Ť Indignación y condena de diversas ONG en el mundo; hablan de un "circo mediático"
Timothy McVeigh, ejecutado; fue un acto de justicia, no de venganza: Bush
Ť Para sobrevivientes y familiares de las víctimas, el dolor sigue: "el castigo no nos trae paz"
Ť Retraso de seis minutos por problemas técnicos para transmitir la señal de circuito cerrado
REUTERS, AP, DPA Y AFP
Terre Haute, 11 de junio. Timothy McVeigh fue ejecutado este lunes por el mismo gobierno que él despreciaba, después de que la justicia lo condenó a la pena capital por matar a 168 personas en un atentado dinamitero en Oklahoma. La pena capital le fue aplicada en medio de protestas de organizaciones de todo el mundo, incluida Amnistía Internacional, que reprochó a Estados Unidos "haber dejado a la venganza triunfar sobre la justicia".
Sin embargo, el presidente estadunidense, George W. Bush, puntualizó que la ejecución "fue un acto de justicia, no de venganza".
McVeihg, de 33 años, fue ejecutado por inyección letal y murió sin pronunciar palabra en la penitenciaría de Terre Haute, en Indiana, aunque previamente emitió un copia del poema Invictus, escrito por el victoriano Ernest Hanley en 1875, y que culmina con el verso, "Soy el amo de mi destino. Soy el capitán de mi alma".
Hora de la muerte
A las 7: 14, el director de la prisión, Harley Lappio, declaró que McVeigh se había convertido en el primer prisionero federal ejecutado en 38 años, aunque la ejecución se retrasó seis minutos por problemas técnicos en la transmisión que debía llegar por circuito cerrado de televisión a Oklahoma, donde unas 300 personas siguieron el suceso.
McVeigh vestía una camiseta blanca, pantalones color caquí y zapatos deportivos, su cara estaba pálida y su cabello había sido cortado. En el momento en que se le suministró la primera droga por inyección, dejó escapar un par de suspiros profundos seguidos por una respiración agitada. Su cabeza se movió hacia atrás, su vista se fijó en el techo y sus ojos se tornaron vidriosos, refirió Ap.
Antes de que se le suministrara la inyección letal, en la pierna derecha, el reo tuvo contacto visual con sus cuatro testigos, luego con los testigos de los medios de comunicación, después entrecerró los ojos y miró hacia la ventana de vidrios coloreados que le impedía ver a los diez sobrevivientes del atentado que acudieron a presenciar sus ejecución.
La víspera, McVeigh pasó el día escribiendo cartas, durmiendo y viendo televisión, y por la noche ordenó para su última cena un litro de helado de chocolate con menta, dijo el portavoz de la prisión, Dan Dunne.
En Oklahoma, 232 sobrevivientes y familiares de las víctimas del atentado perpetrado por Mcveigh se congregaron para presenciar la ejecución en transmisión enviada desde Terre Haute. Sin embargo, para los sobrevivientes del peor ataque terrorista cometido en Estados Unidos y para las familias de las víctimas, el dolor sigue. "El castigo final contra el culpable no puede por sí mismo traer la paz a los inocentes. No puede recuperar la pérdida ni equilibrar la balanza y no pretende hacerlo", dijeron algunos.
Janice Smith, cuyo hermano Leony Scroggins murió en el atentado, rezó con su hija en el monumento nacional de Oklahoma City ?erigido en memoria de los muertos en el sitio preciso donde antes se alzaba el edificio federal Alfred P. Murrah, blanco del atentado? y se retiró cuando supo que McVeigh había muerto. "Se acabó", dijo. "No tenemos que seguir con él".
"No sufrió nada. El hombre sencillamente se durmió, o mejor dicho, el monstruo", dijo la sobreviviente Sue Ashford, que presenció la ejecución en persona en Terre Haute. "Creo que tendrían que haberle hecho lo mismo que él hizo en Oklahoma".
Entre los autorizados a presenciar la ejecución había representantes de diez víctimas, diez periodistas, y los testigos personales de McVeigh, que incluían al abogado defensor Nathan Chambers, la ex miembro de la defensa Cate McCauley y el periodista Lou Michel del Buffalo News, coautor de un reciente libro sobre el dinamitero. A pedido del condenado, ningún miembro de la familia de McVeigh llegó a Terre Haute para presenciar la ejecución.
El abogado de McVeihg, Robert Nigh, recordó a la prensa que el gobierno no sólo ejecutó al dinamitero de Oklahoma, sino también a un veterano condecorado en la Guerra del Golfo, a un hijo y hermano de familia. "No hay nada razonable y moral en lo que hicimos hoy", sostuvo.
Pero el presidente Bush declaró que McVeigh "corrió la suerte que eligió para sí mismo hace seis años", precisamente el 19 de abril de 1995, cuando hizo estallar un camión con una tonelada de explosivos frente al edificio federal de Oklahoma City.
"Según las leyes de nuestro país el asunto ha concluido", añadió Bush tras expresar que las víctimas del ataque dinamitero no han recibido venganza sino justicia, aunque admitió que el dolor aún continúa para los familiares.
No obstante, organizaciones defensoras de los derechos de todo el mundo expresaron su indignación por la ejecución de McVeigh. "Washington se ha alejado un poco más de las aspiraciones de la comunidad internacional", dijo Amnistía Internacional.
En Francia, país que encabeza en Europa la campaña contra la pena de muerte, el presidente de la Liga de los Derechos Humanos, Michael Tubiana, habló de una "historia terrible en todos los aspectos", y "un circo mediático desprovisto de todo alcance informativo".
En Estrasburgo, el Consejo de Europa consideró que la ejecución de McVeigh es lamentable y patética.
En España, donde centenares de personas se manifestaron frente a la embajada estadunidense para protestar por la pena de muerte, la oposición pidió al gobierno del conservador José María Aznar que incluya el tema en su conversación con el presidente Bush, que el martes iniciará en Madrid su primera gira europea.
En América, ONG, eclesiásticas y sociales de países como Brasil, Venezuela y Ecuador, condenaron la aplicación de la pena de muerte.