Lunes en la Ciencia, 11 de junio del 2001
La enfermedad que mezcla medicina, filosofía y política La encrucijada del Parkinson Jorge A. Lazareff Los resultados de una ingeniosa técnica quirúrgica para el tratamiento del Parkinson se publicaron en el número 334 del New England Journal of Medicine (NEJM). Investigadores de varios centros, coordinados por Curt Freed, de la Universidad de Colorado, realizaron un estudio doble ciego en pacientes con Parkinson. A 20 personas les implantaron en el cerebro porciones del mesencéfalo obtenidas de fetos abortados, mientras que a otros 20 pacientes les realizaron un procedimiento quirúrgico fantasma con incisión en piel cabelluda y trepanación incluidos, pero sin ninguna manipulación del tejido nervioso. La identidad de los receptores de implante fetal fue un secreto tanto para los neurólogos que evaluaron los resultados como para el propio paciente. La enfermedad de Parkinson afecta a 2 de cada mil personas, pero se vuelve más evidente después de los 65 años, cuando su prevalencia aumenta hasta 1 por ciento. Y el crescendo se acelera hasta afectar a la mitad de los mayores de 85 años. Sus síntomas son progesivos y hasta irreversibles: temblor, rigidez, y movimientos corporales que parecen en cámara lenta. Una torpeza que humilla y lastima al anciano y a su familia. Es casi imperativo que se encuentre un tratamiento para esta enfermedad.
Las causas del mal Se conoce bastante de los motivos del Parkinson, aunque no tanto sus razones. Los pacientes con Parkinson tienen un déficit de producción de dopamina, una sustancia química que las neuronas de una zona del cerebro utilizan para comunicarse con las neuronas de otro grupo que está anatómicamente próximo, pero no cercano. La comunicación entre esos dos sistemas de neuronas asegura un fluido control de los movimientos cotidianos. La primera línea de tratamiento ųprovechosa para un buen número de pacientesų es la administración de dopamina. Pero hay un porcentaje en quienes los síntomas de la enfermedad progresan aun con el tratamiento farmacológico y es entonces cuando se debe recurrir a procedimientos quirúrgicos que son innovativos, cuando no experimentales. Habiendo identificado la química del problema, el blanco de los esfuerzos quirúrgicos más recientes quedó bien delimitado por las regiones del cerebro por donde transita la dopamina. Primero fueron la estimulación o la destrucción de diversos acúmulos de células, mas luego se decidió que implantando en el cerebro tejido del propio paciente se podría estimular la producción de la sustancia faltante. Ignacio Madrazo y sus colaboradores publican los resultados preliminares en pacientes cuyos síntomas mejoraron. El colega mexicano utilizaba una porción de la médula adrenal, esta elección se debía a la capacidad de este tejido para incitar la síntesis de dopamina. A pesar de la pristina lógica del procedimiento y del promisorio panorama inicial, el entusiasmo por esta técnica se ve menguado cuando otros investigadores no pueden repetir los resultados. Así y todo, el concepto de "transplante" como alternativa terapéutica quedó enraizado en la comunidad. Esfuerzos conjuntos de varios centros de investigación van definiendo el mejor tejido para implantar, y desde el original de médula adrenal se llega al mesencéfalo fetal.
Respuestas al tratamiento Lo que se ha publicado en el número 334 del NEJM es que los pacientes menores de 60 años, jóvenes según el texto del artículo, responden mejor al tratamiento que aquellos que son mayores. Esta diferencia es atribuida por los autores a que tal vez estos últimos pacientes por haber padecido el mal por más tiempo pueden estar en un estado irreversible de su enfermedad, o que tal vez por su edad la plasticidad de sus cerebros no puede responder al implante de células fetales. Hasta aquí la síntesis de una publicación y si algún lector tiene dudas sobre cómo lo alcanzan estos resultados, nadie mejor que su neurólogo de cabecera para escampar las dudas, ya que como decía Marañón: "no hay enfermedades, hay enfermos". Pero están leyendo Lunes en la Ciencia, y si quise refrescar vuestra atención sobre este tema fue para resaltar una serie de elementos que nos recuerdan que la actividad científica esta indeleblemente embebida en la sociedad que la produce. Para dar una idea de la magnitud del debate ético implícito en este tipo de trabajos recordemos que para los implantes se estan utilizando cerebros de fetos abortados electivamente. En otras palabras, ni la madre ni el nonato padecían de alguna enfermedad y las razones de la fatal separación fueron más profundas que las que pueda abarcar cualquier ideología. Los enemigos del aborto arguyen que el putativo valor terapéutico del tejido fetal blanquea las cargas morales del aborto, y hay algunos que dicen que el aborto es inmoral y por lo tanto cualquier beneficio que se deriva de él es también inmoral. A lo que el National Health Institute, apoyado por los pacientes y sus familiares, arguye que suponer que la utilización de tejido fetal va a aumentar la incidencia de abortos es una falacia. Quien haya seguido los debates políticos que consumen a los estadunidenses notará que el peso de la investigación que mencionamos trasciende a la enfermedad de Parkinson para menearse en la política. Incluso se espera que pronto el presidente Bush revierta las directivas de Clinton quien permitió la utilización de tejido fetal para investigación biomédica.
Resultados contradictorios Por un lado, el artículo del NEJM sugería algunas ventajas y reconocía complicaciones en hasta 15 por ciento de los pacientes, incluso alguno s de ellos empeoraron sus síntomas tal vez por exceso de dopamina. El mo-derado entusiasmo de Freed y sus colaboradores fue temperado por la revista Science del 16 de marzo (número 5511), donde se enfatiza que los resultados de ese estudio no habían sido tan buenos como era de esperarse, pero también recordaba Science que no esta dicha la última palabra sobre transplante fetal para el Parkinson; hay otros estudios activos en este mo-mento tanto en Europa como en Estados Unidos, cuyos resultados se conocerán dentro de varios meses. Sin embargo, The New York Times, y con la firma de su prestigiosa editora de Ciencia, publicó, el 8 de marzo, en primera página un artículo donde sin ambigüedades dice que el transplante de tejido fetal para el Parkinson es peligroso y no debe seguirse por ese camino. El tono del artículo es lapidario, claro contraste con el optimismo mesurado de Science. Mi especialidad esta muy lejos del Parkinson, pero como lector de ciencias biomédicas me acuerdo de aquello de "los muertos que vos matais, gozan de buena salud". Lástima que hoy por hoy el dictamen de The New York Times tuvo más impacto en el público que el de Science. El autor es profesor de neurocirugía en la Universidad de California, en Los Angeles, EU
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