LUNES Ť 11 Ť JUNIO Ť 2001

Ť José Tomás, El Juli y Joaquín Vidal

Madrid: tres maestros en desgracia

LUMBRERA CHICO

Sobre el embudo madrileño de Las Ventas, tres acontecimientos registrados en -y en torno de- ese lugar marcaron la pauta de esta semana.

El primero tiene que ver con José Tomás, el mayor diestro de Iberia. Después de una faena de aguante a uno de los frecuentes marrajos imponentes pero intoreables que han salido, como ya es costumbre, en el serial de San Isidro, simplemente no pudo hundirle el acero en el tiempo reglamentario.

Al oír los dos primeros avisos, el matador optó por replegarse a tablas, confiando en que la rueda de peones acabaría con la última resistencia del animal, que estaba muerto en pie. A fin de cuentas, resignarse a que un bicho se te vaya vivo en la isidrada o cortarle las dos orejas y el rabo suele reportar el mismo efecto: es noticia de primera plana.

El segundo hecho que conmocionó al planeta de los taurófilos fue la muy impresionante y espectacular, pero poco dañina cornada que El Juli recibió en el muslo izquierdo y sobre la misma arena. El joven maestro, que a pesar de su creciente afición al dinero está planteando una suerte con el capote que señala un paso adelante en la evolución estética del toreo, fue empitonado cuando muleteaba por la izquierda, cayó en el suelo y volvió a ser cogido, sufriendo un machetazo de veinte centímetros a la altura del triángulo de Scarpa y múltiples contusiones.

Para los adoradores de El Juli esto fue el fin del mundo. Luego, cuando el parte médico aclaró que la lesión era ''no grave'', les volvió el alma al cuerpo, toda vez que el ex niño estará en condiciones de partir plaza en un lapso no mayor de 20 días.

El tercer suceso inquietante lo protagonizó el cronista taurino de El País, Joaquín Vidal, quien perdió la calma y la figura al publicar una durísima diatriba contra José Tomás, adjudicándole los más desproporcionados epítetos por su clamoroso fracaso en Las Ventas. Vaya que estuvo deslenguado el ameno y esclarecido señor Vidal, que ha renovado como nadie el arte de reseñar corridas de toros.

ƑCuál es, pues, la moraleja de esta fábula? Un torerazo naufraga en la plaza más importante del mundo. Un torerito valiente y creativo cae en el mismo sitio bañado en sangre. Un portentoso escritor taurino se pone histérico y chilla y patalea como reventador. ƑY qué significa todo esto para los amantes de la fiesta en México? Nada: si la Monumental Plaza Muerta cumpliera con las funciones para las que fue construida, los ecos de los avatares de Las Ventas no pasarían de ser banales noticias para matar el tiempo.