se relaciona el reclamo de los exportadores de zapatos leoneses sobre la evaporación de sus ganancias por la caída del dólar con la recomendación presidencial de traducir esas pérdidas a los salarios de sus obreros, y cómo se relaciona el discurso presidencial en torno a fortalecer lo poco de la industria competitiva que nos queda con la promoción mexicana para que China entre a la Organización Mundial del Comercio (a cambio quizás de nuestra promoción al Consejo de Seguridad de la ONU)? ƑPara qué hablar tanto del changarro y el vocho y luego congelar los fondos para el programa o volverlos miserables? ƑPara qué conducir a la desesperación a tantos millones de mexicanos que leemos a diario que se preservará el control nacional de los energéticos, mientras se anuncia en todo el mundo que quien no invierta en ellos es un tonto?

ƑCómo seguir promoviendo el Plan Puebla Panamá sin haber resuelto los dos problemas gigantescos que están ahí implicados: los derechos de los pueblos indios (que es ante todo un asunto de conducción del Estado para nada diluible en la jungla parlamentaria) y las condiciones de vida y de explotación de la masa humana que ahí vive, y que, si ha de pagar sin protección ninguna las facturas de la apertura y la competencia globales, terminará reproduciendo las barriadas de la muerte de Ciudad Juárez y de toda la maquila?

No dudamos que los expertos del largo plazo y los campeones de la macroeconomía tengan una respuesta técnica para cada uno de estos cuestionamientos, como la han tenido en la discusión de la reforma fiscal cuando nos explican que hacer pagar más a los que más tienen deprime la inversión y desalienta el arribo de capitales y entonces se va al extremo de perdonarle la deuda a los bancos en venta y transferírsela a los ciudadanos. Pero la política no es la economía, la Presidencia no es una empresa y, en la abrumadora mayoría de los ejemplos, lo que es bueno para la macroeconomía, en este mundo globalizado, es pésimo para la calidad humana de la microsociedad (de la vida cotidiana).

El voto útil o condicionado albergaba dos esperanzas: echar al PRI y apostar por que el filón socialdemócrata del foxipanismo imperara. Se logró lo primero, pero, a seis meses del inicio, no cabe duda que se perdió lo segundo: el Presidente no tiene un pensamiento social, y lo peor es que no entiende que su autodefinición como empresario no es una broma.

Este es el resumen de la crítica política de junio, en la que destaca el llamado de Carlos Fuentes a los mejores perredistas y priístas para conformar una opción socialdemócrata, mientras otros críticos imaginan a la parte más sensible a los problemas sociales del gabinete foxista orientándose bajo esas mismas coordenadas (los interpelados no dicen que no).

ƑHabrá todavía un eje, una orientación moral e histórica creíble, algo que ligue los discursos con los hechos en este mercado ensordecedor que es el foxismo? El otro componente del voto útil era que si todo pasara como está pasando, una opción de centro izquierda tendría el camino despejado. Pero los desmedidos gastos en autopromoción y la historia de los cochinitos nos han dejado fríos. ƑYa todo es mentira?