MIERCOLES Ť 13 Ť JUNIO Ť 2001
Ť Ofrecerá con su compañía El Cuerpo Mutable dos coreografías en el CNA
Lidya Romero funde la danza contemporánea con la estética del movimiento cotidiano
Ť En el futbol convergen los valores de un país y el factor de la adrenalina, opina la artista
CESAR GÜEMES
Con su compañía, El Cuerpo Mutable, la coreógrafa Lidya Romero encontró la posibilidad de fundir la danza contemporánea con la estética del movimiento cotidiano como el que se da en un vagón del Metro o en un encuentro futbolístico a fin de llevar a cabo sus trabajos Arqueología postmoderna y Moneda al aire. Con ambas propuestas, preámbulo para su próxima obra, Salón Corona, se presentará a partir de este jueves y hasta el domingo en el Centro Nacional de las Artes (Río Churubusco y calzada de Tlapalpan) dentro de la temporada dancística Milenium.
-Hay un claro lazo anecdótico entre las dos coreografías que ofreces. ƑEstás de acuerdo?
-Las une la ciudad, lo cotidiano y el movimiento de las personas. En ese sentido tienen relación y por eso estoy ilusionada con la próxima obra porque más o menos es el mismo público el que va al futbol, usa el Metro y acude al Salón Corona.
-ƑDe dónde viene tu cercanía con el deporte?
-Es un hecho físicamente muy atractivo: las jugadas, la tensión dramática, los diseños espaciales. Descubrí todo esto mirando el juego. No sé gran cosa de los equipos ni entiendo el ''fuera de lugar", pero teatralmente me parece que la práctica del futbol es un acto estético en muchas ocasiones.
-ƑTomaste algunos elementos de la televisión, que colabora con esa estética deportiva?
-Sí, claro, en la propuesta hay una especie de fractura del movimiento, recursos que emulan a la cámara lenta o enfoques para llamar la atención sobre lo que deseo que el espectador vea. No sólo es el juego de futbol, sino las acciones y reacciones que tienen los jugadores, lo que piensan, lo que sienten cuando se da el gol. Esa es una obra sobre el compromiso de un grupo de personas que lo mismo se pueden sentir abandonadas si yerran una jugada, que felices si la cumplen, a lo cual hay que añadir teatralmente la reacción del público.
''Por otra parte, en ese juego hay valores propios del país que tienen además el factor de la adrenalina. Para mí el futbol es un suceso fuerte, más allá de quien gane. Me pregunto: si este deporte, como la fiesta de los toros, que son hechos físicos y estéticos llaman la atención, Ƒpor qué no habría de hacerlo la danza si se retoman esos temas? Finalmente los coreógrafos pocas veces tocamos asuntos como los mencionados pero ahí están para quien busque ofrecer una lectura de la realidad."
-ƑTe habrás convertido, con trabajos como los que ahora presentas, en una especie de cronista?
-No lo creo, eso es más académico. Ofrezco un punto de vista, ya que vivo en la ciudad.
La urbe, fuente y objeto de estudio
Alejandro Luna, escenógrafo al lado de quien ha trabajado Romero, toma la palabra: ''No me parece que eso sea importante, porque no tendría ningún chiste ver lo que pasa en el Metro. No se hace una coreografía para ver lo que pasa en la ciudad sino para hacer énfasis en los hechos extraordinarios, sobre aquello que no nos permitimos que suceda. No es sensato, por ejemplo, que unos señores dedicados a reparar automóviles se metan a un vagón del Metro y comiencen a bailar mambo. Eso es revelador de muchas otras realidades porque ni el teatro ni la danza son periodismo".
Cierra Lidya Romero, quizá sin desearlo con una buena definición de lo que la crónica es:
''Mi punto de vista nace de que me paso todo el día en la ciudad, esa es mi fuente y mi objeto de estudio. Es el recurso primario cuando no nos vamos a las profundidades sicológicas de las que por cierto quiero alejarme tanto como sea posible.''