MIERCOLES Ť 13 Ť JUNIO Ť 2001

EL ECO Y LA SOMBRA

Ricardo Yáñez

La eternidad posible

EN LA VOZ habitual habita la voz poética; es más, sin la voz poética careceríamos, del todo, de voz. Pero la voz poética se experimenta como si trascendiendo la habitual, la de todos los días. Los mejores poetas, sin embargo, dejan bien precisado que entre su voz poética y la digamos natural se pueden encontrar diferencias, mas no si a fondo se va, pues que la voz poética no otra cosa quiere ser que la exploración de la propia, común voz.

DE ALGUN MODO, por otra parte, la voz más natural es claramente la poética. ¿Cuál la más natural de las voces de la Callas, o de cualquier otro cantante, hasta Tony Aguilar, vaya? Pienso yo que de no haber oído ?ya grande él, hace algunos años? Tristes recuerdos, me hubiera quedado sin conocer la voz del charro cantor, sin conocer, atreveré el ridículo, lo esencial de su voz.

EN DURANGO, BAR Belmont, hará tres semanas escuché un disco ''en vivo'', donde hablaba y hablaba este Aguilar, y uno decía ''ya que cante'', pero no para que hiciera su trabajo, que por eso le pagaron los que fueron a verlo, sino para, como en el cuento, oírlo mejor, saber mejor, desde el oído, quién el de la palabra.

LA PALABRA, LA voz. Con ese título, improvisado ahí mismo, di un tallercito, también improvisado, en Tepic, para gente de teatro, músicos (finalmente sólo uno acudió, pero con él se trabajó principalmente), poetas. El nombre del taller nació de la necesidad de unificar al grupo en torno de algo en lo que todos pudieran estar interesados. No cuento más. Sigamos con lo que veníamos diciendo.

OIR SIEMPRE ES mejor que ver, el oído engaña menos. Desprotegido como está (no se puede cerrar, no puede desviar su percepción) yo digo que ha aprendido a protegerse, y que su manera de protegerse es distinguir, discernir. Para decirlo de una vez encuentro que el oído es menos bobo que los ojos, más de fiar.

LOS MUSICOS, PROPONGO, no engañan. No lo argumentaré, que no soy músico. Pero voy a lo mío. Para mí que poeta es aquel que siéndolo es asimismo músico. Un poeta convence sobre todo por el modo en que se deja, mejor que ''se hace'', oír. Y todavía debemos agregar que el poeta es poeta porque sabe, como los músicos, del tiempo. Los ojos, quién lo niega, son espaciales, y en ese sentido terrenos. El oído, dispuesto, abierto al tiempo, tiene su no sé qué de trascendencia o metafísica. De franqueza espiritual.

DECIAMOS QUE EN cada quien dos voces muéstranse, la habitual, la poética. La habitual, terrena y discursiva, quiere cosas. La poética, nada más, es. Y cuando a la voz poética accedemos, somos, también nada más. El éxtasis del ser, los tráfagos del negocio, he ahí la diferencia entre ambas voces. En éxtasis de ser uno trasciende, concluyamos, los tráfagos del negocio de los días. Acceder a la voz poética es acceder a nuestra cuota de posible eternidad. Y nadie hay, remataré, que no pueda tocar ese prodigio.